Real Madrid-Chelsea
Koulibaly: «Me llamaban mono y negro de mierda, y creía que era mi culpa»
Champions League
El defensa senegalés liderará la defensa inglesa en el Bernabéu. En Italia, brilló en el Nápoles, pero lo pasó mal con los racistas: «Los negros tenemos que estar orgullosos de ser negros»
El Chelsea no levanta cabeza con Lampard
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Iniciar sesiónHoras después del sorteo de cuartos de final de la Champions, ABC se puso en contacto con un amigo en común del protagonista de esta entrevista. «Oye, ¿puedes preguntarle si le gustaría charlar de fútbol y de la vida con ABC, para presentar el ... Real Madrid-Chelsea?». «Ok, le consulto», dijo nuestro intermediario. Kalidou Koulibaly (20 de junio de 1991, Saint-Dié-des-Vosges) aceptó al momento la propuesta, pero sus compromisos con Senegal durante el parón de selecciones, distintas obligaciones familiares y el pandemónium en su club, con motivo del cambio de entrenador, el tercero de la temporada, complicaron las gestiones. El pasado viernes, en el hotel de concentración del Chelsea en Wolverhampton, día previo al gris reestreno de Lampard, cumplió su palabra y atendió amablemente durante 30 minutos a este periódico.
—Nació en Francia, a donde llegaron sus padres para tener una mejor vida.
—Ellos vivían en una pequeña ciudad de Senegal que se llama Nganno. Allí no había muchas cosas. Tenían que ir a Dakar, la capital, para ir al hospital o al colegio. Luego, cuando mi padre se hizo adulto, tenía que recorrer 100 kilómetros de ida y otros 100 de vuelta para ir allí a trabajar. Así que a finales de los ochenta mis padres se fueron, primero a París y luego a Saint-Dié-des-Vosges, una ciudad chica al noreste de Francia, cerca de la frontera con Alemania.
—¿A qué se dedicaban sus padres?
—Mi padre trabajaba en un aserradero y mi madre era limpiadora. Eran personas trabajadoras y humildes. No éramos pobres, pero ni mucho menos éramos ricos. Teníamos lo suficiente para vivir dignamente, ni más ni menos.
—¿Fue una infancia feliz?
—Mucho. Teníamos una vida normal, con lo justo, pero tuvimos una infancia preciosa, junto a mis padres, mis dos hermanos —Kalidou es el mediano de ellos—, y los amigos. Con muy poco se puede ser también feliz.
—¿Cómo es Saint-Dié-des-Vosges?
—Es un lugar de unos 20.000 habitantes, una ciudad de gente honesta y trabajadora, procedente de muchos lugares. Nosotros vivíamos en un barrio donde había muchos senegaleses, lo que ayudaba con el idioma, pero también había personas de Turquía, Argelia, Marruecos… Era una mezcla fantástica
—¿Qué aprendió criándose entre personas de distinta raza y origen?
—A ser tolerante y comprensivo. Mire, mi mejor amigo es de Turquía, y de pequeño yo iba muchas veces a su casa, o él venía a la mía, como si fuéramos hermanos. Pasábamos mucho tiempo juntos. Compartimos lo poco que teníamos y éramos felices solo por el hecho de estar juntos. Y así fue con el resto de la gente con la que compartí mi vida en Saint-Dié-des-Vosges.
—¿Era buen estudiante?
—Bueno, era aplicado. Me saqué el Bachillerato y quise ir a la Universidad, pero en ese mismo momento es cuando empiezo a jugar con el Metz en la Ligue 2 y ya fue muy complicado compatibilizar el fútbol profesional con los estudios. Tenía que apostar por lo segundo, era el sueño de mi vida.
—En el Metz no siempre el pulgar le señaló hacia arriba.
—Entre los 10 y los 12 años estuve en las categorías inferiores, pero a los 12 años me dijeron que no era lo suficientemente bueno y me tuve que marchar. Así que, tras invertir dos años de mi vida en la Academia del Metz, tuve que volver a casa y centrarme en los estudios. Quizás no tenía la capacidad para convertirme en futbolista profesional y, por eso, debía trabajar duro en la escuela para lograr un buen trabajo cuando fuera mayor. Me dije a mí mismo que sería imposible ganarme la vida como futbolista, aunque fuera mi sueño. O estudiaba o no tendría una vida sencilla. Me equivoqué, pero en ese momento las circunstancias me llevaron a pensar así.
