Del mano a mano con Portugal a un Mundial en tres continentes: las idas y venidas de la candidatura de España

Será un trámite, porque el proyecto ibérico, más el añadido marroquí, se ha quedado solo en la carrera y la FIFA pondrá todo su empeño en que los tres países cumplan con sus requisitos. Pero habrá que pasarlo. Hasta llegar allí habrán transcurrido cinco años de trabajo desde que España se planteó por primera vez albergar de nuevo un gran evento futbolístico. Fue a raíz de una visita a España de Gianni Infantino, presidente de la FIFA, que visitó junto a Luis Rubiales la Moncloa para verse con Pedro Sánchez.

España, que con anterioridad había sido sede de una Eurocopa (1964) y un Mundial (1982) volvía a explorar esa posibilidad, aunque con condicionantes. Las cifras estratosféricas de gasto manejadas en los tres últimos mundiales, los ya disputados en Rusia (2018) y Qatar (2022), más el próximo a celebrar en Estados Unidos, Canadá y México (2026), obligaban a la RFEF a buscar un aliado. La opción más fácil, también la más sentimental, pasaba por buscar el apoyo de Portugal.

Así se hizo. Los primeros contactos fueron en 2019, una serie de reuniones de las que salió el compromiso de lanzar un proyecto serio que convenciera, en primer lugar, a los Gobiernos de los dos países. El trabajo dio sus frutos en junio de 2021, con la firma oficial del acuerdo de ratificación para la candidatura mundialista conjunta, un acto en el estadio Metropolitano de Madrid al que asistieron tanto Felipe VI como el presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, así como Pedro Sánchez y su homólogo luso, Antonio Costa. «Si nos otorgan su confianza cuando vengan a nuestros países se van a encontrar un escenario inigualable», decía entonces un eufórico Rubiales.

Hasta entonces, poco se sabía de posibles rivales para la candidatura ibérica, pero fueron saliendo. El primero en asomar fue Arabia Saudí, dispuesta a poner una tonelada de dinero para albergar un Mundial al estilo del que había organizado Qatar. Había un problema que era, precisamente, la cercanía de la cita en el Emirato. Arabia Saudí, entonces, decidió vestir su candidatura con la presencia de Egipto y Grecia, una especia de alianza entre continentes, una unión futbolística de concordia y paz, con la que pretendía seducir a la FIFA. Al final, el máximo organismo internacional se ha dejado convencer con esa idea, pero en otro formato.

También apareció Uruguay, con una proyecto romántico: celebrar el centenario de la Copa del Mundo en el mismo lugar en el que nació. Al país charrúa tampoco le salían los números y se rodeó de Argentina y Paraguay. Esa sí parecía una apuesta más potente, por la cercanía entre los tres países y por esa reminiscencia a la creación del campeonato.

Alianza y concordia entre civilizaciones, vuelta a los orígenes... la candidatura ibérica empezaba a parecer coja ante el resto de apuestas. de ahí surgió la idea de incorporar a Ucrania en octubre de 2022, apenas unos meses después de que el país sufriera la invasión rusa. «Hoy damos un paso más: juntos representamos el poder de transformación que el fútbol tiene en la sociedad», contaba Rubiales en el acto de presentación de la nueva candidatura. «En Portugal y en España, vemos cómo amigos y familias acogen a decenas de miles de exiliados que ahora mismo están fuera de su país. Estoy convencido de que esos niños y niñas recordarán este momento histórico para ellos. Y van a crecer con la esperanza, que es una palabra preciosa, de que algún día llegue ese momento de paz».

Había dudas más que fundadas sobre el papel que debía jugar Ucrania en la candidatura. No podía ser más que testimonial en vista de su situación. En principio, albergaría uno de los grupos de la primera fase, y hasta ahí. Suficiente para dotar de un nuevo impulso a un proyecto que pasaba a ser europeo, y que ya tenía el apoyo decidido de la UEFA.

No sería el último cambio. Meses después, Andriy Pavelko, presidente de la Federación Ucraniana de fútbol, se veía envuelto en un caso de corrupción y las autoridades de su país pidieron su salida inmediata. Además, la guerra no cesaba, y lo que en principio se había visto como un impulso a la candidatura pasó a sentirse como un problema.

