España, con mucho más que un título en juego

Pero no es lo único, ni mucho menos. Está en cuestión también el futuro más inmediato del equipo nacional, sobre todo en lo que respecta al banquillo. El estreno de Luis de la Fuente en marzo dejó tocado al riojano después de una dolorosa derrota en el Hampden Park de Glasgow ante Escocia, y no son pocas las voces que ponen en duda su idoneidad para el puesto. No encuentra mucho margen el seleccionador, a quien no le ayuda tampoco su perfil poco beligerante.

En Enschede, hogar del Twente, ciudad de 300.000 habitantes pegada a la frontera con Alemania donde la selección va a disputar su semifinal ante Italia, el ambiente dentro del grupo no invita a pensar que el seleccionador esté al borde del precipicio . Todo son sonrisas,. Ocurrió igual en los días previos, en la concentración de Las Rozas. Tal vez sea solo la calma que precede a la tormenta. Tal vez De la Fuente tenga más argumentos para estar tranquilo.

El técnico cuenta, en principio, con el apoyo decidido de la Federación, personificado en Luis Rubiales. En las oficinas del órgano rector sorprende, y molesta, esa imagen de personaje de segunda fila que se quiere atribuir al sustituto de Luis Enrique. Consideran que está muy alejada de la realidad. Que el riojano tiene las cualidades y los conocimientos necesarios para dirigir a España. «Es una apuesta decidida del presidente desde que se tomó la decisión en Qatar. No hubo ninguna duda con él. Tiene experiencia y conoce a los jugadores como nadie», cuentan desde Las Rozas. El propio Rubiales, en la final de la pasada Europa League, negó por dos ocasiones ante las cámaras de Movistar+ que él técnico esté en la cuerda floja.

¿Qué pasa entonces? ¿Por qué tantas dudas? Ocurre que, en el fondo, nadie se atreve a pronosticar el porvenir si la Nations League acaba en una nueva debacle. Al contrario que con el predecesor, un Luis Enrique cuyo peso y ascendente le hacía llevarse todos los palos, no hay paraguas esta vez para Rubiales. Si De la Fuente falla de nuevo será a él a quien le pidan cuentas.

Mientras, el protagonista asoma en Enschede relajado, casi juguetón. No es ajeno a los rumores, pero los soporta con una sonrisa. «Nos jugamos un título. Una oportunidad histórica», comenzó el seleccionador. «Nuestro escenario es llegar a la final. No pensamos en nada más. No hay día después. Ya sé que esto lo vais a poner de titular. Ponedlo. Es la única manera de afrontar algo. Lo hago ahora y lo he hecho siempre. Es el último partido. No se sabe lo que pasará mañana. Hay que afrontarlo como si nos fuera la vida deportiva en ello, que nos va. No pienso en lo que pase después». Toda una declaración de intenciones.

Desde la convocatoria de marzo, De La Fuente se ha refugiado aún más si cabe en su grupo de colaboradores. Después de su agridulce estreno tomó nota de las carencias, de los errores... También de actitudes y comportamientos que no le terminaron de gustar. Y ha actuado en consecuencia, tanto a la hora de ofrecer su segunda convocatoria, como en la forma de preparar este mini torneo de dos partidos. «Poco a poco, según juguemos y entrenemos se irá consolidando la idea», admitía ayer. «A medida que se dan secuencias tienes un mayor dominio. Como todo en la vida. Estaremos un poco más cerca de lo que queremos transmitir. Soy muy autocrítico, pero veo que el equipo da pasos hacia adelante».

Presume España en estas últimas horas de sus dos campeones de la Champions, Rodri y Laporte. En especial del pivote, héroe y coloso de la final con ese gol para la historia. Recién incorporados al equipo, ya en Enschede, después de las contundentes celebraciones en Mánchester, queda por ver si los festejos les pasan factura. «Motivación es imposible que tengan más», decía ayer el seleccionador. «Vienen de ganar la Champions, Rodri ha pasado a la historia del City... Eso lo hemos puesto en valor con ellos y el resto de compañeros. Es justo que se celebre un triunfo de esas características. ¿Como no van a celebrarlo? Me parece fantástico. Si los necesitamos, que seguro, no van a fallar. Tengo total y absoluta confianza de que van a estar a la altura».

Enfrente, la misma Italia de tantas y tantas batallas (la de Enschede será la número 40, con balance favorable a España por poco: 14 victorias, 12 derrotas y 13 empates). Una selección tan peligrosa como inconsistente. Campeona de Europa y clasificada para esta final a cuatro en un grupo con Alemania e Inglaterra, sí, pero fuera de los dos últimos mundiales. La selección de Roberto Mancini llega a Países Bajos después de una larga y plácida concentración en Cagliari, buena parte de ella con los jugadores acompañados de sus familias. Solo faltaron los internacionales del Inter, que llegan más decaídos que los españoles.

«Soy hombre de fe. Creo en las causas», sentenciaba De la Fuente ayer sobre la posibilidad de que el duelo ante los transalpinos cambie su suerte igual que cambió la de España en la Euro 2008. En sus manos, y en las de sus 23 jugadores, está el futuro más inmediato de la selección española.