FÚTBOL
Un desaparecido Ronaldo, tensión en la plantilla y un nuevo descenso al caer: el Valladolid, un polvorín a punto de estallar
El conjunto pucelano, abocado al regreso a Segunda, visita el Metropolitano entre críticas a su presidente y un ambiente hostil tanto en los futbolistas como entre una afición hastiada
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No fallan Barcelona y Madrid, lo que obliga al Atlético a contar los ocho encuentros que le restan por victorias para mantener alguna mínima esperanza de pelear por la Liga. Para prolongar la senda del triunfo que inició en Sevilla, no hay rival más ... propicio que el Valladolid, que visita este lunes el Metropolitano (21.00, Dazn). Un club convertido en un constante polvorín, que descuenta los días para ver consumado su descenso a Segunda a riesgo de convertirse en uno de los peores equipos de la historia de la Liga, y en un clima de tensión que abarca todos los estamentos de la entidad, desde el palco hasta el vestuario, para sufrimiento de una afición sumida en el hartazgo.
Una parte importante de ella coincide en el diagnóstico sobre el máximo responsable de la situación que atraviesa el club blanquivioleta: Ronaldo Nazario. La leyenda brasileña aterrizó en la presidencia en 2018 y revolucionó la ciudad del Pisuerga, ilusionada con la llegada de uno de los más grandes sobre el terreno de juego. Sin embargo, seis temporadas más tarde, su labor en los despachos ha provocado que los gritos pidiendo su salida se conviertan en el principal 'leitmotiv' en Pucela. Un año después de su llegada, el propietario auguró que el equipo estaría peleando por un puesto en la Champions por estas fechas. El Valladolid, lejos de asomarse a la pelea por Europa, ha sido incapaz de estabilizarse en Primera y acaricia su quinto año consecutivo cambiando de categoría.
En los dos últimos descensos de la élite, el conjunto pucelano compitió por la salvación hasta el final, al contrario que esta temporada, en la que cada jornada se ha convertido en una agonía. El precedente con el que arrancaba, con la continuidad de Pezzolano tras burlarse de su afición pidiendo su dimisión en la plaza mayor de la ciudad en la celebración del ascenso, no invitaba al optimismo, algo que la labor en la confección de la plantilla, de entrenadores y futbolistas terminó por corroborar. El técnico uruguayo dejó su sitio a Diego Cocca y este a Diego Rubio, el encargado de aguantar el chaparrón hasta final de temporada.
Las 30 jornadas disputadas por el Valladolid hasta la fecha se han saldado con cuatro victorias, cuatro empates y la friolera de 22 derrotas, con 19 goles a favor y 69 en contra, para una irrisoria cifra de 16 puntos. Ocuparon puestos de descenso en la séptima fecha, lugar que no han soltado, y la mejoría del Valencia les instaló definitivamente en el farolillo rojo. A falta de confirmar matemáticamente su descenso, tiene por delante la misión de evitar convertirse en uno de los peores equipos de siempre. Una vez superado su propio récord de derrotas sufridas en una temporada, tiene a su alcance los 29 encuentros en los que fue superado el Sporting en la 97-98 –el peor colista de la historia de la Liga con 13 puntos–.
Futuro incierto
A la pésima situación deportiva se le suma una inestabilidad institucional en la que Ronaldo centra todas las miradas. El pasotismo del máximo dirigente del club, con muchas semanas a sus espaldas sin aparecer por las oficinas de su propiedad, aumentó con la pretensión por parte del brasileño de presidir la federación de fútbol de su país. Tras retirar su candidatura por la falta de apoyos, centró sus esfuerzos en encontrar una buena oferta para deshacerse del Valladolid. Sin embargo, dicha propuesta todavía está por llegar y, mientras tanto, el valor de su inversión no hace otra cosa de decaer.
Por si todo ello fuera poco, el ambiente en el vestuario se encuentra muy lejos del ideal, como se encargaron de demostrar la semana pasada Latasa y Luis Pérez, en una de las imágenes del año en el fútbol español. El segundo, enfrentado e insultado por su propia afición desde hace meses, no aguantó la recriminación del delantero y trató de agredirle, llegando a impactar su puño contra la pierna de su compañero. Unos minutos después, Iván Sánchez desahogaba su frustración con el asiento del banquillo. Una situación de constante tensión que se traslada también al terreno de juego. Y un sentimiento de sufre en mayor medida una ciudad que presencia cada semana uno de sus buques insignia convertido en un polvorín, camino de un nuevo descenso a Segunda y sin atisbos de que su situación pueda mejorar en los tiempos venideros.
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