Fútbol
Guillermo Amor: «Si no encajas goles, por poco que hagas, acabas ganando la Liga»
Si alguien sabe lo que significa ganar una Liga y el impacto que tiene en el Barcelona, ése es Amor, mediocentro de la época gloriosa del Dream Team
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Guillermo Amor (Benidorm, 1967) llegó al Barcelona con 12 años y se formó en la Masía. Gran exponente de la cantera y pieza clave en el Dream Team de Johan Cruyff, disputó 421 partidos oficiales con la camiseta azulgrana antes de marcharse a la ... Fiorentina con 30 años.
—¿Qué hace hoy en día Guillermo Amor?
—Salí del club con la entrada de la nueva Junta y ahora estoy trabajando en la representación de jugadores con Unai Vergara, un compañero con el que había jugado en el Villarreal, y Carlos Vargas. Somos tres personas trabajando en este tema. Es otra pata del mundo del fútbol. Yo había estado en el otro lado de la mesa, cuando trabajaba en el club.
—Cómo ha cambiado el mundo de los agentes desde que usted era futbolista ¿verdad?
—Su puede imaginar. Antes había cuatro representantes y ahora hay una gran competencia, muchas empresas que se han ido haciendo más grandes y potentes y ahora son multinacionales. En mi época, hasta que no llegabas al filial, al Barça Atlétic, y empezabas a asomar un poquito por el primer equipo no necesitabas representante. Y hoy en día, los chicos de 13 y 14 años ya están asesorados.
—Y encima están los padres…
—La familia tiene que estar y tiene que saber estar. Cuando los chicos son jovencitos, en edades alevines o infantiles, las familias tienen que estar por sus hijos y pendientes, sobre todo, de que estudien. El fútbol es tan bonito como complicado. A todo el mundo le encanta y quiere ser futbolista, pero luego el camino se va estrechando, llegan poquitos arriba del todo y a poder ganarse la vida. Y luego la vida continúa y es larguísima. Por eso, el tema de los estudios hay que llevarlo hasta el final. Luego ya se van viendo las posibilidades que va teniendo cada uno.
—¿Le recuerdan mucho que cuando era niño sustituyó a Maradona en el partido de inauguración del Mini Estadi?
—Fue un acto muy bonito que a mí me llenó, me gustó mucho y no voy a olvidar. A pesar de que ni Diego esté ya con nosotros ni tampoco el campo, que lo tiraron abajo. Pero para mí fue muy bonito. Salir unos minutos por Diego Armando Maradona, que entonces era un ídolo para todos nosotros…
—Y de ahí a ganar cuatro Ligas con el Dream Team y otra con Van Gaal ¿Qué recuerda de ellas?
—Que fueron muy importantes. A nivel personal y de club. El Barça necesitaba algo así. Veníamos de ganar una Liga cada diez años y el Barça necesitaba, no ganar una sino ganar varias. Y las ganamos. Aquella época estaba marcada por la Quinta del Buitre, que había conseguido cinco Ligas seguidas, y nosotros cogimos el relevo. Empezamos los dos primeros años ganado otras competiciones con Johan Cruyff y en el tercero fue cuando conseguimos la primera Liga y a partir de ahí las otras tres. Fue de una manera dura y complicada, lo que demuestra lo fuerte que es la competición española. Nosotros la ganamos con un buen grupo, un gran equipo, con buenísimos futbolistas y una dirección que era la adecuada. Y aún así, fíjese cómo las ganamos.
—¿Cómo?
—La primera sí es cierto que la ganamos de una manera más holgada, más tranquila. Hasta el séptimo u octavo partido no perdimos ningún punto y tenía la sensación de que éramos muy fuertes, muy potentes y que era muy difícil que nos ganaran. Pero las otras… jugamos muy bien y las merecimos, pero siempre dependíamos de otros rivales. Dos del Madrid y la última del Dépor. Y al final nos cayeron a nosotros, dependiendo de otros rivales que fallaron, lo que te demuestra que fue complicado y durísimo ganarlas.
—La flor de Cruyff…
—Con el Madrid fueron dos años y de la misma manera: mismo sitio, mismo campo, mismo rival y dependiendo de ellos. Y vuelven a fallar. Piensas que la primera puede pasar y verte sorprendido por el Tenerife, pero que te vuelva a pasar… Dos años seguidos y a un equipo como el Madrid, un club tan acostumbrado a ganar la mayoría de partidos, no es fácil que pase. Y lo del Dépor, con un penalti en el último minuto a su favor…
—¿Recuerda cómo vivió el penalti que falló Djukic?
