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Música de ascensor

«En Qatar hemos muerto de modernidad y en lo más importante, que es el juego, hemos retrocedido hasta Rusia 2018»

El último navajazo de Luis Enrique

Vladímir

Rubiales y De la Fuente, en el acto de presentación de este EP

Si hay algo que no acabo de digerir de la nueva pero vieja federación española de fútbol es esa manía que tienen de dirigirse los unos a los otros en público con diminutivos y como si fueran unos 'boy scouts' que acaban de volver de ... buscar piñas por la Boca del Asno. No sé, me parece un pelín infantil que al presidente le llamen Rubi y él se dirija al anterior director deportivo como Moli o, en sus conversaciones privadas, a Piqué como Geri. ¿Qué será lo próximo, que llamen Luigi al seleccionador? Y por simpatía, como pasa con los productos químicos, eso se traslada luego al terreno de juego y acabamos jibarizados y jugando en inferioridad de condiciones con Gavi, Pedri o Fati contra tipos con nombres tan contundentes y severos como Sofyan Amrabat, Abdelhamid Sabiri o Youssef En-Nesyri.

No creo que sea baladí la imagen que uno traslada hacia el exterior en el transcurso de un Mundial y tengo para mí que nuestros rivales nos han visto como a la alegre muchachada que regresa de la gymkana cantando «qué buenos son los padres salesianos, qué buenos son que nos llevan de excursión». Hasta las convocatorias acabó convirtiendo en un tebeo de la familia Trapisonda esa marca blanca de Ibai Llanos en que se transformó Luis Enrique y, de haber aguantado otros seis meses más en el cargo, no me atrevería yo a poner la mano en el fuego porque no hubiera terminado sustrayendo del interior de un cachopo con patatas fritas los nombres de los futbolistas seleccionados.

Y luego está esa tendencia un pelín macabra para mi gusto de tener que adornar a la fuerza todos los actos con esa música que antiguamente se ponía en los ascensores: subías al ritmo de Engelbert Humperdink y bajabas al son de Richard Clayderman. Yo creo que en Qatar hemos muerto de modernidad y que en lo más importante, que es el juego, hemos retrocedido hasta Rusia 2018. Si es cierto que el diablo está en los detalles, nosotros los hemos descuidado. Ojalá que De la Fuente vuelva a lo clásico, a lo de toda la vida. Ojalá que apague el hilo musical, desmonte el andamio y se dedique de una vez por todas a seleccionar a los mejores y a ponerlos a jugar en su sitio «¿Qué hay de nuevo, maestro?», le preguntaron en una ocasión a Dalí cuando salía del Museo del Prado. «¿De nuevo?», respondió el genio, «pues de nuevo… Velázquez«. Pues eso.

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