Giroud, el tronco se hizo leyenda con Francia

De espírítu guerrillero, Giroud es la antítesis del delantero ególatra, del ariete de salón. La solidaridad y la entrega son señas de identidad que le han terminado encumbrando. El de Chambéry es un rematador de viejo cuño, de los que trabaja, asiste, libera espacios, lucha, corre y muerde a los defensores. No se arruga. Esfuerzo generoso reconocido por sus técnicos, pero un argumento insuficiente para ganarse el aplauso de sus detractores. Porque a los 'nueve' se les exige goles y el internacional francés ha protagonizado errores de los que no se olvidan, de los que dejan marca.

Aunque tiene pólvora, como demuestra desde hace años en sus clubes y en la selección gala, también se le recuerda por fallos con todo a favor, errores a lo Cardeñosa en el Mundial de 1978. Unas imágenes que le han acompañado y le han puesto en el centro de la diana durante su carrera. Las críticas, y alguna que otra burla fuera de tono, nunca han desanimado a un futbolista con fama de tronco convertido ahora en leyenda. «Olivier siempre luchó. Tiene un carácter fuerte. Ha tenido una trayectoria sinuosa, pero siempre ha salido adelante», destacaba hace solo unos días el seleccionador adjunto, Guy Stéphan.

Las cifras no engañan. El testarazo que eliminó a Inglaterra en cuartos de final aumentó a 53 las muescas que luce en su revólver francés. Suma dos más que Henry, aunque tuvo un debut internacional tardío, con 25 años. Ambición sin freno, después de 118 tardes con su selección quiere más. «Alguien sabio me había dicho que todos tenemos veinte años y lo demás es experiencia. Juego como un chico de veinte años, con la misma mentalidad de un jovencito que acaba de llegar, que sigue con hambre. En algún momento mi cuerpo dirá stop, pero ahora parece responder, así que no hay límites», afirmaba recientemente.

No para de soñar y Giroud tiene ahora un nuevo anhelo, levantar su segundo Mundial. Un caramelo para un goloso que siempre pregunta por las existencia de tiramisú antes de sentarse en un restaurante, un adicto también al café y a dos caprichos caros: los relojes y los coches. En la Copa del Mundo de 2018 cuatro años, con Benzema fuera de Francia por razones extradeportivas, el ariete reactivó esa leyenda negra que le ha acompañado y dio pie a los ataques de los que no comulgan con su estilo. Titular en todos los partidos (siete), Francia acabó levantando el título sin un solo gol de su delantero centro. Sudor y brega, como siempre, pero sin llegar a tirar entre los palos.

En Qatar, como en Rusia 2018, la ausencia del delantero del Real Madrid ha anclado a Giroud al once inicial, aunque Deschamps jamás ha dejado de confiar en las condiciones y la capacidad realizadora del ahora futbolista del Milan, al que hizo campeón de la Serie A el pasado curso. En sus palmarés también figura una liga francesa con el Montpellier (2012), éxito que le condujo al Arsenal durante seis cursos, junto a la Champions y la Europa League que celebró en su paso por el Chelsea. Pero Giroud no solo levanta títulos, también pasiones extradeportivas porque su nombre figura habitualmente en las listas de futbolistas más sexys.

El uso de lentillas cambió la imagen y ayudó a mejorar la definición de un goleador infravalorado. Las empezó a utilizar en 2011 y un año después estalló como realizador en el Montpellier, pero en el fútbol no todo es vista. También toque y definición, y Giroud sigue luchando en Qatar, su tercera cita mundialista, contra los viejos fantasmas. En Brasil 2015 jugó 5 partidos y marcó una diana, ahora lleva cuatro en el mismo número de partidos. No se conforma y, como siempre en su vida, quiere más.