Desde mis Antípodas
Tápese un poquito, señor Rubiales
Lo que ocurrió en la celebración del Mundial es injustificable. Un cargo público, y él lo es, requiere contención, inteligencia emocional, saber estar y diplomacia
Jaque mate a la historia
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Iniciar sesiónLo que nos faltaba. Por si había pocas fechorías en el haber de Luis Rubiales, el domingo siguió aumentando su cuenta con lo que podríamos catalogar, siendo generosos, como un acto impropio, deleznable, vergonzante, sin renunciar de plano a considerarlo como vomitivo.
Bonito papel, el ... día que España gana su segundo Mundial en la Historia. El máximo representante de nuestro fútbol copando las páginas de los principales diarios internacionales, en lo que para muchos supone una clara muestra de que el sexismo sigue vigente en este deporte. No, no somos tontos, ni gilipollas por molestarnos y, mucho menos, por alzar la voz. El mundo no está contra él, ni nos creemos sus disculpas, con precipitación, ante la presión social desatada.
Ha metido la pata hasta el fondo. Tanto, que la disculpa ya no es pretexto para pasarlo por alto. Lo que Rubiales ha hecho lo ha visto el mundo entero y la valoración es implacable, sin sesgo ni nacionalidad. Ante la duda, mírese hoy el 'New York Times', 'The Guardian' o 'L´Equipe'.
No voy a mentir: me hubiera encantado que la respuesta de Jenni hubiera sido, in situ, mucho más contundente. Y que, con el paso de las horas, hubiera intentado algo más que volver a reconducir el foco mediático hacia donde nunca debió de dejar de tenerlo. Correcto: es un superior y alguien cercano. Pero no es no. De cerca y de lejos. No obstante, la entiendo. Seguramente no hubiera hecho lo mismo, pero la entiendo.
En aras de la campechanía, en este país hemos justificado actitudes de dudosa jocosidad. Lo de ayer no fue una cuestión de detalle. Rubiales ofrece una imagen de España de la que huimos desde hace años y por la que luchamos día a día, cada una y uno de nosotros, desde nuestra trinchera. El ministro, con buen criterio, ha reprobado su actitud. Que entre el beso en la boca y el agarre de testículos, menudo día para el resto de los presentes en Sídney, Reina incluida.
Lo que ocurrió en el marco de la celebración del Mundial es injustificable. Un cargo público, y Rubiales lo es, requiere contención, inteligencia emocional, saber estar y diplomacia. Ni una. El presidente de la RFEF, el domingo, no mostró ni una de esas cualidades.
Me olvido, quizás, de la más importante: el sentido común, que no tiene género ni fronteras, y que obligaría a mucho más que a una simple y forzada disculpa. Claro que, para eso, hay que tenerlo.
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