Lluvia, viento y silencio: la mañana de España antes de la semifinal

Bueno, en realidad sí, en realidad hay un muchacho de Castellón , de 17 años, que espera a que alguien, en general, salga y le dé una entrada para ir esta noche a Wembley. «Yo no tengo tanto dinero como para comprarla y vi que ayer pedían apoyo a los que vivimos aquí. A ver si hay suerte», suplica de manera irracional mientras pide que se le eche una mano. Todo sea por los compatriotas, todo sea por España. «Si hoy no se puede, para la final», insiste, feliz porque ayer se acercó por probar al hotel (hay muchos otros Marriott) y vio a Pedri. «Eso ya vale por todo», sonríe.

Tampoco hay ni un alma en Swiss Cottage, la parada de metro en la que hay que bajarse para llegar al Marriott . Lo cierto es que apenas hay vida en el metro londinense, algo bueno ha de tener esto. El día, más otoñal que veraniego, tiene de todo menos pinta de día grande de Eurocopa, aunque Wembley será otra cosa. De hecho, las estimaciones oficiales de la UEFA indican que el estadio acogerá un total de 65.000 espectadores, 11.000 de ellos italianos y 9.000 españoles .

En el hotel, con el autocar del equipo durmiendo al aire libre, los jugadores apuran en sus habitaciones y acuden a la última charla de Luis Enrique, que tiene alguna duda con el once. Habrá cambios, al menos en ataque seguro porque Sarabia está lesionado , pero el entrenador quiere, ante todo, que la selección mantenga su identidad. Nadie contaba con ellos y aquí están, en Londres, durmiendo con edredón y tirando de chubasquero a 6 de julio.