CROMOS DE NIETO / RECUERDOS DE LIGA
Karanka antes de Mourinho
Fue significativo, tras su paso por el Real Madrid, con tres Copas de Europa, su retorno al Athletic de Bilbao
Mostovoi, el 'zarísimo'
Hay clubes que llevan muy dentro eso de las esencias. Es su sino, su forma de presentarse al mundo, y dan romanticismo a estas cosas de nuestro balompié. En el caso del Athletic Club de Bilbao es algo más, es memoria de tal o ... cual calabobos en el Viejo San Mamés, que es Dios, equipo y viejas leyes, como sabe todo buen cristiano.
De la política rojiblanca de jugadores del Pirineo a la raya con Burgos, todo se sabe; de la cantera de Lezama, también. Pero he aquí que peloteó en Bilbao un central de toque fino, de hechuras medianeras, más bien juncal, que recibe una oferta del Real Madrid en el año 97, y aunque Bilbao le ofrendó lo humanamente posible, acabó en la senda blanca.
Cuentan las crónicas que el Real Madrid pagó la cláusula de rescisión de 1.000 millones de pesetas. Y que antes de que el defensa vitoriano se viniera a la Meseta, sintió el 'valdánico' miedo escénico. Unas horas. Nada grave.
La llamada de Jupp Heynckes movió todo: Jupp ya conocía de su etapa bilbaína la bendita capacidad de anticipación y la seguridad que aportaba. Aitor Karanka era central, ya se sabe, y hay que ponderar su rol, en un equipo con brillos y rutilancias varias, el papel callado de la zaga. Los que lo vimos reconocemos la constancia. Los que no, su papel como segundo de Mourinho cuando el portugués hizo que en la Casa Blanca cada día tuviese su afán. Comenta Karanka que fue llegar al Real Madrid y entablar una amistad entrañable con Raúl, que el divismo aún estaba por llegar, gota a gota hasta el frenesí. Es la historia de un vasco en Chamartín, que dejó huella (suele ser marca de la tierra), y que tiene tres copas de Europa en su zurrón. Quién pudiera.
En al año 2002 regresó al Athletic, a ir apagándose lentamente junto al técnico Jupp Heynckes, que fue, al final, el maestro de energías que necesitaba Karanka. En San Mamés y en el Bernabéu. Dos plazas difíciles donde paró, templó y mandó. Eran tiempos de fidelidades, y es significativo ese retorno de nuestro protagonista al 'bocho'.
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