Luis Rubiales, el hombre que convirtió a Villar en un santo
Su presidencia ha estado marcada por escándalos de todo tipo
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Luis Rubiales dimitirá este viernes tras el beso a Jenni Hermoso
Sigue el caso de Luis Rubiales en directo: última hora del presidente de la RFEF
El presidente de la RFEF, Luis Rubiales, presentará su dimisión este viernes 25 de agosto
Luis Rubiales se había convertido ya en tema de conversación para media España por andanzas y chanchullos diversos, pero su fama alcanzó a la otra media este domingo tras la surrealista celebración del Mundial femenino en Australia (en la que ni siquiera ... tendría que haber reclamado tanto protagonismo). En muchas de esas conversaciones se ha colado estos días el nombre de Al Capone, el mafioso más célebre de la historia, que escapó de cientos de delitos pero terminó siendo detenido por no pagar impuestos. Autodestruido por su carácter volcánico y su ansia de notoriedad, la caída de 'Rubi' es en realidad el reflejo de un sistema clientelar y corrompido que ha pasado por alto, como se verá a continuación, varios escándalos tan graves (o más graves aún) que su ya inolvidable ósculo en la boca de Jenni Hermoso.
Carismático y tenaz, Rubiales arrastraba ya polémicas desde su época como presidente del sindicato de futbolistas mayoritario, AFE, al que llegó en 2010 con la fama de jugador duro y carismático que le acompaña desde sus tiempos de defensa central en Primera División. Ya entonces se especuló (y mucho) con su implicación en el amaño de algunos partidos como capitán del Levante, pero jamás pudo probarse nada. Tras ser reclutado para la Federación Española de Fútbol por Ángel María Villar en 2015, llegó al poder un año después de la caída de éste, en 2018.
Su primera labor, además de representar a España en el Mundial de Rusia, fue reorganizar los patrocinios: algunos se fueron discretamente, muchos siguieron, otros fueron renegociados. El panorama adquirió un tono más sospechoso poco después, cuando Rubiales y su junta directiva consensuaron una reforma jamás vista en la historia del fútbol español: establecer una comisión del 0,15% para todo euro que entrase en la federación. El presidente llevaba la palabra «valores» cosida a los labios ya desde su aterrizaje, complicado semanas después en el Mundial de Rusia por el 'caso Lopetegui' (un asunto en el que ya mostró su tendencia al impulso y las cajas destempladas). En realidad, estaba empezando a enriquecerse de una manera insólita: de hecho, costaba a la Federación el triple que Villar.
Rubiales ingresaba casi un millón de euros anuales entre comisiones y cargos (incluida una vicepresidencia de la UEFA, organismo que no se ha pronunciado sobre sus excesos). La vida le sonreía, sobre todo si se tiene en cuenta que sólo dos años antes Hacienda le había embargado una propiedad en Motril por una deuda procedente de 2008. En 2021 se compró un ático impresionante con una terraza de 100 metros y piscina privada en la madrileña calle de Ferraz, muy cerca de la sede del PSOE (donde militó siempre su padre, ex alcalde de Motril). Le costó casi dos millones de euros. La Federación le seguía pagando una dieta adicional por alojamiento, de 3.000 euros mensuales, a pesar de estar empadronado en Madrid.
El sistema inédito de comisiones impulsaba la ampliación del presupuesto de la Federación. Y entonces llegó el chollo árabe: en otra decisión sin precedentes, Rubiales trasladó el torneo de la Supercopa de España al extranjero: concretamente, a la lejana Arabia Saudí (un país alejado de los 'valores' habitualmente defendidos en público por la Federación), a cambio de 425 millones por ocho años de exilio. El presidente se aseguraba otros 650.000 euros extra; el negocio lo justificaba todo, pese al estupor de la afición. Pero el estupor se convertiría en indignación cuando se filtraron unos jugosos audios entre Rubiales ('Rubi') y Gerard Piqué ('Geri'), en el que el dirigente y el exfutbolista empresario se repartían millones con alegría cariñosa y se recomendaban hablar con el Rey Emérito para lubricar las negociaciones. (Los célebres 'Supercopa Files'). «Es una campaña de acoso. No puedo garantizar que no me vayan a meter un saco de cocaína en el maletero«, dijo Rubiales después para justificarse.
La decisión de ponerse comisiones nada más alcanzar la presidencia no había gustado a los departamentos de cumplimiento normativo de algunos patrocinadores de selecciones españolas (LG, La Caixa), que se retiraron sin hacer ruido. Y llegaron otros nuevos, como la empresa alicantina Finetwork. Respecto a Adidas, su principal patrocinador, 'Rubi' anunció en mayo de 2019 que rompía su acuerdo, vigente hasta 2026. Después de duras negociaciones y una amenaza judicial de la empresa alemana por ruptura unilateral de contrato, el acuerdo fue ampliado hasta 2030 (18 millones anuales), con sus correspondientes comisiones. Para entonces Javier Tebas, el presidente de la Liga, enemigo acérrimo de la Federación durante años, ya repetía que «Rubiales está haciendo bueno a Villar». Como muchos periodistas experimentados, hartos del bombardeo de querellas y burofaxes que jamás llegaron en la época del vizcaíno defenestrado.