—Tanto que se equivocó. Seis años después regreso allí.
—Regresar al Metz con 18 años fue como una revancha para mí. Quería demostrarle a todo el mundo que yo tenía nivel para jugar en su equipo, y me dejé la vida para que fuera así. Trabajé duro y todo salió bien. Jugar en la Ligue 2 fue una gran experiencia. Me demostré a mí mismo que podía ser un buen profesional del fútbol. Allí, además, jugué con Mané e hicimos una buena amistad que ha continuado en Senegal.
—Menciona la selección de Senegal. En categorías inferiores llegó a jugar con Francia, e incluso alcanzó unas semifinales del Mundial sub-20, en 2011. ¿Se ha arrepentido alguna vez de no haber continuado a nivel absoluto?
—Para nada. Nunca tuve dudas. Siempre supe que jugaría con Senegal. Creo firmemente en el destino que nos tiene preparado la vida. Recuerdo perfectamente los ojos de mis padres cuando les dije que iba a jugar con Senegal. Justo en ese mismo momento supe que había acertado y que tenía que jugar con Senegal. Ellos hicieron todo por mí y sé que les hice muy felices. Hemos sido la primera generación de Senegal en ganar una Copa de África y sé que ellos están muy orgullosos de que haya sido así. Además, hemos hecho felices a millones de senegaleses que aman el fútbol y lo viven con mucha emoción. Para mí es un honor jugar para el país de mis padres y, además, ser su capitán.
—Volvamos a su carrera de clubes. En 2012 deja el Metz y se marcha al Genk.
—Fue un gran salto para mí. Pasé de jugar en la segunda división francesa a la primera belga, y en un equipo que disputaba la Europa League. Con solo 21 años, fue un salto. Nunca había jugado competiciones internacionales. En el Genk coincidí con grandes jugadores, como Trossard, que ahora está en el Arsenal, o Bailey, que juega en el Aston Villa. También con Kara Mbojd, defensa senegalés como yo. Allí elevé mi nivel de fútbol y de competitividad.
—En 2014 llega al Nápoles, y allí estuvo ocho años, convirtiéndose en uno de los mejores defensas de la Serie A.
—Fui elegido en cinco ocasiones en el once ideal de la temporada y en una como el mejor defensa de la Serie A. Ganamos una Supercopa y una Copa, y peleamos durante varios años por el Scudetto. El Nápoles es un gran club. Se merece todo lo que le está pasando ahora.
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Javier Asprón
—No todo fue bonito en Italia. Allí sufrió unos cuantos episodios racistas. En Roma, en Verona, en Bérgamo, en Turín, en Florencia… ¿Cómo vivió todo aquello?
—Antes le dije que crecí en una comunidad con personas de todas partes, que me hicieron una persona abierta de mente y comprensiva. Por eso, cuando sufrí estos episodios de discriminación, me costó mucho entenderlos. Para mí era incomprensible que me insultaran por mi color de piel. No entendía porque había personas que hacían esto. La primera vez que me llamaron mono y negro de mierda estaba avergonzado. Yo era un chico joven y tímido, y pensaba que era el culpable. Pensaba que quizás no debería estar allí, pero los aficionados de Nápoles, el club, los compañeros y el staff me ayudaron a entender que tenía que estar orgulloso de quién era. Afortunadamente, en el fútbol no todos son así. Lo que tenemos que hacer es luchar contra los racistas que hay en este deporte, porque no tienen cabida. Son personas estúpidas que no representan a nadie. A esto me ayudó mucho Lukaku, que también sufrió episodios racistas en Italia. Los negros tenemos que estar orgullosos de ser negros. Es complicado cuando una persona te dice que eres un animal, un mono. Me da mucha pena, pero no es solo un tema de racismo. Yo peleo por cualquier tipo de discriminación. En Italia, mucha gente califica a los napolitanos como personas de mierda, y eso me apena. Hay que luchar contra todo esto. Y, sobre todo, inculcárselo a los jóvenes.
—Hasta Maradona le mostró su apoyo tras sufrir esos episodios racistas.
—Sí, sí. Me envió mensajes de apoyo que me dieron mucha fuerza y ánimo. Toda una leyenda como él, del fútbol y del Nápoles. Qué alegría. Salió con una camiseta mía y se hizo una foto para darme su apoyo. Y también dijo que era un gran defensa. Me hizo muy feliz y me hizo sentirme orgulloso de ser quién soy.
