Hansi Flick, el alquimista del título de Liga
El alemán entusiasmaba a Laporta, pero era un desconocido para la masa social del Barça, desencantada con el equipo
Mano de hierro con guante de seda, recopila elogios por su estilo de juego y por su talante dentro y fuera del campo
«Esta no es la Liga ni de Lamine ni la mía, es la del Barcelona»
Cuando el pasado 29 de mayo de 2023 el Barcelona anunciaba la contratación de Hansi Flick, pocos imaginaban la exitosa temporada que se avecinaba bajo la batuta del técnico alemán. Era un entrenador que entusiasmaba a Joan Laporta pero que estaba lejos del perfil de ... los últimos técnicos que se habían sentado en el banquillo, como Guardiola, Luis Enrique, Valverde, Koeman o Xavi, todos con pasado culé. A pesar de su sextete con el Bayern de Múnich o su periodo como seleccionador de Alemania durante el Mundial de Qatar, era prácticamente un desconocido para la masa social azulgrana.
«El FC Barcelona se hace con un entrenador conocido por su fútbol de presión alta, intenso e inconformista, que viene acompañado por una dilatada experiencia tanto a nivel de clubes como de selección, en los que ha alcanzado prácticamente todos los títulos que se pueden ganar en el mundo del fútbol», anunció el club catalán en un comunicado. Unos días antes Laporta había llegado a un acuerdo con Xavi para oficializar su salida tras un año convulso y decepcionante. No obstante, la entente con Flick ya estaba pactada desde un mes antes.
Querido Hansi Flick,
— FC Barcelona (@FCBarcelona_es) May 29, 2024
bienvenido a bordo. pic.twitter.com/BlRnczDNef
Flick aceptó la oferta del Barcelona a pesar de las limitaciones económicas del club, precisamente una de las causas del triunfo de la cantera, obligada a paliar las necesidades deportivas de un primer equipo sin músculo financiero para reforzarse en la élite. Su objetivo de entrenar al club catalán no era nuevo. Se había gestado dos décadas atrás, recién destituido del Hoffenheim de la cuarta división alemana. Tomó un avión para ver al Barça de Ronaldinho, que jugaba ante el Werder Bremen un partido de Champions. Sentado tras los banquillos se prometió que un día llegaría a ser como Rijkaard. Por eso cuando el Barcelona fue a buscarle, el acuerdo fue rápido. También ayudó que su representante es Pini Zahavi, agente de Lewandowski y amigo personal de Laporta, y su idea futbolística, que convenció a Deco. El día antes de su anuncio visitó las instalaciones del club y después cenó con la plana mayor de la directiva culé.
«Desde que he llegado he comprobado que todo el mundo quiere a este club. La filosofía es parecida a la mía: tener la posesión y practicar un fútbol ofensivo. Son los aspectos que me gustan», comentó en los canales de la entidad. También tuvo palabras para la Masia. «Es una de las mejores canteras del mundo. En el primer equipo hay una buena mezcla entre jugadores con experiencia y jugadores jóvenes con talento», expresó.
Apuesta por la cantera
Y simplemente cumplió lo que prometió. Se adaptó a los jugadores que tenía y buscó en la cantera a los futbolistas que necesitaba para subsanar las carencias de las que adolecía el equipo. Aprovechó el trabajo de base de Xavi Hernández y se sirvió de la pretemporada para evaluar la calidad de los jóvenes. Las actuaciones de Marc Bernal y Marc Casadó le quitaron de la cabeza el fichaje de Kimmich, la irrupción de Cubarsí, Fermín, Balde, o Pau Víctor y, sobre todo, la confirmación de Lamine Yamal, que acababa de ganar la Eurocopa con España, hicieron que se conformara con un solo fichaje, el de Dani Olmo.
Flick enseguida se dio cuenta de la idiosincrasia particular del Barcelona y la necesidad de empaparse de sus costumbres para no ser devorado por el entorno. Una de las primeras cosas que hizo fue mantener un encuentro con Guardiola y una cena en Manchester con Domènec Torrent, ayudante de Pep en el Barça, Bayern y City. Una comida en la que ya demostró estar muy al caso de la irrupción de jóvenes como Cubarsí.
El técnico germano supo ganarse desde el inicio al vestuario, a la afición y a la prensa. Doce victorias consecutivas en Liga (entre ellas un 0-4 en el Bernabéu), su paso firme en Champions con la victoria sobre el Bayern (4-1) y, sobre todo, el espectacular fútbol desplegado por los azulgranas, desataron la euforia en la afición. Incluso Guardiola se ha deshecho en elogios: «Me han gustado mucho. La temporada es larga, pero me han gustado. El juego posicional es extraordinario, los extremos hacen de extremos, los interiores llegan de cara, los laterales atacan al espacio...», comentaba hace unos meses.
El trabajo es una de las patas sobre las que Flick ha sostenido el éxito. Algunos empleados de seguridad del club le han visto llegar a su despacho en la Ciudad Deportiva a las seis de la mañana. Largas jornadas en las que el técnico procura que todo esté en orden, incluso el césped del campo de entrenamiento. También dedica tiempo a ver partidos de las categorías inferiores con su equipo de ayudantes (Marcus Sorg, Toni Tapalolovic, Heiko Westermann). En Heidelberg, su pueblo natal, le recuerdan corriendo solo habitualmente por el bosque a las siete de la mañana, lo que confirma su disciplina, fuerza de voluntad y capacidad de trabajo.
