Villa, Xavi y Piqué, en el once ideal del Mundial

Stekelenburg (Holanda): Sólo un gol en la primera fase y dos más en los siguientes encuentros. De cualquier forma, si por algo ha destacado ha sido por realizar la mejor parada del Mundial hasta el momento. Fue frente a Brasil en un disparo desde la frontal de Kaká a la misma escuadra. El porterazo del Ajax (1,97) voló hasta allí mismo para sacar el balón a mano cambiada. Un paradón. Además, bastante regularidad en todo su quehacer.

Maicon (Brasil): Destacó hasta el mismo momento de la eliminación de su equipo. Una locomotora por su banda, creando siempre peligro, marcando goles y haciéndose notar. Además, defendió bien bajando continuamente sin desproteger su zona.

Piqué (España): No está para que le pongan medallas, en tal caso para que se las claven de vez en cuando como en el penalti ante Paraguay. Y aún así, sigue teniendo un nivel más alto que el resto. Defiende con solvencia (casi siempre) y saca el balón con mucha más claridad que todos los centrales presentes en este Mundial.

Lucio (Brasil): Impresionante. La mayoría se dirigían hacia su ataúd para empezar a echarle paladas de arena y, de repente, se levantó enorme, con su chepa omnipresente y sus salidas laterales para destrozar a los rivales. Ha hecho un Mundial increíble, aunque no evitó el desastre ante la naranja.

Lahm (Alemania): Le meten en la izquierda porque en la derecha está Maicon y con lo gorilón que es no hay manera de moverle. Este, como es pequeño y ardilla, se le mueve de un lado a otro como si fuera un gnomo. En su equipo está jugando en la derecha, que es donde más rinde y de donde nunca debió salir. Se le nota la madurez y la experiencia. Sólido y versátil. El gran capitán.

Xavi (España): Y eso que no está tan fino como suele, pero aún así la jerarquí se le nota. Abre el ojo y España ve. Lo cierra y se queda tuerta. Incluso, a veces pierde el equilibrio por la ceguera. Cuando los demás respiran y le dejan respirar, él golpea con sus cuatro ojos. Puede acabar siendo el jugador del Mundial.

Schweinsteiger (Alemania): Relativa sorpresa. Los que siguen la Bundesliga ya habían notado su mejora cuando Van Gaal cogió su libreta y le metió al centro. Ahí lo ha ganado todo pues en la banda se difuminaba. Jugador completísimo, agarra el balón en Berlín y te la mete en la escuadra de Munich. Baja, sube, juega, regatea, tira y asiste. Está como nunca.

Muller (Alemania): Todos anunciaban su llegada. El nuevo talento alemán. Incluso escorado hacia la derecha hace un daño tremendo con su potencia y zancada descomunal. Tiene gol casi sin mirar y está rindiendo todo lo que se esperaba de él. Acabará siendo Balón de Oro.

Sneijder (Holanda): Fue irse del Madrid, recalar en Italia y ponerse como una moto. Ha dejado de salir, de tomar copas y ha adelgazado tres kilos. Con el talento que tiene no necesitaba más. Soluciona todas las papeletas de la naranja con juego y goles providenciales. Dicen que Florentino está mordiendo ladrillos.

Villa (España): Poco que decir. El jugador del Mundial hasta ahora. Pichichi en solitario, no hay defensa que se le resista. Responde siempre y en cualquier posición. Un espadachín a sable, florete y espada. Lo domina todo y hace daño siempre.

Klose (Alemania): Un caso extraño. Sólo sabemos de él cada cuatro años, cuando llega el Mundial. Mientras se arrastra por el banquillo del Bayern, algo increíble en un tipo que mira el balón y ya lo ha metido. Te puede perdonar una vez, pero nunca dos. En vez de sangre tiene red en las venas. El tipo más odiado por los porteros que en el mundo están...