Fútbol / El escándalo Vinicius
Miedo y tres avisos: la mirada se vuelve hacia los anticuados protocolos antirracismo del fútbol
El fracaso arbitral en los incidentes de Mestalla airea que los mecanismos implantados por la FIFA en 2019 para suspender partidos necesitan una reforma
Como eres negro y estás llorando
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Iniciar sesiónTodos los focos están sobre Vinicius Jr., el VAR y las autoridades, pero Carlo Ancelotti fue muy claro el martes pasado; hay un problema adicional, del que casi nadie habla: el protocolo antirracista de la FIFA está «obsoleto». Dicho protocolo, lanzado en 2019 por ... la entidad que rige el fútbol mundial, es de obligado cumplimiento «en todos los países y en todas las Ligas». Tiene tres fases: en primer lugar, se detiene el partido y se anuncia por megafonía que el partido podría llegar a suspenderse. Si se repiten los insultos, los jugadores abandonan el terreno de juego y se vuelve a recordar al público que, en el caso de continuar las agresiones verbales, se suspenderá el partido. El partido se reanuda; pero si continúan las agresiones, el encuentro es definitivamente anulado (y los tres puntos se otorgan al equipo rival). El domingo pasado, en el tristemente célebre partido de Mestalla, De Burgos Bengoechea sólo aplicó la primera: el encuentro fue suspendido nueve minutos.
Sobre el papel, la norma debería ser una herramienta muy efectiva para cortar estos comportamientos de raíz. Pero la realidad es que los árbitros nunca cancelan partidos por el hostigamiento a futbolistas negros. Si ya era raro que lo hiciesen antes de este refuerzo normativo, la repercusión agravada de sus decisiones –la pérdida de tres puntos para un equipo– ha derivado en una suerte de parálisis, como reconocen diversas fuentes a ABC (la FIFA, también consultada, no atendió nuestras preguntas).
El fútbol es un ejemplo más de que la creación de protocolos y normas tiene poca utilidad cuando no se aplican. Cuando la FIFA anunció los cambios en su normativa, hace cuatro años, la principal reforma consistía en reforzar el poder de los árbitros: ellos mismos podían tomar medidas drásticas si advertían racismo u otro tipo de discriminación en las gradas o sobre el césped. No obstante, existe en España un único precedente de partido suspendido: en 2019, semanas después del anuncio de la FIFA, el árbitro terminó antes de tiempo un Rayo Vallecano-Albacete porque la afición rayista no paraba de llamar «nazi» al futbolista ucraniano Roman Zozulya.
Cabe preguntarse, para entender la prudencia arbitral, qué posibles efectos tendría la anulación de un partido por racismo en unos aficionados ya de por sí embrutecidos. Y más aún, como señala un dirigente de un club, «¿qué pasa si aficionados del equipo rival se hacen pasar por aficionados de un club local para engañar al colegiado? Es un tema muy complicado de resolver».
Lo único cierto es que, al menos en España, el protocolo no termina de ser eficaz. Una hipótesis es que los árbitros no están preparados para afrontar esta responsabilidad. «Al primer árbitro que cancele un partido le pueden sancionar, y puede verse en el paro con cuarenta años», explica en conversación con ABC Víctor Esquinas Torres, el excolegiado internacional que lidió con episodios de racismo (como el de Samuel Eto'o en La Romareda en 2006) durante su carrera. «Hay que crear una herramienta potente para resolver esto. El grito de una sola persona en el campo no se oye. Si sucede algo más grave, se para el partido directamente. Todos a casa. Y que la Liga y la Federación decidan qué se hace con ese partido: repetirlo, a puerta cerrada, pérdida de puntos. Hasta que no hagamos eso, va a seguir ocurriendo».
Hay además un problema adicional, señala Esquinas: «El protocolo FIFA es un rollo, está mal diseñado. Primero avisan por altavoces y suspenden temporalmente el partido. El árbitro se reúne a puerta cerrada con todos: jugadores, el delegado de seguridad, representantes de la Federación, de la Liga… Luego se da una segunda oportunidad. El proceso puede durar 45 minutos. ¿Vas a tener al jugador víctima de la reunión con el runrún todo ese rato?».
Emilio Soriano Aladrén, reputado exárbitro internacional, no cree que los colegiados tengan miedo de aplicar el protocolo FIFA, pero considera este «anticuado» o «inapropiado para determinadas situaciones». «Si hay un partido en el que una zona del campo esté mayoritariamente humillando a una persona», recalca, «me da igual que el protocolo de la FIFA tenga tres, cuatro o cinco pasos. Desde mi punto de vista, el partido tiene que pararse inmediatamente. ¿Cómo se aguanta eso? No hablo sólo de racismo, me refiero también al caso de Zozulya o de cualquier mujer a la que insultasen 1.000 personas».
«El protocolo se tenía que haber aplicado al llegar el autobús al estadio, dos horas antes», sostuvo Ancelotti el martes (en referencia a los insultos de «mono» a Vinicius que captaron las cámaras)». «Si lo aplicas en el minuto 70, te has equivocado. Hay que aplicarlo antes y durante el partido». «No eran casos aislados», continuó. «No fueron una o dos personas; España no es racista, pero hay racismo en el fútbol, sobre todo en los estadios, donde todo está permitido. Esto se tiene que acabar. Condenar no es suficiente. Hace mucho tiempo que condenamos este tipo de actos». Si los jugadores del Real Madrid y su entrenador hubiesen abandonado por su cuenta el césped de Mestalla, se habrían expuesto a una fuerte sanción deportiva por incomparecencia.
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Gianni Infantino, presidente de la FIFA, viene manifestando desde hace meses su solidaridad con Vinicius y todos los que sufren abusos racistas. «Está claro que con el sistema que tenemos cada organizador es responsable de los incidentes que pasan en sus competiciones», afirmó en el Congreso celebrado en marzo en Kigali: «Los árbitros tienen la posibilidad y la obligación de parar los partidos si hay insultos racistas». Este lunes, a través de una historia de Instagram, volvió a «recomendar» que el fútbol adopte el protocolo de tres pasos, vinculante para todas las federaciones nacionales.
La FIFA arropa el protocolo sancionador con un sistema de monitorización de incidentes y un sinfín de campañas de sensibilización ciudadana, además de formación a las federaciones. Pero puede necesitar un ajuste para determinados contextos, según fuentes autorizadas de la industria, «para terminar de una vez con esta lacra en cuestión de meses. ¿En qué otro ámbito de la vida, o profesional incluso, se dan tres oportunidades a un racista antes de atajar el asunto?».
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