El baúl de los deportes
El derbi de los bulos: empate amañado y un té maldito
En 1959, Real Madrid y Atlético se midieron por primera vez en la Copa de Europa. Fue en semifinales, y hubo un tercer partido de desempate pleno de pasión y rumores. Ganaron los blancos, que acabarían levantando el título
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Iniciar sesiónEn el fútbol, cuando no hay polémica, se busca. O se imagina. Es uno de los condimentos indispensables que han permitido cocinar la enorme popularidad de este deporte desde sus inicios. Si además, como sucedió hace 66 años, se le añaden ingredientes tan sabrosos como ... el patriotismo, la rivalidad vecinal y el dinero, el guiso sale picante y echa humo. Sin los potentes altavoces tecnológicos actuales, el primer derbi madrileño europeo de la historia hizo correr ríos de tinta y fue la comidilla en reuniones sociales y familiares de la primavera de 1959.
La joven Copa de Europa vivía su cuarta edición, disputada a caballo entre los años 1958 y 1959. Concebida como una cita internacional, la jugaban solo los campeones de Liga de cada país. Había una excepción: el que ganaba el torneo continental tenía derecho a defender el título. Si, como era el caso del Real Madrid, también había vencido en el campeonato doméstico, el segundo clasificado obtenía billete extra para la nueva competición europea.
Así, el Atlético de Madrid, subcampeón de la Liga 1957-58, se estrenó en la Copa de Europa arrasando al Drumcondra FC irlandés (8-0 en la ida y 1-5 en Dublín) en la ronda preliminar. En octavos, ganó 2-1 al CSK de Sofía en Madrid, pero perdió 1-0 en Bulgaria. No existía valor doble de goles fuera de casa, prórroga ni tanda de penaltis. Hubo partido de desempate en Ginebra con triunfo colchonero (3-1). En cuartos, el club rojiblanco eliminó al Schalke 04 alemán (3-0 en Madrid y 1-1 en Gelsenkirchen).
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Por su parte, el Real Madrid, exento en la ronda preliminar dada su condición de campeón —había ganado todas la ediciones (3) de la Copa de Europa disputadas—, eliminó en octavos al Besiktas turco (2-0 en la ida y 1-1 en Estambul). En cuartos, vapuleó al Wiener SC (0-0 en Austria y 7-1 en la vuelta). Además de los clubes españoles, se clasificaron para semifinales el Young Boys suizo y el Stade de Reims francés.
El 4 de marzo, el sorteo emparejó a los dos equipos madrileños. Y el 23 de abril, a las 20.30 horas, el estadio Santiago Bernabéu acogió «el primer episodio de la más sensacional semifinal de la Copa de Europa en las cuatro ediciones con que ya cuenta el gran torneo internacional —se leía en ABC—. El Real Madrid, tres veces campeón europeo, recibe al Atlético madrileño, que es el equipo que ha realizado las hazañas más notables en la competición actual».
La expectación era enorme y, por supuesto, hubo lleno: «Los señores socios del Real Madrid precisan, además del carnet y recibo corriente, una entrada especial de 10 pesetas (6 céntimos de euro)... Agotadas todas las localidades para este partido, se recomienda a las personas que carezcan de las mismas se abstengan de acudir al estadio, en evitación de aglomeraciones y molestias innecesarias».
El Real Madrid ganó 2-1 tras remontar un tanto de Chuzo desde 40 metros. Rial y Puskas, de penalti —su primer gol con los blancos en Europa— se encargaron de darle la vuelta al marcador. Vavá, al final, falló una pena máxima que pudo haber equilibrado el encuentro. La crónica del partido publicada en ABC, curiosidades de la hemeroteca, critica el rácano planteamiento del entrenador del Atlético, el eslovaco (entonces checoslovaco) Ferdinand Daucik.
«La moneda ha quedado en el aire y tendrá que caer —¿Cara? ¿Cruz?— en el césped del Metropolitano. No se le fue la eliminatoria, pero quizá no vuelva a encontrar el Atlético madrileño una ocasión tan propicia como la que tuvo ayer... Pero Daucik no se atrevió a arriesgar nada... Además, como si el once rojiblanco no advirtiera su superioridad física, los hombres de Daucik dieron muestras de sentirse satisfechos con el resultado, mínimamente adverso. Gracias a ello, y no sin apuros, pudo salir del campo victorioso el campeón».
