Es fútbol y es femenino
¿Y por qué una futbolista no puede ser coqueta?
«En su etapa en el Real Madrid, Asllani dedicaba entre 30 y 45 minutos a prepararse antes de saltar impecable al campo. Las compañeras la miraban asombradas y la llamaban la princesa»
Con balón, esmalte y pintalabios: la polémica que rodea a Alisha Lehmann
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Iniciar sesiónLo de Alisha Lehmann, la suiza que se las verá con España el viernes y que juega arreglada como si saliera de fiesta, no es pecado, ni siquiera una novedad. Son muchas las futbolistas que se maquillan y se peinan con esmero antes de ... un partido. Y no es solo una cuestión estética, que podría equipararse a los peinados, tintes y cortes que lucen futbolistas hombres. Es además una forma de expresión, confianza y empoderamiento que viene a recalcar que jugar al fútbol no está reñido con tener una determinada compostura estética, sea la que sea. Lejos de ser una frivolidad, es para muchas futbolistas una forma de reivindicar y enfatizar su identidad femenina. Demuestran que pueden marcar goles con máscara de pestañas y trenzas o moños altos bien sujetos.
El primer caso que yo viví fue el de Kosovare Assllani. La sueca combina su talento con una imagen impecable. Siempre, incluso en plena acción, luce peinados clásicos pero muy bien acabados y un maquillaje natural pero siempre visible. Son su seña de identidad, y coinciden casualmente con su estilo limpio y pulido a la hora de jugar al fútbol. Recuerdo que en su etapa en el Real Madrid, Asllani dedicaba entre 30 y 45 minutos para prepararse antes de saltar impecable al campo. Las jugadoras que venían del Tacón la miraban asombradas y la llamaban 'la princesa'. Ellas, a su manera y acorde a su edad, también intentaban mantener códigos de estilo personales que marcaran su identidad y gustos.
En aquel equipo estaba Sara Ezquerro. Tenía el pelo largo y, como tantas, tenía que jugar con una trenza que, muchas veces, ella misma no podía hacerse. Cuando viajábamos fuera, su madre siempre estaba esperando a la llegada del autobús para hacérsela. Era mucho más que simple coquetería o comodidad: era un ritual que le permitía mantener su identidad y de paso, ganar autoconfianza y seguridad.
La sueca Sofia Jakobsson, ex madridista y que ahora juega en San Diego, Estados Unidos, jamás permitía al club publicar una foto suya antes, durante o después de un partido si no la autorizaba previamente ella tras comprobar personalmente que saliera favorecida. Casos como el de ella, como el de Asllani, el de Lehmann y muchas otras, están ayudando a cambiar la percepción sobre cómo debe verse una atleta.
El fútbol femenino no solo ha ganado estos años en calidad y visibilidad, sino también en diversidad. Ya nadie espera una imagen estereotipada de las futbolistas. Las hay altas, bajas, más rudas o menos, las hay' fashion victims' o con un estilo propio que incluye maquillaje, tendencias, tatuajes, peinados de moda y ropa top. Exactamente igual que lo que ocurre entre ellos. Las jugadoras ya no tienen que parecer hombres para ser tomadas en serio. Ahora, pueden ser fuertes y presumidas, rápidas y peleonas, estar al cabo de la calle de las tendencias y peinarse o tatuarse para seguir sus códigos de estilo, los que las definen y con lo que construyen buena parte de su carisma. Si quieren, pueden ser Alisha Lehmann.
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