Jugar la Liga fuera de España: ¿sin negocio no hay fútbol o prostitución?
El visto bueno de la RFEF a que el Villarreal-Barça se juegue en Miami ha desatado posiciones encontradas. Salvador Sostres aplaude la medida. José Miguélez la critica. ¿De qué parte está usted?
Sorteo Copa del Rey: cruces, partidos y rivales del Real Madrid, Barcelona, Atlético y resto de equipos en el cuadro de dieciseisavos
Sí
Salvador Sostres
Sin negocio no hay fútbol
«Cuanto antes el fútbol deje de ser 'nuestro' en el sentido de español, antes mejorará la audiencia y la emoción de la competición»
La creación de una Liga nacional tuvo sus detractores con el argumento de que el fútbol era un deporte de barrio y la Champions (entonces Copa de Europa) que inventaron e impulsaron Raimundo Saporta y don Santiago Bernabéu tuvo los mismos detractores y por los ... mismos motivos que hoy tiene la Superliga de Florentino Pérez. El progreso no se detiene nunca pero siempre hay un miedo cantonal ligado a la tradición y al terruño.
Cualquier nostalgia territorial o identitaria acaba palideciendo ante el progreso y el comercio, y la Champions es hoy junto al Mundial el mejor espectáculo del planeta, y lo es y lo puede ser por el negocio que genera. La idea de jugar algunos partidos de la Liga en Miami, o el clásico en Arabia, como estuvo a punto de conseguir Joan Laporta la temporada pasada, fomenta la promoción y por lo tanto el negocio del fútbol español, y si mejoran los ingresos mejoran los jugadores y los entrenadores que pueden fichar los distintos equipos. Desvincular cualquier aspecto de nuestras vidas de la moneda es no entender al ser humano en su esencia más profunda. Sin negocio no hay fútbol, no hay medicina, no hay periodismo. Sin negocio no hay vida digna. No hay nada.
Por supuesto el fútbol tiene su parte romántica y sentimental, y sentir los colores está bien, pero la alta competición tiene un precio y cuando no lo pagas quedas atrás y desapareces. No es mi opinión. Es lo que hay e importa menos lo que a ti te parezca que entender de qué está hecha la realidad y saber adaptarse. Ni los socios pueden considerarse los propietarios de equipos como Barça o Madrid con las irrisorias anualidades que pagan ni el Barcelona podrá mantener a medio plazo las tarifas de sus carnets y pronto será una anécdota del pasado que el 70% de los abonados sean vecinos de Les Corts, el barrio al que pertenece el Camp Nou.
Cuanto más global sea el interés por nuestro fútbol, mejor fútbol tendremos. Cuanto antes deje de ser «nuestro» en el sentido de español, antes mejorará la audiencia y la emoción de la competición. Lo nacional cuando degenera se vuelve identitario y nacionalista, y superarlo es la única buena noticia. El libre comercio crea personas y sociedades libres y la competencia nos empuja a crecer más allá de lo que solían ser nuestros límites.
No
José Miguélez
Prostitución
«La medida tiene un punto indiscutible de adulteración de la competición y ni siquiera la selección de nombres es azar»
Para empezar, hay una injusticia deportiva bien a la vista. El Barcelona va a jugar en campo neutral una de sus visitas ligueras aparentemente más comprometidas (incluso, es de suponer, con más público de su lado; la carga de papanatismo que encierra la globalización) . Luego la medida tiene un punto indiscutible de adulteración de la competición, de ventaja para uno y desventaja para otro, con daños añadidos (o beneficios) a terceros. Sea el cartel que sea, que es de imaginar que irá variando año a año, habrá un equipo perjudicado y otro favorecido.
No hay fórmula posible que proteja el principio de igualdad de un torneo que basa su estructura precisamente en lo mismo para todos (lo que vuelve más inquietante este silencio cómplice de los clubes). Porque ni siquiera el nombre de los contendientes es una cuestión de azar. Se trata de una elección tan negociada o dirigida como el actual (y no menos escandaloso) calendario a dedo. Además de injusticia, a la carta.
Pero sobre todo se trata de una nueva agresión al aficionado, al de cuna no al impostado, que ve cómo le raptan un encuentro que le pertenece (y no conviene olvidar que es precisamente ese grado de pertenencia lo que da sentido al fútbol, también como negocio). Y encima se trata del robo de un partido mayor, de los más atractivos del curso.
Un hurto posiblemente delictivo desde el punto de vista de estafa al abonado, al que le privan sin previo aviso de un acontecimiento por el que ya ha pagado (por más que luego se devolviese con alguna engañifa una parte proporcional). Tampoco sería la primera vez: la Supercopa de España también era uno de sus derechos y los precios no se han rebajado desde el mercadeo con Arabia. Mientras los hinchas sigan dejándose hacer y pisotear, la modernidad no se va a cansar de reducirlos.
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