Fútbol
John Textor: el excéntrico magnate salvador de Botafogo
mundial de clubes
Llegó y cambió al club brasileño la fama de perdedor tras un recorrido dispar como multipropietario en el fútbol
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Es Río de Janeiro una ciudad de fútbol. La urbe brasileña cuenta entre sus calles con cuatro equipos históricos, pero entre ellos hay uno acostumbrado a observar con envidia las glorias ajenas. Flamengo, Vasco da Gama y Fluminense conforman el podio del balompié carioca, seguidos ... por un Botafogo vinculado por costumbre a la derrota. El club que se dio a conocer gracias al talento sin igual para el regate de Garrincha se convirtió en el cuarto conjunto de Río en discordia después de décadas sin apenas éxitos y un declive reciente que le llevó a comienzos de siglo a descender por primera vez, una Segunda que volvió a disputar dos veces más. Hasta que la llegada de John Textor (Kirksville, 59 años) a la propiedad trastocó la historia y devolvió a Botafogo al primer escalón del fútbol brasileño.
Nacido y criado en el estado de Misuri, el primer contacto del empresario estadounidense con el deporte llegó a través del skate, obligado sin embargo a una temprana retirada debido a una lesión. Ya ubicado en el mundo financiero, tras aciertos y reveses en sus primeros intentos como inversor, se especializó en tecnología de efectos visuales para la industria del entretenimiento. Lo que llevó a hacerse con Digital Domain, una empresa de reconocido prestigio que bajo su mandato se llevó el Óscar a los mejores efectos visuales por la película 'El curioso caso de Benjamin Button'. Sin embargo, la compañía terminó en bancarrota y con una demanda por parte del estado de Florida contra Textor acusándole de fraude.
Después de experimentar las caras dulce y amarga de la economía estadounidense, Textor optó por adentrarse en el mundo del fútbol. Primero, durante su etapa al mando de Facebank, con la compra de fuboTV, un servicio de retransmisión en vivo centrado sobre todo en el fútbol internacional. Su primera aventura consistió en 2021 en adquirir una participación del Crystal Palace por valor de unos 100 millones de euros, convirtiéndose así en copropietario del conjunto inglés. El prefijo 'co' no terminó de convencer a Textor, lo que le llevó a grandes inversiones para presidir el Molenbeek belga, seguido por Botafogo y el Olympique de Lyon, los tres equipos que se encuentran bajo el manto de su grupo Eagle Football Holdings.
A pesar de acumular pocos años en la industria del fútbol, ha dejado impronta con gestos excéntricos y salidas de tono habituales. Una figura que no deja indiferente a nadie, como le ocurre en Francia, donde ha sido capaz de sumar detractores compañeros y rivales. En Lyon, la situación límite a nivel financiero a la que ha guiado al Olympique ha generado una amenaza de descenso a Segunda y la obligación de vender sus principales activos, ante una afición que siente animadversión hacia él. Probablemente el mismo sentimiento de Al-Khelaifi, dueño del PSG, contra quien Textor arremete cada vez que puede al grito de «matón y tirano». Un enfrentamiento conocido que aumentó más si cabe la alegría del estadounidense tras derrotar al PSG el pasado jueves.
Precisamente, es en Brasil donde el sentimiento que genera Textor es el contrario, de reconocimiento y agradecimiento. Al menos entre la afición de Botafogo, que fue testigo de tres descensos y una deuda de mil millones de reales (unos 157 millones de euros), se asustó con los grandes cambios que aplicó el magnate a su llegada y se emocionó con el regreso de El Glorioso al primer escalón de fútbol, no solo brasileño, sino sudamericano. Porque la temporada pasada, además de romper una sequía sin un título de liga de casi tres décadas, Botafogo estrenó su palmarés en Copa Libertadores. Un doblete para la historia que llevó a los brasileños al Mundial de Clubes.
Pero también en tierras brasileñas conocen todas las facetas de Textor, el mismo que tras ver a su club perder en 2023 el liderato en las últimas jornadas acusó directamente al campeonato de amaño incluso presentando unas supuestas pruebas, en un caso que involucró al Tribunal Superior de Justicia Deportiva y terminó costándole una generosa multa.
Una derrota, en lo deportivo, que volvió a recuperar la fama de perdedor para Botafogo. Tanto que 'Botafoguear' es un verbo que se utiliza coloquialmente en Brasil para hablar de alguien que aspira a ganar, pero acaba perdiendo siempre. Y así era hasta la llegada de Textor, el propietario excéntrico y ruidoso, exagerado en sus declaraciones, que tiene al club al filo de unos octavos de final de un Mundial de Clubes. A expensas de no caer por goleada ante el Atlético.
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