El segundo palo

Mi Jose

«En la mesa en la que escribo tengo una figurita de Mourinho que dice que sí con la cabeza cuando le pregunto si quiere volver»

Altivo y desagradable por naturaleza: Mourinho prolonga su historial de desplantes

Jose Mourinho, en la final de Budapest ante el Sevilla Efe

Homero escribiría hoy sobre mi Jose. Eso le dice la coqueta veleta Harriet Bird a Roy Hobbs en la escena del tren de 'El mejor': «Vivió hace mucho tiempo, escribía sobre dioses y sobre héroes y, de haber estado aquí viéndote, seguro que lo habría ... hecho sobre béisbol». El aedo ciego sería hoy cronista deportivo, cantaría las gestas de Messi y de Cristiano, hablaría de cómo se lograron La Decimocuarta de fútbol y La Undécima de baloncesto, con la intercesión de los Santos Ángeles Custodios incluida, y, entre Ulises y Aquiles, habría dedicado también un capítulo a Mourinho.

Mi Jose es un brillante héroe deportivo. Triunfó temprano y desearon pronto su fracaso, supo rehacerse, reconoció al entrenador que es y ahora llega mejorado a esta etapa de su vida, sabe más y lo explica con otra pausa, está completo, es invulnerable. Su talón es España, aquí le llamaron nazi, le compararon con un conductor ebrio que se da a la fuga después de un atropello y alguien encontró cierto paralelismo entre su figura y la de Bin Laden. Visto todo con la perspectiva que nos ofrece el paso del tiempo, lo que se hizo con Mourinho, como lo que se pretende calcar ahora con Vinicius, fue amedrentarlo para que acabara yéndose. Y se fue. Le fueron.

He oído a entrenadores y a jugadores que estuvieron en el mejor club deportivo de la historia hablando mal de su paso por aquí probablemente por despecho, Mourinho nunca, mi Jose jamás. De él dijeron cuando se fue que había dejado al Real como un erial pero desde que se marchó el Madrid ha ganado cinco Champions y tres Ligas. Le llamaron despectivamente semifinalista como si meter la cabeza entre los cuatro primeros de Europa fuera sencillo y sentó las bases de un Real triunfante, el mejor desde Di Stéfano. El ultradefensivo Mou dirigió desde el banquillo al Madrid más goleador de la historia, qué cosas.

En la T4 siguen considerándolo el mejor entrenador de la era Florentino, y lo es. De acuerdo, a veces le pierde esa furia interna que le convierte en el demonio de Tasmania, como pasó este miércoles ante el Sevilla, pero yo hablo del héroe y no del santo porque mi Jose no lo es, no señor. En la mesa en la que escribo tengo una figurita de Mourinho que me trajo de Roma mi amiga María y dice que sí con la cabeza cuando le pregunto si quiere volver. Así que mueve el culo, poeta, sal de Quíos y cuéntanos ya el remake de La Odisea.

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