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De cara

Correa derrota a los idiotas

«El Atlético no puede permitirse la más mínima sospecha de complicidad o debilidad con los violentos»

La pausa de hidratación ultra

Correa festeja su gol, el del empate 1-1 en el Atlético de Madrid-Real Madrid REuters
José Miguélez

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Un público influyente, que levanta a su equipo y encoge al rival, terminó en compañía indeseable y destructiva, nociva para todos. Diez espectadores, veinte, quizás los 112 que pasaban de 70.000 hasta convertir en histórico el aforo, ensuciaron a golpe de mechero y ... vandalismo un derbi que los entrenadores habían vuelto futbolísticamente aburrido, cobarde, infame. 112 tipos que avergonzaron a una institución que una vez más está en la obligación de localizar y expulsar. Por eso, aunque es injusto culpar a 70.000 de la imbecilidad de 112, se vio hasta desagradable el festejo final del Atlético con la zona donde se escondían y ocultaban los autores de los sucesos deplorables. También las conversaciones a ras de césped de algunos jugadores con los portavoces encapuchados. Con esa gente no se dialoga. No es cuestión de si Courtois merece o no un reproche por su respuesta desafiante a los energúmenos, es que el Atlético no puede permitirse la más mínima sospecha de complicidad o debilidad con ellos.

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