Hugo Duro baja al Atlético de la nube y muestra sus carencias

En otros tiempos no muy lejanos, el partido entre el Valencia y el Atlético habría sido un duelo entre dos equipos con aspiraciones similares, peleando por meterse en la Champions sin descartar la Liga. Pero en estos momentos la diferencia entre ambos clubes es abismal: en presupuesto, nivel de plantilla y aspiraciones. Los rojiblancos llegaban a Mestalla tras el golpe de autoridad en Vallecas y coincidiendo con las sorprendentes palabras de la presidenta che marcando oficialmente la salvación como el objetivo. «Hay que ser realistas», avisaba Layhoon Chan, tras cerrar un mercado de fichajes con el único plan de reducir el coste de plantilla. No obstante, el equipo más joven de la Liga había arrancado la temporada con dos victorias que dieron cierta tranquilidad antes del parón, a pesar de las dos últimas derrotas ante Osasuna y Alavés.

Pero el fútbol es un deporte democrático que cada vez más se instala en la meritocracia. Solo así se explica que a los cinco minutos ya fuera ganando el Valencia. Un centro, con cierta fortuna, de Sergi Canós fue rematado al fondo de la red por Hugo Duro. La zaga colchonera aún estaba haciendo la sobremesa y ni siquiera se enteró del zarpazo che. Reclamaba Simeone que los suyos despertaran y desplegaran un fútbol similar al mostrado en Vallecas no hace tanto, pero no hay que olvidar que el panorama ha cambiado bastante desde aquel 0-7: Ya no está Carrasco, que se fue al Al Shabab; la enfermería se colapsa con Memphis, De Paul y Soyuncu; además de Koke y Reinildo, con la baja por larga duración. Una marejada que cuestiona la configuración de la plantilla y el trabajo realizado en los despachos.

En Mestalla, el motor engrasado del Atlético se gripaba a las primeras de cambio. Lejos de reaccionar, el equipo rojiblanco sufría ante un Valencia que estaba mucho más metido en el partido y que generaba las ocasiones. Se encomendaba Simeone a Oblak, que siempre es un seguro de vida, y confiaba en que las pulsaciones del choque bajaran para retomarle el pulso. El técnico había encontrado en la Academia las soluciones a sus numerosas bajas. Pablo Barrios y Riquelme aparecían en la foto inicial del equipo para tapar las ausencias de dos de sus grandes referencias: Koke y Carrasco.

Fue igualándose en choque y a la media hora, el Atlético ya había mandado dos serios avisos mediante Morata y Llorente. Silencio en Mestalla con el remate de cabeza de Diakhaby, que entró como una locomotora en el área pero en lugar del balón encontró el parietal de Azpilicueta, que se quedó grogui. Afortunadamente se recuperó sin consecuencias.

Volvía a golpear el Valencia a falta de diez minutos para el descanso tras un robo de balón que desesperó al Cholo. El contraataque llegó a Hugo Duro, que se deshizo de Witsel y de Savic antes de batir a Oblak. Doblete del madrileño, que dejaba tocado al Atlético. Y como las desgracias nunca vienen solas, en un salto se lesionaba Lemar. Los gestos del centrocampista francés, que se retiraba en camilla y con las manos sobre el rostro, no presagiaban nada bueno. Otra baja importante para Simeone y los primeros minutos de Javi Galán como jugador colchonero.

En la prolongación pudo anotar el tercero Hugo Duro pero Azpilicueta corrigió de maravilla para minimizar el grave error de Savic, despejar el balón, impedir el tanto y salvar el honor de su compañero.

Correa por Savic y Molina por Riquelme fueron los cambios del Cholo tras el descanso. Reforzar la defensa y buscar más clarividencia en el centro del campo retirando a dos jugadores que no estuvieron acertados en la primera parte. Los cambios fructificaron. El Atlético se estiró, llevó la iniciativa y Morata puso a prueba a Mamardashvili, que demostró ser mejor portero que defendiendo a Georgia contra España. El madrileño le había anotado tres tantos hace una semana. Pero no era el día del delantero ni del Atlético. Volvió a golpear el Valencia con un zapatazo de Javi Guerra desde la frontal en un nuevo error en la salida de balón rojiblanca.

El Cholo afrontó la última media media hora sin Griezmann, que llegaba tras erigirse como líder de su selección y con el Valencia como una de sus víctimas favoritas. El francés no dispuso de ocasiones, su actuación fue discreta. Junto a él se retiró Hermoso. Entraron Giménez, que reaparecía por fin, y Saúl. Pero las dinámicas eran imposibles de variar y el hambre del Valencia fue superior a la calidad del Atlético.