—¿Qué piensa cuando ve que en España también llaman negro de mierda y mono a Vinicius?
—Me entristece. Él tiene que pelear, como hice yo. Es un jugador fantástico y tiene que luchar contra toda esta discriminación, porque él tiene mucho impacto en el fútbol y en la sociedad. Tiene todo mi apoyo.
—Usted es padre de un niño, Séni, de 7 años, y de una niña, Nessa, de 3. ¿Cómo le explicará todo este asunto del racismo?
—Mire, como padre me gusta ser justo, un buen ejemplo para que ellos cometan los menores errores posibles. Mi hijo ve mucho fútbol y cuando crezca quiero que esté orgulloso de mí. Mi mujer es blanca y francesa, yo negro y senegalés, y ellos han nacido en Nápoles, es decir, son italianos. Tienen que entender que hay personas de diferentes de raza, origen y cultura. Ellos llevan sangre italiana, senegalesa y francesa. Ahora mismo, el mundo es una mezcla y ellos deben entender quién es su madre, su padre, sus abuelos y deben entender que se debe respetar a todo el mundo, sea del color de piel que sea, venga de donde venga, y tenga las costumbres que tenga. También en el asunto de la religión. Nosotros somos musulmanes, pero hay más creencias. No solo la nuestra. Quiero que sean buenas personas y quiero que respeten a todo el mundo. Mi deber en enseñarles cómo es la vida, porque la vida de hoy no es fácil.
—El pasado verano dejó el Nápoles por el Chelsea, ¿por qué?
—Mi carrera en el Nápoles estaba hecha. Amo el club y la ciudad, y lo di todo durante ocho años. Necesitaba nuevos retos en mi carrera. Decidí venir a la Premier, que para mí es la mejor liga del mundo. Quería demostrarme a mí mismo que podía tener éxito aquí, y el Chelsea fue una gran elección. Como le dije antes con el tema de Senegal, yo nunca me arrepiento de los pasos que doy porque estoy convencido que es lo mejor para mi vida y mi profesión.
—No se puede decir que su primer año esté siendo como hubiera pensado. Van por el tercer entrenador.
—La mitad de la plantilla es nueva, la propiedad es nueva y se necesita tiempo para encajar todo esto y ser productivos. Sabemos que tenemos un buen equipo y lo vamos a demostrar. Lo siento mucho por Tuchel y Potter, los dos entrenadores que han sido despedidos, pero ahora tenemos que centrarnos en el trabajo de Lampard. Él es una gran leyenda de este club. Conoce perfectamente la casa y eso hará que sea más fácil trabajar. Nos ha dicho a la cara la situación real en la que estamos y ahora tenemos que seguir sus consejos y creer en su trabajo. Su primer mensaje ha sido hacernos ver que cree en nosotros y que todos seremos importantes. Esa es una buena señal.
—En alguna ocasión, su nombre fue relacionado con el Real Madrid. ¿Qué hubo de cierto?
—Nada. Nunca he tenido contactos con el Real Madrid y el Real Madrid nunca se ha interesado por mí.
—Chelsea-Real Madrid en cuartos de Champions. Reencuentro con Ancelotti, entrenador suyo en el Nápoles entre 2018 y 2019.
—Tuvimos una muy buena relación. Tanto con él como con su hijo. Una relación sincera y de confianza. Me hizo mejorar mucho mi fútbol y me enseñó muchas cosas. Tiene mucho talento como entrenador. Con él, quedamos segundos en la temporada 2018-19 y el Nápoles creció como club.
—¿Qué eliminatoria espera?
—Muy complicada. Lo sabemos, pero tenemos que estar convencidos que somos capaces de competir contra ellos, porque si no, estamos perdidos. Si pensamos que no somos capaces de competir contra el Real Madrid, es mejor no presentarnos. El Real Madrid está en un gran momento, tiene un equipazo, acaba de meterle cuatro al Barça y es el actual campeón de la Champions. Es el favorito al 100%, no le voy a mentir, pero nos dejaremos todo para eliminarles.
—¿Cómo ve su cara a cara contra Karim Benzema?
—Benzema es maravilloso. Uno de los mejores delanteros del mundo. Mire lo que hizo en el Camp Nou, pero yo juego al fútbol para esto, para enfrentarme a los mejores jugadores. Y no me refiero solo a Benzema. Mire la plantilla que tiene el Real Madrid.
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