—En el campo. Nosotros estábamos jugando todavía. Empezamos perdiendo con el Sevilla y remontamos (5-2). Oímos el murmullo del público y luego la explosión de júbilo. Pero estábamos en el partido y nos enteramos realmente de lo que pasó al final, aunque a veces puedes intuir lo que pasa por la reacción de la gente.
—¿Con qué Liga se queda?
—Con todas. Todas fueron importantes, durísimas y te producen una gran alegría. La primera puede parecer que es la que más cuesta. Y las tres últimas por la forma en que las vivimos: la última jornada, en nuestro campo, con nuestra afición, de la forma que fue, con los medios de comunicación, con la fiesta… Igual que disfrutábamos nosotros jugando y entrenando, los aficionados disfrutaban mucho con el equipo por todo lo que hacíamos en el campo. Todo era muy familiar y muy cercano, había mucha relación y contacto con la gente cuando viajabas, cuando entrenabas, cuando ibas por la calle. Con la prensa también había un trato muy cercano.
—Ahora los clubes se han bunkerizado…
—Seguramente es porque el número de medios tampoco es el mismo. Antes era más familiar porque había menos. Antes había 10 o 15 periodistas, nos conocíamos todos, saludabas a todo el mundo. Ahora hay 70 u 80… Hacer entrenamientos abiertos es complicado. Y luego también es importante la seguridad. Todo ha cambiado mucho y se ha disparado. Tener a jugadores de según qué nivel, que son patrimonio del club… la seguridad hace que lo cierres todo mucho más, seas menos accesible y se pierda el contacto y la relación.
—¿El Dream Team tendría cabida en el fútbol actual?
—¿Y por qué no? El futbolista de los 80 o 90 tiene cabida ahora. Muchas cosas han ido cambiado, todo se ha modernizado más, los cuerpos técnicos son más numerosos y la gente que trabaja en el vestuario. Muchas áreas han ido creciendo pero cualquier futbolista de aquella época, en cuanto a condiciones y talento, podría jugar ahora. Es cuestión de preparación y entrenamientos.
—¿En qué ha cambiado el fútbol?
—Antes el fútbol era más fuerte y ahora hay mucho control. Hay muchas cámaras y se examina todo mucho. Y a la mínima te pueden sacar tarjeta por muy poquito. Antes sí que es verdad que había más entradas y más fuertes, más contacto. Y se entendía. Las malintencionadas se castigaban con roja, como ahora, pero es cierto que hoy se castigan pequeños agarrones o pequeños empujones.
—¿La ley Bosman acabó con el romanticismo en el fútbol?
—Depende, porque hemos tenido años en los que el Barça ha seguido apostando por gente de la casa y ha habido un número de canteranos enorme en el primer equipo. Y en la época de las más gloriosas, con Leo en el primer equipo y muchos de la Masía. Al final es una idea, una filosofía de trabajo y de club.
—¿Como el Barça?
—El club tiene claro que tiene que apostar por los canteranos porque es lo mejor que hay y la demostración son los resultados. El futbolista de casa tiene talento y te va a dar trabajo y esfuerzo porque sabe lo que cuesta llegar al primer equipo. Y conoce el club, la casa y sabe que tiene que darlo todo porque se siente identificado. Y luego está el sentimiento, lo que ama esos colores, porque viene desde los 12 añitos y después de ocho años llega al primer equipo… Toda esa mezcla es una fórmula mágica y no hay quién lo pare. Luego, si el club va fuera a buscar lo que no tiene en casa y porque mejora lo que tiene aquí no tiene porqué haber ningún problema.
