Qatar espió a la FIFA durante nueve años usando antiguos agentes de la CIA

Según el citado reportaje, el gobierno catarí, con el mismísimo emir Tamin bin Hamad al Thani al frente, orquestaron una operación de espionaje durante 9 años para garantizarse la organización del citado Mundial. Para ello contrataron a antiguos agentes de la CIA que estuvieron vigilando a diversos directivos de la FIFA con el objetivo de conseguir información y, en caso necesario, usarla para presionarles.

En los operativos también trabajaron para intentar limitar las críticas hacia los desmanes del régimen, como los abusos contra los trabajadores y la falta de respeto a los derechos humanos en general, y emprender estrategias de contrainformación al respecto. Además, también espiaron las candidaturas rivales (Estados Unidos, Australia, Corea del Sur y Japón) para adaptar sus estrategias de negociación.

Qatar contrató a la empresa estadounidense de seguridad Global Risk Advisors, dirigida por un antiguo espía de la CIA y formada por exagentes de los servicios secretos y colaboradores. Según el reportaje, la empresa formó una red de 66 espías en todo el mundo en la que los cataríes invirtieron 387 millones de dólares.

Además de tener vigilados a los directivos señalados, se dedicaron a pinchar llamadas, interceptar mensajes e incluso piratear teléfonos para obtener información sensible, como documentos, fotografías o un listado de los contactos.

No es un caso nuevo. La Fiscalía de Zúrich ya investigó las sospechas de espionaje de Qatar hacia la FIFA, pero se cerró el caso en 2020 por falta de pruebas. Este hecho también queda denunciado en el reportaje, que señala que este tipo de dudas debería ser suficiente como para ampliar y ahondar en la investigación.

Tras la publicación de esta noticia, el Gobierno de Qatar se ha puesto en contacto con ABC para dar su versión:

«Estas acusaciones sin fundamento son parte de una campaña coordinada y encubierta para dañar la reputación de Qatar. El informe se basa en documentos que han sido rechazados rotundamente por los tribunales estadounidenses debido a su falta de autenticidad. Múltiples medios de comunicación internacionales de renombre recibieron los documentos y optaron por no publicar la historia una vez que se reveló la inexactitud de la evidencia», señalan, y advierten que «están evaluando todas las opciones legales a su disposición para garantizar que los responsables de estas acusaciones falsas rindan cuentas».