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Canaletas, desbordada de rojo y verde

mundial de qatar 2022

Cientos de seguidores de la selección de Marruecos celebran el pase a cuartos en el lugar emblemático de las victorias del Barça

La afición marroquí en España se echa a la calle para celebrar el pase a cuartos del Mundial

Los penaltis condenan a España fuera del Mundial

Euforia en las Ramblas de Barcelona adrián quiroga
Jordi Martínez

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Parecía que el Barcelona había ganado la Champions. Canaletas se vistió de rojo y verde y, en cuestión de quince minutos tras acabar el partido, una marea humana arrancó dirección plaza Cataluña entre cánticos en árabe, bengalas de colores y mucha, a veces demasiada, pirotecnia.

Un altavoz encabezaba la comitiva y un millar de marroquíes celebraba mientras los hogares españoles apagaban el televisor. Banderas, no sólo de Marruecos; también de Argelia, Túnez y Egipto celebraban la victoria de los suyos. La del mundo árabe casi en su conjunto. La selección de Walid Regragui acababa de hacer historia en los penaltis. No solo derrotando a España, también accediendo a cuartos de final de una Copa del Mundo por primera vez en su historia.

El de hoy era un partido para el que la policía había planeado un dispositivo especial anunciado desde el viernes, cuando tras perder contra pronóstico ante Japón, los de Luis Enrique pasaron como segundos, dándose este cruce en octavos. Con la mirada puesta en Bélgica, donde hace una semana aficionados marroquíes se enfrentaron con la policía en las calles de Bruselas tras la victoria de su combinado, los Mossos d'Esquadra sabían que podía darse una situación difícil. Todavía peor siendo la norteafricana la comunidad extranjera más numerosa en Cataluña. Con más de 238.000 personas de este origen empadronadas, según los datos del Govern.

A primera hora de la tarde, la mayor presencia de furgones se notaba en Plaza Catalunya y sus inmediaciones. Rambla adentro, en el Raval, había cientos de personas concentradas. Cada televisor, de cada bar, aunaba decenas de fanáticos siguendo a su selección. Comentaban el partido en una tortilla de lenguas difícilmente comprensible. Pero no abundaba el español ni el catalán. De hecho, el Raval es uno de los barrios que más inmigrantes acoge, con el 50 por ciento de su población.

La ocasión más clara de Marruecos en la prórroga, el disparo de Cheddira, ya dejó entrever el equipo al que animaba la mayoría. Prácticamente nadie se exaltó en la última jugada del partido para España, que fue la ocasión perdida de Sarabia. Para la tanda de penaltis, las calles del Raval parecían las de Tetuán, Casablanca o Marraquech. El que no animaba a Marruecos, no animaba. Nadie gritaba a favor de España.

La euforia se desató con el penalti definitivo de Hakimi, que por cierto, ha sido criado en España. Prueba entre muchas que da cuenta de la estrecha relación social de ambos países. Con el gol, las calles se prendieron de bengalas, banderas estrelladas -no 'esteladas', que tampoco abundan por estas calles- y juguetones cánticos contra Morata, Luis Enrique y Busquets. Nada fuera de lo habitual en un partido con olor a derbi.

Si la facción más joven de la afición se echó a la calle, la mayor parte de la comunidad marroquí, sin embargo, vivió el encuentro recogida. Aprovechando una velada histórica de su combinado para celebrarlo con los suyos. En el restaurante Córdoba, del Puerto del Fòrum (Sant Adrià del Besós), se reunieron 300 personas para disfrutar, además del encuentro, de un menú de media tarde con la familia.

Aplausos, vítores y una banda que animaba al ritmo del timbal y la trompeta. Cánticos en árabe y en español. Arroz al curry y pollo a la brasa. La estrella verde sobre el fondo rojo de Marruecos decoraba todas las paredes de la sala. Pero también la rojigualda, país de acogida de una comunidad, que asegura que, de haber perdido apoyarían a España en cuartos, «su tierra de acogida«.

Es el caso de Ahmed Senhaje, músico, y natural de Tánger. Se gana la vida con su grupo actuando en bodas árabes, conocidas por su vitalidad. Reconocía a la media parte animar a Marruecos, aunque también se iba alegrar si pasaba España. Al final del partido era incapaz de contener la emoción. Como él, todo su grupo y la mayor parte de la sala, donde podía incluso verse alguna camiseta española.

Lo mismo opina Abdel Kader Magnas, organizador del evento, que se preocupó en todo momento por que se viviera el evento en paz, y animó desde el principio a la comunidad en redes sociales a que no hubieran disturbios ni violencia de ninguna clase. «El fútbol debería ser una fiesta. Animo a marruecos porqué es donde nací, pero me siento mal en parte por España«, apuntaba al final del partido.

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