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Eurocopa 2016

La construcción del fútbol europeo

El palmarés de la Eurocopa en sus catorce ediciones refleja la evolución y los cambios de medio siglo de balompié continental

Señor y Brehme, durante la Eurocopa de 1984 UEFA
Hughes .

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En 1957 se firmó el Tratado de Roma que instituía la Comunidad Económica Europea. En 1955 había comenzado la Copa de Europa de clubes. Y en 1960 se disputó la primera Eurocopa . Tuvo, como tantas cosas, un origen francés. El federativo Henri Delaunay, que había sido un árbitro sin suerte -se tragó un silbato- pensó la competición. Al igual que en el fútbol de clubes, la idea embrionaria había sido una Copa Latina de selecciones mediterráneas que no podía prosperar.

Dibujada ya la competición sobre una Europa más o menos carolingia, fue ampliándose lenta y burocráticamente: cuatro, ocho, dieciséis, hasta los veinticuatro equipos de este año.

En ese tiempo cambiaron el fútbol y el continente, desaparecieron países, y surgieron otros. En 1960 Franco vetaba a la URSS; 2016 será la edición de la seguridad antiyihadista .

La Unión Soviética fue la primera campeona. El torneo reflejaba la tensión entre bloques y en cada final había un equipo del Este. Italia la ganó en el 68 ante Yugoslavia tras derrotar a la URSS en semifinales mediante... ¡lanzamiento de moneda! En las cortas Eurocopas de los 60 están todos: la URSS de Yashin, la España de Luis Suárez, entre Di Stéfano y los yeyés, la Italia de Mazzola, Riva, y Zoff -la Eurocopa es la competición de los grandes porteros-; la Alemania del Torpedo Muller, y la Checoslovaquia de Panenka , que con el invento de su penalti extravagante ganó la copa de 1976.

La competición estalla de fútbol en 1980, cuando pasa a disputarse con ocho equipos. Dos grupos y cruces. La década de los 80 dejó tres selecciones memorables. En 1980 vence Alemania a la Bélgica de Ceulemans y Gerets. Duelo de porteros: Pfaff contra Schumacher. En esa Alemania coinciden Stielike, un joven Matthaus, Rummenigge y Schuster, la aparición fulgurante. El locutor de TVE aún pronunciaba «Muller» cuando la cogía Hansi.

La de 1984, la del gol de Maceda y el cante de Arconada, bien lo sabemos, es la Eurocopa de Francia , con ese centro del campo que cambia el fútbol francés: Giresse, Tigana, Fernández y Platini.

La Francia del 2000 es heredera de aquella, pero multiplica los Tiganas con Zidane, Henry, Vieira y Djorkaeff. Esa Francia que celebró su doblete «multiculti» ha sido puesta en solfa ahora por Benzema, como simbólica voz de los desajustes en la «banlieue».

Alemania y España, con tres trofeos, lideran el palmarés de este evento

La década de los 80 se cerró con la volea de Van Basten a la URSS de Lobanovsky y Belanov. El muro cayó -quizá algo contribuyó esa volea- al año siguiente. La Holanda de Rinus Michels , con el núcleo del Milán berlusconiano dentro, deslumbró a una generación y consiguió lo que no pudo Cruyff, que ese año fichaba por el Barça.

Sin el muro, germánica y OTAN, Europa se despereza, pero afloran los conflictos. En plena Guerra de los Balcanes, Yugoslavia dejó su puesto a Dinamarca, que, sin preparación alguna y con las mujeres en el hotel, llevó su «dinamita roja» hasta el trofeo de 1992. Apoteosis socialdemócrata en Suecia. Ese equipo contragolpeador de Brian Laudrup y Povlsen venció a una Alemania muy típica de Eurocopas, potentísima con Sammer y Effenberg.

A la siguiente edición se tomaría la revancha en Inglaterra. Era 1996, la ocasión del «Football is coming home», con Gascoigne y McManaman como esperanzas de un fútbol inglés que jamás ganó la Eurocopa, que no jugó ni una final, treinta años después de su charltoniano Mundial en casa. Por Wembley pasó, con algo de desdicha, la fornida España de Clemente.

Alemania ganó a la República Checa con doblete de Bierhoff , tan parecido al de Hrubesch en la final de 1980. Los Poborsky, Nedved y compañía fueron la sorpresa. La Eurocopa, por corta, ha sido una competición propicia para ellas. En la edición siguiente se produjo la mayor de todas, ganó Grecia, el campeón más pobre, sin posesión (siempre menos del 50%), sin ataque, casi sin remates, y poco que recordar más allá de ese gol de Charisteas que dejó llorando a un jovencísimo Cristiano -¿volvimos a verlo llorar?-.

Parecía que se imponía un fútbol defensivo y anónimo, pero luego llegó España con sus dos Eurocopas en 2008 y 2012 . Nadie había mandado así. Con tres victorias igualaba el poder de Alemania al frente de Europa y establecía una consoladora regularidad continental: desde 1996 ganan los mediterráneos. En el fútbol no hay «PIGS».

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