Esbozos y rasguños

Fuera de foco

El Madrid tiene goteras. Goteras serias. Lo que parecía una pequeña avería de fácil solución ya se ha extendido. Hay humedad en las paredes y huele raro. Algo que no se soluciona con una simple capa de pintura

El Barça deja en fuera de juego y humilla al Madrid

Flick enmudece el Bernabéu

Carlo Ancelotti AFP

Todos los aficionados blancos estaban deseando poder retrasar la hora ya en cuanto acabó el partido e intentar volver de esa manera al descanso con el 0-0 en el marcador. Cuando todo aún era posible. Cuando no se había confirmado este repentino cambio de ... viento. El Bernabéu quedó enmudecido y desilusionado. No era esto lo esperado.

El Real Madrid fue cayendo sucesivamente en todas las trampas posibles tendidas por el Barça de Flick, que con esa defensa tan adelantada parecía de golpe el Milán de Arrigo Sacchi. Jugaron los de Ancelotti como un equipo roto, inoperante y sin alma. Un despropósito en todas sus líneas, desde Lunin hasta Mbappé. El harakiri del Borussia Dortmund y una noche gloriosa de Vinicius maquillaron momentáneamente las grietas de la escultura. Pura cosmética. Porque la realidad es que necesita una restauración.

Mbappé cayó tantas veces en fuera de juego que cuando vaya a por un yogur el frigorífico le va comenzar a pitar también, como en esa película de Woody Allen en la que Robin Williams interpreta a un actor que sigue difuminado y fuera de foco cuando dejan de rodar y se va a su casa. El equipo se fue desquiciando con cada orsai pitado al francés hasta acabar en la autodestrucción. La manera en la que Olmo terminó campando a sus anchas por el campo desde el segundo en el que salió a jugar fue inaceptable en el fondo y en la forma. El Madrid entregó las armas y esquivó la humillante manita en su propia casa de puro milagro.

Ahora mismo no sabe a qué juega el Madrid. Y lleva así desde el partido contra la Atalanta. No puede seguir mirando hacia otro lado, escudándose en la falta de adaptación, en el cansancio y en la ausencia de Kroos. Ha perdido el rumbo. No solo no arranca lo nuevo, sino que se ha estropeado lo que sí funcionaba. Bellingham y Valverde parecen ahora un par de chicos de los recados haciendo todas las labores ingratas que el resto se niega a realizar. La defensa hace aguas. Y sin Courtois bajo palos este Madrid ya no tiene siete vidas como en cada partido en el que está el belga.

Queda muy tocado el Madrid, que vuelve a caer de manera estrepitosa en el Bernabéu ante un Barça que ha pegado un volantazo a su errática trayectoria. Lewandowski pareciera que guardara un póster suyo envejeciendo por él en la taquilla del vestuario. Resulta inaudito verle jugando como si tuviera 23 años de nuevo. Dio una clase magistral de nueve y amargó la noche a toda la defensa blanca con sus movimientos. Fue una pesadilla.

El Madrid tiene goteras. Goteras serias. Lo que parecía una pequeña avería de fácil solución ya se ha extendido. Hay humedad en las paredes y huele raro. Algo que no se soluciona con una simple capa de pintura. Ni, me temo, retrasando una hora las manecillas del reloj. Yo lo intenté.

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