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Dos noches para llegar a la Eurocopa o comprometer el futuro de la selección

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Con el caso Rubiales hirviendo en la Audiencia, la selección estará en Alemania si gana los dos partidos, hoy a Escocia y el domingo a Noruega

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Rodri, con un aficionado EFE

El fútbol tiene una coraza inexpugnable que lo hace resistente a todo. Aguanta cualquier cataclismo. Por violento que sea el edificio siempre permanece en pie. Da igual que el escándalo o la corrupción afecten al estamento arbitral (el caso Negreira), a los presidentes de la ... Federación Española (antes Villar, ahora Rubiales), a los organismos supranacionales como la FIFA (expulsado en su día Blatter por corrupto) o la UEFA (lo mismo Platini) o incluso al dopaje (el positivo de Pogba -Manchester United, Juventus- por testosterona, la sustancia que le quitó un Tour a Landis). Todo pasa y el fútbol permanece intocable cuando el balón empieza a rodar. El opio del pueblo.

Con el cisma de Rubiales en pleno hervidero en los tribunales (el seleccionador tiene que declarar la próxima semana en la Audiencia Nacional), la selección se juega esta semana su asistencia a la Eurocopa de Alemania. Y todo pasará a mejor vida si el equipo de De la Fuente es capaz de ilusionar al personal el próximo verano.

En Sevilla, feudo histórico de la selección y un sofocante calor durante toda la jornada, está el personal con un ojo en cada pantalla. De un lado, la selección, recibida con cariño y alborozo en el estadio de la Cartuja, el recinto desaprovechado durante décadas que ahora es el hogar del equipo nacional.

Y de otra parte, los líos del Sevilla, arde Nervión con la conversación entre el presidente Castro y el vicepresidente Del Nido jr a propósito del nuevo técnico presentado ayer, el uruguayo Diego Alonso. «Esto puede salir muy bien o muy mal», se escucha en la charla que detecta desconfianza.

España manejó con solvencia la última ventana de partidos internacionales, dos goleadas resueltas con un juego óptimo ante Georgia (1-7) y Chipre (6-0) han insuflado ánimo y confianza a los internacionales, un cuerpo armado en torno a quince o dieciséis elementos, que salvo baja forma evidente, lesiones o percances, serán la columna vertebral de Luis de la Fuente en la próxima Eurocopa si el futuro, las elecciones o los juzgados no decretan otra realidad.

Los dos encuentros asoman como decisivos en la visión futurista de la Eurocopa de Alemania. Todos los choques es suelo teutón, sin sobredosis de vuelos ni inventos estelares. Con el público animoso de Sevilla ante Escocia, aliento para derribar a un equipo con mucho vuelo. Ha ganado los últimos once partidos de clasificación para Eurocopas o Mundiales y, en el grupo de España, los cinco duelos que ha disputado. Solo ha recibido un gol, lo cual no parece una casualidad, sino que indica un grupo en alza. En el partido de Hampden Park (derrota de España por 2-0), algunos jugadores como Carvajal quedaron muy señalados.

Ese tropiezo, como siempre sucede con la selección y los líos inherentes al fútbol, generó inmediatamente un océano de dudas sobre el nuevo seleccionador que sustituyó a Luis Enrique y la estructura de juego que trataba de construir. A Escocia le sirve un empate para agenciarse una de las dos plazas que dan a acceso directo a la Euro.

Hinchas escoceses en el AVE

A la selección escocesa le seguirá una ruidosa afición ataviada, como ayer en el AVE dirección Sevilla, con el kilt, la famosa falda característica del país que en teoría se utiliza en ocasiones especiales, tipo boda, convención o efemérides. Escoceses de potente voz ocupantes de unos de los vagones del tren, con cinco o seis cervezas tamaño tercio de consumo hasta la capital hispalense, y que estuvieron a punto de provocar algún incidente por los efectos del alcohol y también de la fuerza de una manada.

El segundo técnico de Escocia, John Carver, se declaró «molesto» por los comentarios que consideró «irrespetuosos» de Rodri, el jugador español, quien dijo que el estilo de los escoceses «no era fútbol».

La recuperación de España en Georgia y Chipre decreta que este el cruce clave del grupo de clasificación. Haaland y sus compañeros, el domingo, serán otra historia.

De la Fuente ha realizado un master en comunicación y exposición pública desde que fue nombrado sustituto de Luis Enrique. Uno de los detalles que no escapa a la aguda prensa que sigue a la selección es que en su presentación dijo ser un voraz consumidor de periódicos, web, radios, teles, todo con tal de estar informado.

Un año después, destituido el presidente que lo nombró, inmerso el país en un caso global (el beso a Jenni), medio desmantelada la Federación, pendiente él mismo de una declaración en la Audiencia Nacional, Luis de la Fuente dice ahora otra cosa: «Ya no leo tanta prensa». «Solo si son cosas buenas», apostilla. «De todo se aprende».

Ese tiempo que dedicaba antes a escuchar, leer o ver, lo emplea ahora en otras ocupaciones, según explicó: «Me gusta hacer deporte y ver fútbol. Veo mucho fútbol». El técnico considera que su grupo ha evolucionado desde la derrota en Escocia. «Ha mejorado en todas las facetas, en los tiempos de ataque, en el juego asociativo, en los extremos a pierna cambiada».

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