Cortita y al pie
Derrota digna del mayor dramatismo futbolero
mundial qatar 2022
Quizás la culpa no sea del 'toque'. España acaba como en Rusia, con una muestra de clamorosa impotencia
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Iniciar sesiónEspaña jugó con miedo todo el partido. Tener la pelota no era un mérito porque Marruecos esperaba los penaltis desde el principio; le dio a España el balón y con un ardor distinto se hizo fuerte en el cogollo importante del campo. ... Estaban al acecho, todo el espacio para ellos. El juego español empezaba en Rodri y prácticamente ahí se quedaba. Nulo Busquets, mal las bandas, alejadísimo Pedri. España la tenía, claro, cómo no la iba a tener, pero había miedo en los jugadores e incapacidad. No es que no hubiera disparos, es que no había regates. Muy poco riesgo con la pelota. Le faltaba a España un convencimiento total en la idea de Luis Enrique porque la presión arriba tampoco era extrema; quien mejor lo hacía era Gavi, el único vibrante en los duelos, pero había temor en España a la propia debilidad (los temblores de Unai) y a la propia valía en ataque. Esa desconfianza es el trabajo inacabado de Luis Enrique o lo que no ha querido ver. Los jugadores no se fiaban ni de su entereza ni de su juego.
El toque suele cansar al rival con los minutos, pero los marroquíes, mediofondistas por tradición, lo corrieron todo. Al borde del 70 empezaron a acalambrarse, y entonces entraron los cambios.
Los nuestros, Williams, Fati y Morata, ya pisaban el área, pero faltaba acompañamiento y acierto, también clase. Es que no tenemos un Ziyech. La estructura del juego español, el toque, sirvió esta vez para que nos metiéramos en ella, incapaces de responder individualmente. Ha sido una manta con la que tapar carencias y finalmente un caparazón. Los jugadores estaban atenazados, temerosos y se atisbaba una superioridad física en los marroquíes, con permisividad arbitral y apoyo fervoroso en la grada. El 'toque' quizás no tiene la culpa, el toque nos llevó donde ya nos cuesta estar. No merecemos ni un paso más. Se acaba como en Rusia cuatro años atrás, con una clamorosa impotencia.
El juego español no de fue ataque, ni de iniciativa. Fue mero control, lleno de miedo, tenerla para que no la tuvieran, tenerla para no tener nada que hacer con ella. Y cuando por fin daban un paso adelante, solo Williams y Morata eran capaces de irse del rival.
Al llegar los penaltis, Marruecos ya parecía ganadora. Fue un desastre español, con los jugadores incapaces de marcar uno solo. Una desmoralización absoluta; en realidad, una derrota digna del mayor dramatismo futbolero, de la apertura de un espíritu del 98 futbolístico lleno de autocrítica y laceración.
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