Mourinho, nuevo entrenador del Benfica

En la rueda de prensa, sentado junto al actual presidente benfiquista, Rui Costa, Mourinho señaló que se trata de un contrato «ético», teniendo en cuenta que el club celebrará elecciones presidenciales en octubre. «Un día después de las elecciones yo seguiré siendo el entrenador del Benfica, independientemente de los resultados. Pero quiero trabajar en el Benfica si las personas confían en mí».

«¿Cuál es mi deseo?», se preguntó Mourinho a sí mismo durante la presentación oficial. «Cumplir los dos años de contrato firmados con el Benfica, con éxito. Y tener éxito significa ganar competiciones. Y que al final del contrato, o antes, el club quiera renovar conmigo».

Mourinho se sentará en el banquillo encarnado el próximo 20 de septiembre, exactamente el mismo día –veinticinco años después– de su primera etapa en el Benfica. Entonces tenía 37 años, perdió su primer partido y solo permaneció en el club hasta diciembre. Ahora no promete nada, pero asegura que vuelve con mucha más madurez y hambre de vencer. «Hoy pienso más en los demás: en los jugadores, dirigentes, aficionados… Vengo a servir y me coloco el último de la fila. Soy menos egocéntrico», afirmó.

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Sobre los 25 años transcurridos entre su primera vez en el Benfica y la actual, Mourinho recordó que en ese tiempo «ha trabajado en los mayores clubes del mundo». De hecho, su currículo es prácticamente imbatible. Inició su carrera en los años 90 como preparador físico del Estrela da Amadora y después del Vitória de Setúbal, en su localidad natal. Antes de ser entrenador fue conocido como el traductor del técnico inglés Bobby Robson en el Sporting Clube de Portugal. Con él viajó a Barcelona, donde se convirtió en gran conocedor del fútbol español.

Fue en el Oporto donde empezó a consolidar su trayectoria como entrenador. En su segunda temporada al frente de los dragones conquistó la Liga, la Copa de Portugal y la Copa de la UEFA frente al Celtic. Un año después volvió a ganar en Portugal y levantó la Liga de Campeones frente al Mónaco.

A partir de ahí su carrera se disparó internacionalmente con el Chelsea del magnate ruso Roman Abramovich. En junio de 2004 se convirtió en uno de los entrenadores mejor pagados del mundo, con un salario cercano a los cinco millones de libras anuales. Fue entonces cuando nació su apodo The Special One, que después se tradujo en Italia como Lo Speciale y en España como El Especial.

«He entrenado a los mejores equipos del mundo», recordó este jueves el portugués, que además del Chelsea –en dos etapas– dirigió al Real Madrid durante tres temporadas, al Manchester United, Tottenham, Roma y, por último, al Fenerbahçe. «Hice mal en aceptar, no tenía mi nivel cultural, pero aun así lo di todo hasta el último día. Tuve que hacer el luto; a nadie le gusta salir de esa forma. Pero ahora, volviendo al Benfica, vuelvo a mi nivel».

Sobre su carrera, admitió que entiende que haya quien piense que tiene «dos currículos», uno mejor que otro, pero recordó que «la parte negativa de mi carrera es que en los últimos cinco años, he jugado dos finales europeas». A la pregunta de qué le diría al Mourinho de hace 25 años, respondió: «Viendo mi carrera, le diría que lo has hecho todo bien», aunque reconoció que «también ha cometido errores y no siempre me han salido las cosas».

Mourinho ha recaudado más de 108 millones de euros en indemnizaciones por despido de los clubes donde no cumplió el contrato hasta el final. Ahora, sin prometer nada sobre el futuro, sí asegura que volverá al Estadio do Dragão para enfrentarse al Oporto «como el equipo rival que quiere ganar el campeonato».

Todavía no se conocen el valor que recibirá Mourinho por época, pero la prensa portuguesa avanza será el entrenador mejor pagado de la historia del fútbol luso, aunque el técnico internacional ha tenido que rebajar de forma significativa el sueldo de 10,5 millones de euros anuales que percibía en su último club, el Fenerbahçe turco.

Este miércoles, cuando aterrizó en Lisboa y se dirigía a su casa, todo el trayecto fue seguido por las televisiones portuguesas, mientras numerosos aficionados benfiquistas que se cruzaban en el camino lo recibían con bocinazos y banderas. «El benfiquismo saltó a la carretera y eso me puso la piel de gallina», dijo Mourinho, subrayando que «los elogios no me cambian, ni las críticas me afectan». «No puede agradar a todo el mundo. pero ha aprendido a protegerme».