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Ighalo: «Yo jugaba al fútbol en Ajegungle en mitad de tiroteos»
El delantero nigeriano, leyenda del Granada y una de las estrellas del Al Hilal, repasa su dura infancia y su extensa carrera como futbolista
A 200 kilómetros al norte de Lagos, la capital de Nigeria hasta 1991 y una de las ciudades más pobladas y relevantes del África tropical, se ubica Ajegungle, una localidad de medio millón de habitantes donde salir con vida de la infancia es, habitualmente, el ... mayor éxito que puedas alcanzar. Delincuencia, tráficos de drogas, tiroteos, violaciones, abusos policiales, pobreza… Un ejercicio de supervivencia diario del que Odion Ighalo (16 de junio de 1989) logró salir con nota gracias a la protección y el sacrificio de Paul y Martina, sus padres, y su buena cabeza para no meterse en problemas. La misma que le condujo a una carrera notable que da sus últimos sorbos en el Al Hilal, el rival de esta noche del Real Madrid en la final del Mundial de Clubes.
-¿Cómo fue su vida en Ajegungle?
-Muy complicada. No es fácil salir de mi ciudad, es una zona de Nigeria peligrosa. Pueden pasar muchas cosas si no tienes la cabeza en su sitio. Hay muchas tentaciones para caer en la mala vida y, afortunadamente, yo puse mi cabeza en el fútbol por encima de todo lo demás gracias a mis padres. Yo estoy donde estoy porque ellos me ayudaron a que yo solo pensara en el fútbol. Mis padres comían una vez al día, pero siempre tenían unas botas de fútbol para mí. Hay muchos niños en Ajegungle que no tienen ni padres ni comida ni nada de nada.
-¿A qué se dedicaban sus progenitores?
-Mi padre vendía pan en nuestra propia casa [su casa era una chabola en la que vivían Paul, Martina, Odion y sus cinco hermanos, de los que ya no está Mary, su favorita, que murió de un infarto en 2019], y mi madre cuidaba de todos nosotros. Cuando yo empecé a ganar dinero les di lo suficiente para que dejaran de trabajar y estuvieran tranquilos en su casa.
-¿Dónde jugaba al fútbol?
-Empecé en el Prime y luego en el Julius Berger, hasta que un agente que venía a menudo a Nigeria, Atta Aneke, me llevó a Noruega en 2007, a jugar en el FC Lyn. Ahí empezó mi carrera..
-Hizo lo que casi nadie en Ajegungle, salir vivo y con un futuro prometedor
-Mire, recuerdo perfectamente lo que ocurría en muchos entrenamientos. Vendedores de droga y ladrones pasaban corriendo por dónde entrenábamos perseguidos por la policía mientras estos les disparaban. Imagínese jugando al fútbol y, de repente, el sonido de las pistolas ¡pum!, ¡pum! Así era Ajegungle. Jugabas al fútbol en mitad de tiroteos.
-¿Por eso decidió construir un orfanato?
-Yo me construí una casa allí en 2018, pero antes, en 2017, terminé la construcción de un orfanato. Yo quería invertir parte de mi dinero en hacer algo bueno por mi ciudad. Quiero ayudar a los niños de Ajegungle para que sean buenas personas, no tomen drogas, no roben y puedan comer tres veces al día, y no una, como nos pasaba a nosotros.
-Un año en Oslo y otro en Italia, en el Udinese. Y llega al Granada, que asciende de Segunda B a Primera en solo dos años, tras 35 sin jugar en la máxima categoría. Aquel golazo al Elche es historia del fútbol español.
-Granada es mi ciudad. La llevo en mi corazón. Jamás he estado en un sitio como Granada. Mi hija, Bernice, nació allí [tienes otros dos hijos varones, Daniel y Samuel], la afición me quiere mucho y hoy me siguen mandando mensajes de cariño. Siempre estará en mi corazón.
-Allí conoció a Antonio, un joven técnico de emergencias sanitarias, que es su ángel de la guarda. Hasta el Barça lo llamó en 2019 para que le convenciera para fichar por ellos y dejar China.
-Sí, siempre ha estado a mi lado apoyándome y ayudándome cuando lo necesitaba, y también ha hecho multitud de gestiones para mí. Ha venido a todos los lugares donde he jugado y ha viajado hasta Ajegungle para conocer mi orfanato y a mi familia. Aquí en Marruecos ya estuvo en los cuartos de final del Mundial de Clubes y hoy viene a la final. Es como un hermano más.
-En Inglaterra también subió de categoría con el Watford y luego se dio el gustazo de jugar en el United.
-La Premier es una de las mejores ligas del mundo. El Watford es un club muy familiar en el que las cosas me salieron muy bien y marqué muchos goles. Y en el United cumplí uno de mis sueños de niño, que era jugar allí.
-Entre medias, una experiencia de tres años en China, donde jugó en el Changchun Yatai y el Shanghái Shenhua ¿Cree que eso le alejó de la élite europea?
-A mí me encantó jugar allí. No me arrepiento para nada. Hice 46 goles en 74 partidos y fue una aventura muy bonita en mi carrera. Claro que no es el nivel de la Premier o LaLiga, pero había muchos jugadores y entrenadores extranjeros y el nivel era alto.
-Ahora lleva un año y medio en Arabia. Primero en el Al-Shabab y desde el pasado verano en Al Hilal. Ya ha ganado la Copa y puede ser campeón del mundo esta noche…
-Estoy disfrutando de mi fútbol en el mejor club de Arabia Saudí. Es un muy buen equipo, con un gran cuerpo técnico, una mentalidad ganadora y tenemos delante el partido de nuestra vida ante el Real Madrid. Pase lo que pase tenemos que estar contentos porque es uno de los momentos más importantes para la historia del club y para Arabia
-¿Usted ha sufrido racismo en España o en otra liga en las que ha jugado?
-Afortunadamente, no
-¿Qué reflexión hace de lo que le está pasando a Vinicius?
-Me sabe mal, claro. España es un buen país, tiene buenas personas y no creo que sea racista, pero lo que pasa es que hay pequeños grupos de personas que no tienen educación. Vivimos en 2023, no hace cincuenta años. Todos somos iguales y da igual el color de piel
-¿Qué haría usted si le llamaran mono en un campo de fútbol?
-Hablaría con mi club para que lo denunciara y sacara a esas personas del fútbol, pero intentaría no descentrarme de lo que tengo que hacer, que es jugar. Es muy complicado, claro, pero es mejor pensar en el fútbol que en el maleducado que te está llamando mono. Entiendo perfectamente a Vinicius porque a mí me dolería que me llamaran mono, pero prefiero poner el foco en el fútbol y luego hablar seriamente con mi club para que tome medidas.