«¿Pero de verdad puede hacer tanto calor en Rusia?»

Cuesta pasear ante un clima tan poco benigno porque lo que apetece es resgurdarse en cualquier sombra. Sochi, al menos la zona más cercana a estadio, no invita a ello. Estamos en el parque olímpico. Por extraño que pueda parecer, la sede de los Juegos de Invierno de 2014. La zona está repleta de pabellones, enormes hoteles y amplias avenidas sin árboles, y entre medias de todo ello, el circuito internacional de Fórmula 1. Cualquier trayecto, por pequeño que sea, se convierte en un suplicio.

Hay que afinar la vista para encontrar camisetas rojas de la selección. De vez en cuando se divisa un grupo, normalmente de cuatro o cinco personas, generalmente jóvenes. Poco Más. Serán cerca de 2.500 aficionados españoles los que acudan esta noche al España-Portugal , pero de momento el ambiente está lejos de ser eufórico, un poco como en la concentración del equipo. Y no, tampoco se divisan muchos portugueses.

Hay, eso sí, y esto es novedad, un número creciente de aficionados de otros países que gastan días de vacaciones para ver a España. Yun y Rachel son una pareja de Singapur, perfectamente uniformados con la camiseta de la selección, que han viajado a Sochi, principalmente, a ver a Iniesta . «¡Vamos España!», gritan a la cámara. Son las únicas palabras que saben en castellano.

Luego está Hans, alemán fornido de Múnich, seguidor del Bayern y que ha organizado un tour por Rusia en el que tiene previsto ver a Alemania, pero también a Brasil, a Argentina y a España. Eso, en la primer fase. «Espero que ganéis a Portugal, pero que no marque Sergio Ramos. En Alemania no nos cae bien».

La lejanía del país y los altos precios de los hoteles han rebajado considerablemente el volúmen de venta de entradas en España, aunque se espera que si España supera la primera fase se reactive el interés por ver la selección en directo.