Un par de semanas después, 7 de mayo, en un estadio Metropolitano al que tuvieron que poner gradas supletorias para dar cabida a más espectadores, el Atlético ganó 1-0 con un tanto de Collar. Cuando el duelo se encaminaba hacia el final, Kopa mandó un disparo al poste: «…el Madrid, desde el pitido inicial, había renunciado a una victoria, conforme de antemano con el solitario tanto de ventaja que logró en el Bernabéu... Y el Atlético, por su parte, con el retraso de Agustín, privaba a su ataque de un elemento más... Uno y otro, pues, se encontraron con la sorpresa de que sus precauciones, sus temores eran idénticos, así como el fracaso de los sistemas ofensivos…».
El último párrafo de la crónica de ABC deja entrever lo que era un rumor a voces en la Villa de Madrid: «El público animó a los suyos durante el partido. Pero al terminar expresó ruidosamente su protesta. Y es que de dos equipos que aspiran a la Copa de Europa cabe esperar más, mucho más, de lo que uno y otro hicieron ayer en el césped del Metropolitano».
Cordialidad 'sospechosa'
Y eso que los aficionados no habían visto aún la portada del ejemplar de 'Blanco y Negro' (BN) —suplemento de fin de semana de ABC— que se publicaría dos días mas tarde. El chisme popular elucubraba sobre un amaño entre los dos equipo madrileños para llegar a un tercer partido de desempate, muy goloso económicamente.
Y, en efecto, hubo tercer partido… después de que Santiago Bernabéu y Javier Barroso, presidentes de Real Madrid y Atlético respectivamente, posasen para la foto de 'BN' dándose un apretón de manos en una deportiva y cordial actitud.
El contexto de la confabulación queda descrito en el texto de las páginas interiores de aquella revista: «Pese al apretón de manos, no hubo acuerdo: el mínimo triunfo alcanzado por el Atlético en el estadio Metropolitano ha brindado la ocasión de salirse con la suya a los aficionados malévolos que ya de antemano conocían 'de muy buena tinta' el acuerdo concluido entre los dos clubes semifinalistas para perpetrar un empate que podría llevar a las arcas de ambos un pingüe tercer encuentro... Ese posible, supuesto, tercer encuentro, adivinado por los listos de siempre, no pasaba de ser más que un producto de la fantasía y de la mala fe. Nos corre prisa puntualizar estos extremos, porque acaso algunos mal pensados pudieran atribuir al apretón de manos entre los presidentes una intención de proclamar en forma indirecta y solapada lo que los 'generalmente muy bien enterados', sabían de antemano. No cabe en nuestra cabeza la más remota posibilidad del pretendido acuerdo».
El 13 de mayo, el estadio de La Romareda de Zaragoza acogió el choque definitivo. Miles de madrileños viajaron hasta la capital aragonesa. Estaba en juego la primera eliminación europea del Real Madrid o la primera clasificación del Atlético para optar al título.
La primera parte fue igualada, con el Atlético fuerte físicamente y con el Madrid acechando el área rival a base de combinaciones. Estas le sirvieron para adelantarse por medio de Di Stéfano, al que respondió Collar dos minutos después, en el 18. Al borde del descanso Puskas firmó el 2-1. Sería definitivo.
Y es que en el segundo acto el Atlético sufrió un bajón físico tremendo. Ni siquiera pudo aprovechar la lesión de Lesmes. Entonces, no había cambios y los blancos jugaron durante muchos minutos con un hombre cojo. De ahí nació la leyenda del té que le dieron a beber a los futbolistas del Atlético durante el intermedio y que les debilitó. «Se inventaban cosas rarísimas —comentaría años después el rojiblanco Rivilla—. La gente se lo pasa muy bien, sobre todo los forofos. Cuando su equipo no gana dicen cosas de esas».
Hubo más anécdotas alrededor de aquel primer derbi madrileño en Europa. La primera, una corriente de opinión contraria a los duelos «fratricidas» entre dos equipos del mismo país en un torneo internacional bajo la peculiar premisa de que cuando cualquier club nacional se enfrentaba a un extranjero a «todos los españoles» les unían el deseo de que ganara «nuestro» representante. La segunda, el corte de luz que interrumpió la retransmisión en directo que efectuaba Televisión Española. La avería fue solucionada en el descanso.
El 3 de junio, el Real Madrid se proclamó tetracampeón de Europa al vencer al Stade de Reims (2-0) en la final disputada en Stuttgart (Alemania).
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