—En su época el mejor pagado era el extranjero y el canterano se lo tenía que ganar. En el Barça actual la masa salarial está desbordada por lo que cobran los de casa…
—Se ha disparado todo y a todo los niveles. Pero el cambio ha venido por la idea. Es verdad que en nuestra época, cuando subimos, los canteranos eran los que menos cobrábamos. Los jugadores extranjeros estaban por encima de todo, después estaban los futbolistas nacionales y luego estábamos los que veníamos de abajo. Teníamos que pasar por unas cantidades y un sistema contractual que entonces se puso en marcha y que con los años han ido cambiando. Ahora los de la casa han pasado por delante de todo y ganan más que los extranjeros o comunitarios que hayan podido venir. Leo Messi, jugador de la casa y número uno del mundo, ha hecho que todo esto cambiara. Primero por lo que ha cobrado él y que ha hecho que el resto de jugadores subiera el nivel. Y segundo porque los canteranos que ha habido estos últimos años ha sido un grupo bueno y que ha ido ganando en todo, con fuerza en el vestuario, en el club, en los contratos y han pasado por delante de todos. Es bueno, para mí es una alegría que la gente de casa sea la que esté arriba del todo, no como en nuestra época.
—Si en el vestuario del Dream Team entra alguien para decirles que necesitan un psicólogo, un nutricionista, un coach y un entrenador personal ¿qué le hubieran dicho?
—De una manera u otra siempre ha habido este tipo de profesionales. También había podólogos… gente vinculada al vestuario que podía hacer diferentes funciones. Es verdad que ahora es mucho más marcado todo esto y hay muchísima gente trabajado en un vestuario. Prácticamente una persona por jugador y eso antes era impensable. Teníamos a Ángel Mur, a Langa, a Corbella, a Ibarz y a los doctores que pudiera haber y al preparador físico pero no había lo que ahora. Un club está para aportar todo lo que pueda en beneficio del futbolista y su rendimiento. Si un club tiene medios y puede ponerlos al servicio del jugador para mejorar en todo… Antes se hacía de otra manera y había un control pero con los años se ha hecho mucho más.
—¿Cómo es la vida de un culé fuera del Barça?
—El cambio se afronta pensando que la vida sigue y que no queda otro remedio. No depende de ti porque si dependiera de ti seguirías en el Barça. En mi caso me tuve que ir con 30 años, que en aquella época ya parecía que era el final de una carrera. Ahora hay jugadores con 36 y 37 años que están funcionando. Esto también ha cambiado, la gente está alargando mucho más sus carreras. Lo más bonito que hay es empezar tu carrera y terminarla en el club que tu quieres y amas, pero eso hoy en día es muy complicado porque hay muchas presiones.
—Usted fue a la Fiorentina…
—Yo estuve en el primer equipo del Barça de los 20 a los 30 años y los entrenamientos que hacíamos eran de disfrute total, que era rondos, juegos de posición, partiditos, disfrutar el día a día… Íbamos contentísimos a entrenar, incluso después de Cruyff, con Robson y Van Gaal. Cuando me marcho fuera y voy al extranjero, me voy con 30 años y a un trabajo más físico. Lo hice al revés. Lo que tenías que hacer de joven, que era correr, me tocó mucho más a partir de los 30. Y aparte de eso, el marcharte de casa, pero hay que tirar para adelante.
—Entonces no había los retiros dorados que hay ahora ¿no?
—Había algunos jugadores que tenían salidas a Japón y a México. Y Cruyff o Beckenbauer, por ejemplo, fueron a Estados Unidos, al Cosmos, pero es verdad que ahora tienes muchas más salidas. Depende de cada caso, que decidas retirarte o irte a otro club porque quieras alargar tu carrera o porque económicamente te compense. Es un tema personal y de cómo tenga cada uno su presente y cómo se encuentre.
—Antes me hablaba de Messi ¿Es indecente ofrecerle 400 millones a un jugador por una temporada?
—Estamos hablando por un número uno y si la gente está dispuesta a hacer esa apuesta y los tiene y los quiere pagar… Se dice que todo lo que se puede pagar es barato ¿no? Esta cantidad para ellos a lo mejor no es mucho y para nosotros es demasiado. Igual han hecho sus números y lo amortizan de una u otra manera. Es una cantidad muy alta pero que no se la ofrecen a todo el mundo, solo a un jugador como Leo.
El inicio de un ciclo
—¿Esperaba que Xavi lograr la Liga con tanta diferencia y en su primer año?
—Sí que pensaba que podía hacer algo importante y está en el inicio. Es la primera Liga y el deseo de todos los culés es que siga consiguiendo éxitos. El club necesita volver a ganar títulos otra vez y a estar en Europa luchando por la Champions. Es interesante, venimos de una época de momentos delicados y la única forma es ganar y demostrar en el campo. Aunque el año que viene haya que ir a Montjuïc, seguir de la misma manera y seguir ganando más títulos. Es la única manera de que el Barça esté ahí otra vez peleando por todo y siendo un ejemplo para todo el mundo. Eso hay que recuperarlo.
