El segundo palo
Ideales por medalla
«Y aún sin saber los motivos y a pesar de despreciar profundamente los modos empleados, yo me quedo antes con esas doce que eligieron morir de coherencia que con las otras tres»
Lola Gallardo: «No tengo por qué hacer pública mi felicitación a la selección»
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Iniciar sesiónLa pregunta es si nuestra selección femenina de fútbol habría llegado a la final del Mundial sin Bonmatí, Caldentey y Batlle, tres de las chantajistas que, en una acción perfectamente coordinada para hacer el mayor daño posible, decidieron plantar al equipo nacional hasta que ... la federación no entregara la cabeza de Vilda en bandeja de plata.
Hay quien todavía se lleva las manos a la cabeza cuando utilizo la palabra chantaje para definir lo acontecido en septiembre del año pasado pero a mí no se me ocurre otra mejor: sin anestesia previa y a las bravas, 15 jugadoras se dieron de repentina baja voluntaria a la espera, intuyo, de que a alguien le entrara el canguelo en Las Rozas. Imagino que, aguantado por Rubiales el envite, las futbolistas creyeron que a la selección le iría fatal sin ellas y que era cuestión de esperar a que la destitución cayera como fruta madura pero, ¡sorpresa!, a España le fue mejor. Transcurrieron los meses, se acercaba el Mundial, nadie cogía el teléfono, las 15 cayeron en el olvido, tres de ellas no aguantaron y el seleccionador picó.
Por supuesto que la pregunta que hacía al principio no tiene respuesta por la sencilla razón de que resulta imposible saber qué habría pasado sin el concurso de las tres chantajistas pero yo me inclino por responder que sí, España estaría igualmente en la final y además habría llegado a ella con los principios intactos. Vilda, que ya es el gran triunfador pase lo que pase el domingo, cambió honra por barcos, bajó sin flotador a tres futbolistas que habían dado la cara por él en el peor momento posible y subió a primera clase a Bonmatí, Caldentey y Batlle. En una entrevista concedida hace poco a Marca la primera de ellas, Aitana, seguía manteniendo que no debía dar explicaciones a nadie, confirmando que no ha aprendido la lección.
De modo que esos métodos antediluvianos denunciados por las chantajistas a través de sus portavoces mediáticos nos han llevado a disputar la final de un Mundial por primera vez en la historia, qué curioso. Y qué cara, además de la dura exhibida hace casi un año, debe habérsele quedado a las que no podrán jugarlo… aún desconocemos por qué. Pero, y aún sin saber los motivos y a pesar de despreciar profundamente los modos empleados, yo me quedo antes con esas doce que eligieron morir de coherencia que con las tres que sobrevivieron cambiando ideales por medalla.
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