El gigantesco lío del Cádiz-Getafe: insultos, manotazos y un empate en el minuto 106

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Sergi Font

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El Cádiz saboreaba la victoria tras un partido muy disputado, pero la prolongación del colegiado, diez minutos, alargó la angustia. Justo cuando se cumplían esos diez minutos, un balón bombeado al área impactó en la mano del Pacha Espino. El VAR, en donde estaba Estrada Fernández, detectó la infracción y avisó a Hernández Hernández, que decretó el penalti tras revisar la jugada en el monitor.

Para entoncés habían pasado otros seis minutos, así que el segundo tanto del Getafe, obra de Enes Unal, llegó en el minuto 106, 16 después del tiempo reglamentario.

Lo peor llegó al final del partido, antes de que los jugadores se retirasen a los vestuarios. En medio de la tangana, Iza Carcelén golpeó con la mano en la cabeza a Iván Iglesias, y acabó expulsado por roja directa.

Después, según refleja el acta, Conan Ledesma empujó a un compañero de equipo que se encontraba pegado a la espalda del árbitro con el objetivo de que éste impactase contra el colegiado, consiguiéndolo. El guardameta se enfrenta a una dura sanción por ello.

También queda señalado Juan Cala. «Cuando nos encontrábamos en el túnel de vestuarios, una persona identificada como Juan Torres Ruiz (Juan Cala) sujetó mi brazo fuertemente y de forma persistente, teniendo que realizar un movimiento brusco para poder liberarme», explica el colegiado en su informe.

Habrá sanciones también para Diego Ribera, segundo entrenador del Cádiz, y Manuel Bocardo, entrenador de porteros. Este último fue expulsado por correr hacia el árbitro gritando a viva voz en repetidas ocasiones: «Esto es una vergüenza». «Una vez expulsado tuvo que ser sujetado por el delegado de equipo local ya que se dirigía hacia mi de forma agresiva. Tras esto unió sus muñecas haciendo el gesto de ser esposado», continúa Hernández Hernández. Ya en el túnel de vestuarios, Bocardo se dirigió al equipo arbitral en los siguientes términos:«¡Hijos de puta!».

Ribera, por su parte, también empujó al árbitro y a uno de sus asistentes mientras esperaban en las escaleras de acceso a los vestuarios.