—¿Puede ser el inicio de un ciclo, como con Cruyff o con Pep?
—El tiempo lo dirá porque al final todo depende de los resultados. El deseo de todos los barcelonistas es que así sea y que todo se supere, que todo lo que esté por llegar supere a lo anterior. La vida está para irse superando, en cuanto a títulos, récords, partidos… Ojalá se pudiera conseguir, hay que trabajar mucho para conseguirlo.
—Busquets anunció que no seguirá la próxima temporada. ¿Por qué cree usted, que ha sido mediocentro, que es tan difícil reemplazarle?
—Por varias cosas. Porque es un buen futbolista y porque se juega con un sistema que a él le va muy bien. Está en una posición y con un perfil muy buscado. Siempre se ha intentado buscar en la cantera un jugador de similar pero no se ha encontrado. Incluso a De Jong, jugando en esa posición, se le echaba en cara que la tocaba demasiado….
—Quince años en el primer equipo y titular indiscutible…
—Su trayectoria es genial. Es difícil estar tantos años a un nivel así y jugar tantos partidos. Es un hombre de la casa. Me alegro mucho por él. Tuve la ocasión de jugar con su padre, que era portero, y me acuerdo de Sergio cuando era un chavalín y venía a los entrenamientos. Carlos Busquets lo traía y siempre estaba con nosotros en el vestuario. Me alegro de que haya conseguido éxito a todos los niveles, no solo en cuestión de títulos con el Barça y la selección, sino por los partidos que ha jugado porque en el Barça no es fácil sumar tantos.
—¿El ADN que se le exige ahora al Barça esclaviza al equipo?
—No, esclavizar no. Lo más importante es que un equipo sepa a qué juega y el Barça desde hace tiempo sabe a lo que tiene que jugar. Sabe que los resultados siempre han sido buenos jugando de esta manera y luego hay matices. Cada entrenador le da su toque. Cruyff tenía su forma, Pep la modernizó, Luis Enrique le dio su toque y ahora Xavi le está dando el suyo. Y por medio dejamos a Rijkaard, que también ha tenido su manera. Cada entrenador ve el fútbol diferente.
—¿Le chirría que el Barcelona haya ganado 12 partidos de Liga por solo 1-0?
—Depende de cada partido cómo haya sido. Una cosa es ir ganado 1-0 y dedicarte todo el partido únicamente a defender, algo que en el Barcelona no estás acostumbrado, y otra cosa es seguir haciendo tu fútbol. Yo creo que el Barça está en ese puesto en la clasificación porque no se han encajado muchos goles. Y entonces, por poco que hagas, acabas ganando. Para aguantar un resultado también tienes que saber hacer un trabajo defensivo. En según qué campos es difícil dominar 90 minutos al rival. Hay momentos que te toca defender y que tienes que salir desde atrás jugando y no puedes porque tienes una presión del rival que no te deja. El fútbol cada momento te pide una cosa.
—¿Cuáles han sido las claves de esta Liga?
—No recibir goles ha sido muy importante porque te da mucho. Ter Stegen ha hecho una temporada extraordinaria. Hay que destacar también el rendimiento de los jóvenes. Alejandro Balde es un jugador que viene desde abajo y ha dado un rendimiento bueno, la madurez y personalidad de Gavi y Pedri ha sido muy importante. De Jong se ha afianzado y ha mandado. Lewandowski con sus goles, sobre todo al principio. La plantilla del Barcelona es buena. Se hizo un esfuerzo de inicio y ya se esperaba que los resultados fueran estos, incluso la gente pensaba que en Europa podríamos haber hecho algo importante. El Barcelona tiene un equipo bueno, con jugadores jóvenes, con años por delante, y hay que empezar a formar un bloque. Pero bueno, también se dice que hay muchos jugadores recién fichados que podrían salir próximamente…
—Es que ahora hay el fair play financiero y una masa salarial excedida… no como en su época…
—Era muy distinto pero las cantidades eran diferentes también, en cuanto a lo que podía ganar el futbolista y en cuanto a lo que se podía pagar por el fichaje.