AT. MADRID - REAL MADRID
El Metropolitano no fue suficiente
Ambiente memorable en el feudo rojiblanco de inicio a fin, pero de nuevo con sabor amargo ante el Madrid
Dios es del Madrid y le mete en cuartos en la tanda de penaltis
Madrid
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Iniciar sesiónDerbi madrileño, episodio IV, el definitivo si no se quedan con ganas de más y vuelven a citarse en la final de Copa. Ocho largos días ha aguardado la parroquia rojiblanca para regalarse la mejor noche en la historia del Metropolitano. O, al menos, intentarlo ... desde bien temprano. Horas antes del encuentro, todos los accesos se encuentran saturados y no cabe un alfiler en la avenida de Arcentales. La tremenda humareda rojiza que inunda el ambiente impide a los aficionados percatarse de la llegada del autobús de los suyos, sin que ellos impida que el nivel de decibelios sea poco saludable.
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Llorente, otro penalti para olvidar en el Atlético
José Carlos Carabias
La gran animosidad vivida en los prolegómenos del encuentro no impide que se reproduzcan los habituales, no por ello menos condenables, cánticos racistas contra Vinicius y ofensivos contra Juanito, algunas cargas policiales sin mayores consecuencias, el intento de colarse por parte de decenas de Ultras Sur, expulsados a tiempo por las fuerzas de seguridad, y la tensión al cruzarse con la grada de animación actual del Bernabéu trasladada hasta el feudo colchonero.
«Nada está escrito» es la frase escogida desde el club en la previa para aumentar la esperanza entre sus filas. El Metropolitano, que retumba como pocas veces, opta por «me matas, me das la vida» para recibir a los protagonistas. El estallido del pitido inicial casi se funde en uno solo con la celebración por el gol de Gallagher. No es que hiciera falta ayuda alguna para levantar a la parroquia colchonera, pero empatar la eliminatoria a las primeras de cambios supone un subidón innegable.
Al contrario que en la ida, goza el encuentro de todos los ingredientes de un buen derbi. Intensidad, tensión, potencia en el choque, algún amago de tangana, un ambiente de gala, también ayudado por los miles de madridistas, y las revoluciones a todo volumen. Tanto que Giuliano atropella a Ancelotti al despejar un balón y el italiano se duele de la rodilla antes de recibir las disculpas del argentino.
Y, por si fuera poco, media hora de fútbol gratis. Antes de eso, casualidad o no, Vinicius falla un penalti en el fondo desde el que cayó un balón de playa unos minutos antes. La jugada tras la cual el Metropolitano se convierte un manojo de nervios, más si cabe en la prórroga, ni que decir tiene en la tanda de penaltis. Pero el feudo rojiblanco, igual que sus futbolistas, saca fuerzas de donde no las hay y entona su himno a todo pulmón. Pero el doble toque de Julián, avisado con vehemencia por el banquillo del Madrid, y el fallo de Llorente condenan al Atlético. El Metropolitano no fue suficiente.
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