Óskarsson, la joya vikinga de la Real Sociedad que amenaza al Real Madrid

El elegido fue Orri Óskarsson (Reikiavik, Islandia, 2004). Un ariete de 20 años por el que la Real desembolsó el último día de mercado 20 millones de euros, lo que sumado a los tres en variables pueden convertirle en el traspaso más caro de la historia del club. Su contrato con el conjunto 'txuri-urdin' se prolonga por seis temporadas, buena muestra de las esperanzas que tiene depositadas la entidad en él.

Forjado en las filas del Grótta islandés, Óskarsson recaló en las categorías inferiores del Copenhague con 16 años. Su facilidad para ver portería en la cantera del conjunto danés le valió la oportunidad de debutar con el primer equipo a sus 17 primaveras, en el que no se asentó hasta la temporada pasada, tras una mili en forma de seis meses de cesión en el Sonderjyske, también en la Superliga de Dinamarca.

Su buen rendimiento y su juventud despertaron el interés del fútbol europeo, pero fue su fulgurante inicio en la presente campaña lo que llevó a mover ficha con celeridad a la Real. Siete dianas en doce encuentros, entre la competición doméstica y la fase previa de la Conference League, provocaron la llegada del prometedor ariete nórdico a Anoeta.

Con apenas un entrenamiento a sus espaldas, Óskarsson se vistió de corto y debutó en Getafe. Dispuso de 25 minutos, pero entre poco y nada pudo aparecer debido a la nula aportación ofensiva de los de Alguacil. Tras ello, hizo de nuevo las maletas para acudir a la llamada de su selección, con la que registró un gol en los dos encuentros de la Nations League que disputó. Con varias sesiones junto al grupo esta semana, ante el bajo nivel de Sadiq y la duda sobre el estado físico de Oyarzabal, el islandés se presenta como una de las opciones para liderar el ataque realista hoy frente al Real Madrid.

«Es una oportunidad maravillosa para mi carrera. Cuando se dio la oportunidad, no hubo ninguna discusión de que tenía que venir aquí», aseguró Óskarsson el pasado jueves en su presentación como futbolista de la Real. A pesar de sus 186 centímetros de altura, el nórdico destaca su capacidad de asociación como uno de los grandes fuertes de su juego. «Si combino con mis compañeros y estoy acertado, puedo ser un buen jugador para la Real», mantuvo.

Además, presume de un potente juego aéreo, una buena finalización y una gran lectura a la hora de desmarcarse. Todas ellas virtudes por pulir en una joya vikinga llamada a crecer de la mano del conjunto blanquiazul antes de, si se cumplen los presagios, dar el salto a la élite del fútbol europeo.