Se pintó las mejillas de amarillo y rojo y se puso su bandera de España como una capa. Era la primera vez en mi familia y en la de mi mujer que alguien salía así de casa. Ésta selección encarna la escala evolutiva de ... un país moderno y brillante. Es la fe y no la superstición como explicó Luis de la Fuente al ser preguntado si creía en Dios. Es importante hablar de Dios y hacerlo como lo hizo el seleccionador: en muy pocas palabras supo resumir qué es la trascendencia, qué es la libertad y qué es lo que nos distingue de las bestias y las plantas.
El fútbol es una de las metáforas más exactas de España y las victorias y las derrotas contienen mucho más que un resultado. La alegría de mi hija yendo a ver el partido con sus amigos, presumiendo de bandera y de país, fue compartida por muchos cuando salimos a la calle. Se dio cuenta al cruzarse con otros chicos como ella y se sintió parte de algo luminoso, importante aunque tan frecuentemente denostado sobre todo en mi tierra, castigada por el provincialismo y el complejo de inferioridad.
Pero algo este domingo empezó a cambiar. Hacía tiempo que Barcelona no celebraba lo español con tanta naturalidad. Petardos y bocinazos por el gol de Nico. Estos jugadores y don Luis son el mejor reflejo del país que tenemos y en el que tantas veces, demasiadas veces, nos cuesta confiar. Ser español es una manera especialmente bella y emocionante de amar la vida como demostraron nuestro equipo nacional y Carlos Alcaraz, no sólo ganando dos importantísimos trofeos sino tensando el deseo de un mundo mejor con su elegancia y calidad. La sonrisa inolvidable de Carlos y la velocidad letal de Nico y Lamine Yamal no son sólo méritos deportivos sino una manera de estirar los dedos para tocar la cara de Dios.
No hay duda de que volveremos al pesimismo y a la greña en los próximos días. Pero en las horas que pasaron entre Carlos saliendo al balcón del All England Club y España levantando su cuarta Eurocopa el maravilloso país que somos cristalizó ante el mundo entero y con todo su esplendor. Lo digo porque si algún día nos cansamos de sangrar en lo estéril y queremos vivir bien y estar contentos, los motivos no hace falta que nos los inventemos.
Se fue a dormir Maria sin querer borrarse la bandera de la cara, ni la sonrisa.
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