A pesar de la riqueza creciente, la Federación de Rubiales no ha logrado aún hacer sostenible el tercer nivel del sistema de ligas españolas. La Primera RFEF (no profesional), que reemplazó en 2021 a la Tercera División y a la Segunda División B, ha logrado terminarse entre graves problemas económicos de un buen número de equipos. La competición vive un alto nivel de polarización entre los clubes participantes, con numerosas críticas a la Federación y a su modelo económico. Existe el riesgo de desaparición en las próximas temporadas.
La orgía de Salobreña
Rubiales, crecientemente acostumbrado a aparecer en las primeras páginas de los diarios, volvió a ocuparlas primeras cuando su tío Juan, su hombre de confianza los dos primeros años de mandato (hoy enemigo mortal), reveló a la Fiscalía Anticorrupción que el presidente y otra decena de directivos habían organizado una orgía con ocho o diez prostitutas durante unas unas jornadas llamadas 'de trabajo' celebradas en un chalet de Salobreña (Granada) en el verano de 2020. (Todo ello a cargo del presupuesto de la Federación). 'Rubi', que siempre lo ha negado, terminó devolviendo los gastos de aquellas jornadas.
La lista de denuncias, audios filtrados, espionajes a críticos de la Federación y acusaciones mutuas en este lustro apasionante no tiene fin y desborda el ámbito de este artículo. Basta con recordar la grabación engañosa de Miguel García Caba, director de Integridad de la Federación, a Tebas y a Gerardo González en una reunión que convocó para, teóricamente, desvelar las corruptelas de su presidente. O la denuncia de David Aganzo, exfutbolista y hoy presidente del sindicato AFE, que presentó una denuncia ante la Guardia Civil por presunto espionaje por parte de Rubiales.
En cuanto a su relación con el otro gran actor del fútbol español, la Liga, puede resumirse en que no pudo ser peor (un rasgo clásico de nuestro deporte).
Las desavenencias sobre los horarios de los partidos y su batalla constante por las competencias han sido el lado más visible de una guerra total, agravada –si cabe– por una antipatía personal entre ambos presidentes que ni siquiera intentan ocultar.
Aunque quizá menos mediático, la actitud de Rubiales y su vicepresidente (Andreu Camps) con la nueva Liga Profesional de Fútbol Femenino (Liga F) desde su creación, hace un año, es probablemente el capítulo menos honroso de su gestión. En una entrevista exclusiva con este periódico hace poco más de un mes, su presidenta, Beatriz Álvarez, acusó directamente a Rubiales de querer «destruir» la Liga F a base de «ahogarla económicamente», buscando su «fracaso» para poder decir que es imposible profesionalizar el fútbol femenino y, por ello, «volver a tomar control de él». (Álvarez también acusó al Gobierno y al CSD de amparar este proceso de destrucción). Un dato: en sólo un año, la Federación ha elevado un 550% los costes arbitrales a los equipos femeninos, amenazando directamente la sostenibilidad de la competición.
Por último, llegó el Mundial femenino, precedido de una crisis de diez meses ocasionada por la decisión de 15 jugadoras internacionales de pedir cambios en el cuerpo técnico y supeditar su presencia en la selección a una mejora de las condiciones de trabajo. Rubiales defendió al seleccionador, Jorge Vilda, y aguantó el pulso con firmeza, favorecido en este asunto concreto por la opinión pública. Ninguna de las 15 jugadoras se atrevió a decir en público lo que decían en privado, y perdieron la apuesta. La conquista del Mundial significaba la redención definitiva de Rubiales y de su cuerpo técnico, pero en ese preciso momento el presidente mostró su cara menos presentable: de forma incomprensible, se agarró los testículos de forma desafiante en el palco, rodeado de la reina Letizia y la infanta Sofía. Después cogió en brazos y levantó a varias jugadoras mientras las felicitaba. Por último, le plantó un beso en la boca a Jenni Hermoso. El resto es historia: la consolidación definitiva del fútbol femenino español empañada en la prensa nacional e internacional por gestos machistas y obscenos (además de un abuso de autoridad) de su máximo representante ante los monitores del mundo entero. Una mancha imposible de borrar que ni sus aliados comprenden: como dice uno de ellos, de reconocida trayectoria, «los huevos te los agarras cuando van a tirar una falta y estás en una barrera, no en el palco. Sobre todo, si tienes a la Reina al lado».