Estos valores que defiende Flick permiten comprender su obsesión con la puntualidad. Mano de hierro con guante de seda en el vestuario. Le gusta el diálogo pero no permite que nadie se salte las normas, independientemente de su peso en el equipo. Iñaki Peña o Koundé lo saben bien. A los dos les costó la titularidad el llegar unos minutos tardes a una charla antes de un partido. «Cuando él puso las normas yo aún no estaba, pero ya las vi al llegar y me advirtieron sobre que tenía que vigilar. Es muy estricto con la puntualidad, si dice a las 11 en el campo y llegas tres segundos tarde para él has llegado tarde», desvelaba Pau Víctor recientemente en una entrevista radiofónica. Algo que confirmó el propio técnico: «Es una regla, una norma. Se trata de respeto. Si llegas cinco minutos tarde, te tienen que esperar y es una falta de respeto».
A pesar de ser estricto, como buen alemán, en el cumplimiento de las leyes del vestuario, Flick no es un entrenador que suela levantar la voz. Prefiere la charla pausada para hacer entender al futbolista lo que quiere de él. El internacional español Javi Martínez estuvo bajo sus órdenes en el Bayern y corrobora este aspecto. «Es muy tranquilo, se enfada pero no tiene esa intensidad de Guardiola. Muchas veces lo que hacía era tranquilizarnos a todos cuando las cosas no iban bien. Te decía: 'tranquilos, vamos a hablar'. Quería que esa frustración que sentíamos la mostráramos en el campo», explica el actual defensa central del Qatar Sports Club.
No obstante, esta actitud tranquila e incluso paternal puede transformarse en momentos de estrés. Puede comprobarse en el documental 'Todo o nada: la selección alemana en Qatar'. «Creo que le da mucha importancia a tener buen ambiente. Por un lado, prefiere la armonía, pero dejando muy claro que si te pasas de la raya habrá consecuencias», apunta Goretzka durante el documental. «¿Qué si grita? No, que va. Pero cuando habla es muy claro», añade Rüdiger.
En este primer año en el Barcelona ha sabido jugar ese doble rol. Incluso con la prensa, a la que no le da titulares en sus comparecencias, pero siempre muestra su cara más amable. Al poco de llegar al club se produjo una anécdota con un periodista de la Televisión de Cataluña. En la rueda de prensa previa al Barça-Getafe, el técnico tuvo un acceso de tos, hasta el punto que tuvo que detener el acto en un par de ocasiones. El periodista de TV3, que estaba cubriendo el acto, le ofreció un caramelo para que suavizara la garganta y pudiera seguir. Tres días después, coincidiendo con la comparecencia previa al Osasuna-Barça, el técnico germano se acercó al informador catalán y le devolvió el gesto obsequiándole con un pequeño paquete del mismo tipo de caramelos.
Cercano a la afición
Son gestos que lo humanizan, como cuando tras cada entrenamiento detiene su vehículo a la salida de la Ciudad Deportiva y firma autógrafos hasta que todos los aficionados que esperan al equipo tienen el suyo. Además, el entorno valora el esfuerzo continuo que hace para trasladar sus dotes comunicativas en las distancias cortas sin dominar el idioma. «Hansi no creció en una de las grandes ciudades de Alemania. Es una persona que se comunica bien en su lengua, pero que no domina el inglés al mismo nivel que otros técnicos alemanes de la élite», confirman desde la zona de vestuarios del Barcelona. No obstante, esta traba es una virtud para el teutón a la hora de enfrentarse a la prensa. Lo explica el exfutbolista Pedro Nieto, comentarista de LaLiga: «Lo mejor que le ha podido pasar es no saber ni castellano ni catalán, con lo cual no ha tenido que meterse en jardines y se ha podido centrar en lo que tiene que hacer, que es entrenar. Le ha traído tranquilidad al Barcelona». Solo se salió del carril para censurar las quejas de algunos suplentes, criticar al árbitro tras la eliminación en Milán o por los horarios que impone LaLiga antes de compromisos internacionales.
Uno de los grandes defensores de Flick es Salva García Puig, internacional español que jugó en el Barcelona entre 1986 y 1989 y que actúa como analista deportivo. «Siempre fue mi favorito para entrenar al Barça. Hay que destacar que, un entrenador de su prestigio, venir en la situación del club, tanto económica como institucional... Pero lo aceptó y se conformó con lo que tenía. Se adaptó y eso demuestra que no tiene miedo. Y el trabajo que ha hecho habla por sí solo». Salva añade que «cuida mucho la gestión del vestuario, no es fácil unir a jugadores tan jóvenes con otros tan veteranos», al tiempo que elogia su estilo de juego: «Tienen un ritmo impresionante, presionan como animales y se ha sabido adaptar al juego posicional que tanto gusta aquí. Una de las claves del éxito es que ha sabido mezclar su estilo con el tipo de jugador que tiene».
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