España, Chipre y otro bochorno mundial

Hasta la carta de Rubiales, la goleada en Tiflis había logrado calmar las aguas de verdad, empeñados los jugadores y el cuerpo técnico en sacar el lío federativo del día a día del vestuario. Solo la llegada a la concentración de Yeremy y Ferran, llamados de urgencia como sustitutos de los lesionados Dani Olmo y Marco Asensio, ha alterado un poco el ambiente relajado con el que han convivido los internacionales durante el fin de semana, convertido en un búnker de imposible acceso, sin encuentros con los medios de comunicación ni ningún acto de otro tipo. En el horizonte, solo Chipre. El rival al que hay que ganar hoy en Granada para fortificar esa segunda plaza en el grupo que daría acceso directo a la Eurocopa.

Parece un envite sencillo, pero hablar de Chipre es hacerlo, inevitablemente, de aquella derrota en Larnaca de la que justo se acaban de cumplir 25 años. Un partido devuelto estos días a la actualidad gracias al documental de Movistar+ en los que se repasan los años de Javier Clemente al frente del combinado nacional.

La selección chipriota, curiosamente, vuelve a aparecer en otro momento convulso del fútbol español. En aquel entonces lo que se discutía era la conveniencia de mantener como seleccionador a Javier Clemente después del fracaso en el Mundial de Francia. Ese Chipre-España, jugado el 5 de septiembre de 1998, era el primer encuentro tras la debacle, 6 acabó provocando el adiós del técnico vasco.

España perdió 3-2 en un partido en el que Clemente, tachado siempre de defensivo, hizo que la selección saliera de inicio con cinco delanteros: Etxeberria, Luis Enrique, Raúl, Alfonso y Morientes. El experimento no pudo salir peor. «Una derrota de diccionario. Humillante. Denigrante. Degradante. Vergonzosa. Depresiva», se pudo leer al día siguiente en la crónica del partido de ABC. Al regreso a España, ya no había dudas de que el técnico de Baracaldo no podía seguir. Al igual que ahora, también hubo pronunciamientos políticos y peticiones al presidente de entonces, Ángel María Villar, de decisiones drásticas. Tres días después Clemente dejaba de ser seleccionador. Él mismo lo anunciaba en una multitudinaria rueda de prensa marca de la casa: «Hemos llegado a un acuerdo para rescindir el contrato bilateralmente, así que ni me han cesado ni he dimitido. No os he tenido miedo nunca (a la prensa). No merecéis que yo os tenga miedo».

Nadie en Granada espera hoy uno fiasco así porque, escrito está, el asunto Rubiales pasa ya de forman tangencial por el vestuario de España, donde estos días se ha hablado mucho más de las buenas noticias que dejó la goleada en Georgia, que fueron muchas: el derroche goleador de Morata, el estreno de Lamine Yamal... al que De la Fuente espera seguir dando minutos, o el descomunal paso adelante dado por Fabián Ruiz, que vuelve a sentirse importante en la selección después de ser defenestrado por Luis Enrique tras la Eurocopa celebrada en 2021. El asturiano le puso la cruz al acabar el partido de cuartos ante Croacia, en Copenhague, y nunca más lo volvió a llamar. Hoy, con un seleccionador que ya le dio galones en las categorías inferiores, sonríe más que nunca: «Ahora tengo mucha confianza, Luis me la demuestra dándome minutos y yo intento devolverla siempre. Ante Georgia estuve comodísimo».