Fútbol
Ernesto Valverde, la rebelión del hombre tranquilo
Copa del Rey
Sin grandes alardes ni gestas epopéyicas, el Athletic del resarcido entrenador extremeño vuela alto en Liga, donde es quinto, y en Copa del Rey, donde este miércoles disputa la ida de la semifinal ante el Atlético de Madrid
Pablo Barrios, un talento en flor
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Iniciar sesiónErnesto Valverde asumió su despido del Barça con una serenidad pasmosa. Quién puede olvidar aquella imagen del entrenador cacereño conduciendo por la rampa de salida del Camp Nou con una sonrisa dibujada en un rostro liberado. Se fue como llegó al volcán azulgrana: sin ... pronunciar una palabra más alta que otra, sin levantar tempestades en el curso de los acontecimientos. Dejaba el Txingurri dos títulos de Liga en Barcelona, aunque las hondas heridas sufridas en Roma, primero, y Liverpool, después, sumadas a la derrota en la Supercopa ante el propio Athletic, martillearon los últimos clavos en su ataúd; la idiosincrasia culé, aún inconsciente de la tormenta que no tardaría en llegar, reclamaba únicamente excelencia sin caer en la cuenta de que hay que merecerla.
Superaba Valverde la segunda mitad de los cincuenta, nada le quedaba por experimentar en el crudo mundo del deporte de élite, llevaba en su mochila cientos de partidos en su mochila vital y su futuro en los banquillos parecía tener un fin a corto plazo. Además, era 2020, el inicio del edulcorado fútbol de pandemia, ¿se acuerdan de las gradas artificiales de la Liga?, y tras un cese del Barça, la caída suele ser pronunciada. Rijkaard, Setién o Koeman, por ejemplo, así lo confirman. No obstante, haciendo gala de la genuina naturalidad que lo define, el de Viandar de la Vera regresó a San Mamés, tal vez su Ítaca personal, en el verano del curso pasado. Fue el campeón de la Supercopa de 2016 el principal reclamo del hoy presidente de los de Bilbao, Jon Uriarte, en su candidatura y, más allá de estrategias de mercadotecnia, el tiempo ha dado la razón al empresario vasco. Sin ir más lejos, en la primera temporada de su tercera etapa al frente del club, el Athletic de Valverde rozó los puestos europeos y sólo fue apeado de la final copera por Osasuna. Hoy, este equipo que vuela alto en Liga, donde es quinto, afronta de nuevo una semifinal de Copa del Rey. En la noche de este miércoles (21.30 horas, Movistar), ante el Atlético de Madrid en la ida del estadio Metropolitano, el hambriento conjunto bilbaíno tratará de resarcirse.
Gallardía juvenil
El compromiso con la tradición obliga al Athletic a tener, como casi siempre, una plantilla plagada de cachorros. Confiar en la pericia local es la única posibilidad para cualquier entrenador que regentó el banquillo de San Mamés, pero exprimir todo ese talento adolescente es un reto a la altura de muy pocos intelectos. El extremeño recogió una plantilla que acababa de ganar de nuevo la Supercopa, sí, aunque había finalizado el campeonato liguero con más lamentos que sonrisas. El fin de ciclo de Marcelino llevó consigo un ambiente enrarecido; sin embargo, con Valverde volvió la ilusión. Potenció el experimentado entrenador la progresión de sus dos jovencísimas perlas -Nico Williams y Ohian Sancet-, les entregó las llaves de su ataque, dibujó un 4-2-3-1 para que ambos explotaran sus virtudes y armó a una cuadrilla de guerreros, de atletas incluso, en torno a sus estrellas para llevar a sus rivales al límite físico.
El resultado de ese metódico trabajo está floreciendo en todo su esplendor en el presente. El Athletic hace un fútbol sin grises, un fútbol de presión alta e incesantes llegadas por banda mediante los hermanos Williams -destacable, también, la maravillosa temporada de Iñaki, que suma nueve goles y cuatro asistencias entre Liga y Copa- para nutrir a su nueve, Gorka Guruzeta (10 dianas), y las llegadas desde segunda línea de Sancet. Asimismo, el buen momento bilbaíno coincide con el brote de jóvenes como Beñat Prados, clave en el doble pivote junto a Vesga o el metrónomo del equipo, Ruiz de Galarreta; Aitor Paredes, titular en el centro de la zaga al lado de Vivian; o el descaro adolescente de chicos como Jaueregizar, Unai Gómez o Edu Ares. Es más, mientras el engranaje funciona con esplendor, dos porteros de la talla de Unai Simón (Liga) y Julen Agirrezabala (Copa) alternan con deportividad su protagonismo.
El artífice del nivel superlativo del Athletic no es otro que Ernesto Valverde, ese señor que, como John Wayne en el El hombre tranquilo (1952), regresó a casa en busca de calma, felicidad y prosperidad.
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