esbozos y rasguños
Pulgadas y avispas
La Supercopa es como los exámenes de febrero: no se trata de algo determinante, pero sí es un indicador claro de la tendencia del curso.
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Iniciar sesiónEsta Supercopa injertada en enero se ha convertido, de un tiempo a esta parte, en un buen termómetro para medir el estado anímico y físico de los equipos candidatos a ganarlo todo a final de temporada. Es como los exámenes de febrero: no se ... trata de algo determinante, pero sí es un indicador claro de la tendencia del curso. Y hoy el Madrid parece estar mejor que el Barcelona en muchos aspectos.
Golpeó pronto y fuerte Vinicius, emulando eso que decía Tyson acerca de que entre pesos pesados todo el mundo tiene un plan hasta que le llega el primer golpe en la cara. Cualquiera diría, viendo estos partidos, que Araújo y Vinicius se juegan a 'piedra, papel o tijera' en el túnel de vestuarios quién es el que va a brillar de los dos en cada Real Madrid–Barça. Se ha establecido entre ellos una suerte de turnismo como si fueran Cánovas y Sagasta. En esta Supercopa, por lo visto, le tocaba dominar al atacante brasileño. Volvió loco a Araújo, no solamente anotando un hat-trick antes del descanso, sino ganando cada balón dividido, cada carrera. Pulgada a pulgada, que diría Al Pacino en «Un domingo cualquiera», fue inclinando el duelo a su favor. El uruguayo acabó superado, expulsado y sin ayudas de sus compañeros.
Este Barça echa muchísimo de menos a Gavi, su piraña. El de Los Palacios, tan criticado a veces por su impulsividad, siempre consigue que sus compañeros parezcan un punto mejores. Con su presión asfixiante y con esa asombrosa capacidad para llegar a todos los sitios, para chocar y para pelear, le suele arrebatar al Real Madrid lo que más necesita: tiempo. Tiempo para pensar, tiempo para lanzar contraataques, tiempo para aprovechar los espacios. Este domingo todo eso brilló por su ausencia.
En una de las novelas más celebradas y premiadas del último año, 'The Bee Sting', el escritor irlandés Paul Murray cuenta la historia de una familia que se empieza a formar tras un singular incidente, un fatal presagio: el día de la boda, de camino a la ceremonia, se cuela una avispa en el coche nupcial, sembrando el caos. Así es como veo a Gavi con sus rivales: una avispa metiéndose bajo el velo de la novia en su gran día y picando. Esa ingrata labor no la cubre ahora ninguno de sus centrocampistas actuales, Gündogan, Pedri, Sergi Roberto o De Jong, sin duda más permisivos con las licencias creativas de los rivales.
De esta Supercopa salen reforzados tres nombres no tan habituales: Rüdiger, Brahim y Lunin. El central alemán se ha erigido como auténtico líder cuando más empezaba a zozobrar la defensa blanca. El malagueño, por su parte, tiene un impacto tremendo por cada minuto disputado: siempre deja detalles interesantes (un recorte, un pase, un giro). Y todo lo hace trabajando y sonriendo, no parece que jugar en el Real Madrid sea una losa para él como sí ha ocurrido con otros jugadores más ciclotímicos. Y por último el portero suplente del portero suplente, Lunin, parece que le saca un par de cuerpos a Kepa por el puesto de titular. Está más seguro, con más confianza. El jueves, en Copa contra el Atlético, parece que será de la partida el ucraniano.
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