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El astro y el pivote

«La base del doble pivote explica la hegemonía del fútbol francés en este último cuarto de siglo»

Escribe Kempes: El título que merece Messi

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Tchouaméni, con la selección AFP

El messicentrismo que domina el fútbol español interpreta la final de Qatar como episodio final de un debate entre Maradona y Messi, sin reparar tanto en lo cerca de Pelé que un triunfo dejaría a Mbappé. Dos mundiales con 23 años exigirían ... ampliar el debate sobre quién es el mejor.

Los grandes jugadores abren ese tipo de discusiones y cierran las del estilo. Francia juega a lo que debe jugar teniendo a Mbappé. El 4-2-3-1 o 4-3-3 de Rusia 2018, con Mbappé por la derecha y Griezmann tras Giroud, ha dado lugar a un claro 4-2-3-1 con Mbappé en la izquierda y Griezmann aun más lejos del nueve, casi ya un Kanté, proyectando el juego con un fútbol sintético: él y Giroud empiezan y acaban a un toque las jugadas que Dembelé y Mbappé desarrollan a una nueva velocidad. Eso es el fútbol ahora: velocidad, y Deschamps organiza lo necesario para que luzca: recursos defensivos y espacios.

El 4-2-3-1 recupera su prestigio sobre la base del doble pivote, la figura futbolística que explicaría la hegemonía del fútbol francés en este último cuarto de siglo. Solo hay que repasar los nombres que vienen a la memoria: el propio Deschamps, de la escuela de Nantes como Desailly y Makelele, también Vieira, Kanté junto a Pogba y ahora Tchouaméni, heredero de una posición que Francia ha transformado. El pivote francés, poderosísimo físicamente, rompe en cierto modo con la idea de fútbol total en la que todos atacan o defienden; con estos jugadores, los equipos se dividen: unos atacan, otros sostienen. Son jugadores que soportan el peso del astro, Zidane o Mbappé, medios Atlas, titanes que sostienen a los mejores. Sobre la base de ese pivote, matizado y disciplinado por Deschamps, pivote él mismo, el juego francés se hace pragmático, y opta sin sonrojo por el contragolpe y el repliegue.

Si ganara ese segundo mundial consecutivo, Francia habría roto el dominio del fútbol cruyffista, totalizador, homogéneo y de bloque único de España (2010) y de la Alemania de Low (2014) con un fútbol más defensivo y clásico. La Francia de Deschamps, en apariencia simple, con su renuncia al dominio sistemático y la necesidad de encajar estrellas, se parece al Madrid de Zidane y Ancelotti. Incluso es posible encontrar paralelismos entre el Madrid desde los galácticos y Francia desde 1998.

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