El segundo palo
Cajas rojas
«La gente con criterio salió de la performance con la sensación de que Jan nos había tomado a todos por gilipollas»
Un favor a Laporta
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Iniciar sesiónDe las cajas rojas de Laporta emergió, cómo no, Francisco Franco, tremenda paradoja histórica si tenemos en cuenta que el Generalísimo fue el único militar que logró derrotar al comunismo, cuestión ésta que jamás le perdonó Iósif Stalin, Koba el temible. Franco ... es el McGuffin español ideal, lo mismo sirve para un roto que para un descosido. «¿Qué lleva en esa maleta?», le pregunta un viajero a su compañero de vagón. «¿Eso? Es un McGuffin», responde. «¿Un McGuffin?» «Sí, un aparato para cazar leones en Escocia». «¡Pero si en Escocia no hay leones, hombre!» «Ah, pues entonces no será un McGuffin».
En la víspera ya dije que Laporta no daría explicaciones, que agitaría un enemigo externo cualquiera y que trataría de distraer la atención con alguna cortina de humo. Sabía perfectamente que atacaría al Real Madrid y debí imaginarme que exhumaría al Caudillo. Café para unos cafeteros sin paladar y que no saben diferenciar entre un 'espresso' y un americano o, que si saben distinguirlos, permanecen más mudos que Harpo, no vaya a ser que el rey se dé cuenta de que va en pelotilla picada por mitad de Las Ramblas.
De las cajas rojas, como decía, surgió Francisco Franco Bahamonde montado a caballo. Cerca estuvo algún miembro del politburó culé presente en la primera fila, firme y esperando el discurso del amado líder, armado con su correspondiente vuvuzela, de llevarse un susto serio ante el relincho del equino, tan muerto como el Caudillo. Franco se dirigió a los presentes con un escueto «estoy feliz de volver a la Ciudad Condal», preguntó por Montal, aquel señor que le condecoró tantas veces y de un modo tan efusivo, y a punto estaba ya de firmarle una nueva recalificación al Barça cuando Laporta le conminó a que regresara a su correspondiente caja.
¿Qué contenían en realidad las cajas de Laporta además del espíritu de Franco? Yo creo que nada. Un operario las revolvió como los trileros de Gran Vía movían la bolita, las ordenó de más a menos rojo y la gente con criterio salió de la performance con la sensación de que Jan nos había tomado a todos por gilipollas.
De la charada sólo se puede extraer una conclusión positiva y es que el huido de la justicia Puigdemont montó en cólera por un vídeo del Real Madrid, convertido en hit, en el que se contaba toda la verdad. Dicho lo cual, y hasta la próxima aparición de Franco, hablemos de Negreira.
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