Miranda desatasca las dudas de España

Lejos de la alegría y la algarabía de los dos primeros encuentros de esta Eurocopa, los futbolistas de Santi Denia saltaron al césped de Bucarest con dudas similares a las mostradas en el empate ante Ucrania. Los nervios eran evidentes al presenciar cómo la desinhibida Suiza le disputaba la posesión de balón. Es más, sólo la electricidad de Rodri, con varios disparos tras conducción, y la magia de Baena en el pase con riesgo, permitían a los españoles respirar. Precisamente un bonito pase en profundidad del mediocampista del Villarreal creó la mejor oportunidad del primer tiempo; pero Sergio Gómez, trastabillado, no consiguió definir en el mano a mano. Igualmente, esta ocasión fue la única muestra de buen fútbol en un primer tiempo protagonizado por la lentitud y una tediosa imprecisión. Las gradas vacías del estadio de Giulesti tampoco animaban la noche.

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A la vuelta de vestuarios, la selección recompuso su coraza y se alejó de la ansiedad tocando horizontalmente la pelota. El azar en la meta contraria brillaba por su ausencia y el 0-0 parecía inmutable; hasta que Abel Ruíz, con calma, encontró en el pase de la muerte a Gómez, que de zurda y por bajo rompió la igualada en el minuto 68. Nada más pasó hasta la orilla del fin, cuando el presente sorprendía a España: Von Moos, ante la pasividad de Pacheco y Paredes, encontró entre líneas a Amdouni para que el del Basilea sellara el empate en el 93.

El alargue fue inevitable, pero en ella halló la selección la fortuna. Miranda, con un disparo que tocó en pierna rival en el minuto 103, encontró el sinuoso camino hacia las semifinales.