Había que tomar un nuevo rumbo. En marzo de este año, bajo el auspicio de la FIFA, que hasta entonces había torcido el gesto cuando se le habían planteado candidaturas de distintos continentes, España y Portugal deciden sumar al proyecto a Marruecos, que hasta ese momento dudaba si presentarse en solitario. De nuevo había que rehacer dossieres y presentaciones para incorporar a un tercer país que, en este caso, sí iba a tener más peso.

España, que en un principio parecía destinada a albergar once de las catorce sedes mundialistas, veía menguado su papel preponderante con la entrada marroquí, que reclamaba una cuota similar a la española en el acuerdo. Ese capítulo no está cerrado aún, y no lo hará hasta que el proyecto final esté cerca de su aprobación. Siempre, escrito está, bajo la supervisión de la FIFA.

El último giro de guión en la candidatura llegaba en septiembre. El beso de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso en la final del Mundial femenino abría una crisis de magnitud mundial en la Federación Española. La negativa del dirigente a dimitir obligó a la FIFA a actuar. Lo hizo antes, incluso, que el CSD o la Justicia española. Decidió abrirle expediente e inhabilitarle durante tres meses de forma preventiva mientras estudiaba su caso. El fútbol español estaba en el punto de mira del planeta entero y la candidatura corría un peligro real.

La dimisión de Rubiales, la intervención del CSD y las medidas urgentes adoptadas por la Comisión Gestora de la Federación consiguieron reconducir la situación. La FIFA, a la vista está, se quedaba sin muchas más opciones. Arabia Saudí decidía esperar cuatro años a lanzar su proyecto, hasta el Mundial 2034, mientras que la candidatura sudamericana presentaba lagunas en infraestructuras de difícil solución.

Al final, una decisión salomónica e inaudita. El Mundial es para España, Portugal y Marruecos, pero la FIFA no se priva de celebrar el centenario de la Copa del Mundo en Uruguay, el primer país en acoger el torneo y, por añadiduda, en Argentina y Paraguay, los dos países que habían decidido acompañar en su aventura a los charrúas.

Uno de los grandes objetivos de Luis Rubiales al acceder a la presidencia de la RFEF empieza a tomar forma con el inicio de las reuniones con la Federación portuguesa para analizar las opciones de una Candidatura Ibérica al Mundial 2030.

Rubiales y su homólogo luso, Fernando Gomes se comprometen a elaborar estrategias para la proyección internacional de las federaciones española y portuguesa y la candidatura conjunta.

Con la presencia de Felipe VI, del presidente de la República Portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa, del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y de su homólogo, el primer ministro de Portugal, Antonio Costa, se firma el acuerdo de ratificación para la candidatura mundialista conjunta y el apoyo gubernamental de ambos países.

Se crea el primer organigrama de trabajo de la candidatura y se nombra al portugués Antonio Laranjo como coordinador de infraestructuras. Andreu Camps, secretario general, Jorge Mowinckel, director de Estrategia; y Juan Carnicer, director del Gabinete de la Presidencia del CSD, conforman el grupo de trabajo por parte de la delegación española.

La RFEF hace público el nombre de los quince estadios que han propuesto su candidatura a ser sede del Mundial 2030, y se inicia el proceso de evaluación de cada una de ellas.

Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, hace un apoyo expreso a la candidatura conjunta de España y Portugal, lo que la convierte en la única opción europea. «Es una apuesta ganadora y haremos todo lo posible para ayudar a estos países apasionados por el fútbol, que viven y respiran fútbol y que tienen una buena infraestructura».

Ucrania, invadida por Rusia, se incorpora a la candidatura «con el fin de tender puentes y proyectar un mensaje de unidad, solidaridad y generosidad por parte de todo el fútbol europeo».

La candidatura se convertía así en histórica por integrar a países de dos continentes unidos por el fútbol. En ese acuerdo, se hace pública la salida de Ucrania mientras que su Federación y su presidente «superen las dificultades por las que están atravesando» para poder presentar una candidatura conjunta de los cuatro países.

La imputación por agresión sexual y coacciones de Luis Rubiales tras el beso dado a Jennifer Hermoso en la final del Mundial femenino comprometen las opciones de la candidatura española. La FIFA expedienta al presidente de la RFEF y le suspende de forma provisional. La actuación del CSD y la dimisión de Rubiales reconducen la situación.

Por sorpresa, la Federación Internacional anuncia que se han convertido en la única candidatura en la carrera para el Mundial 2030. A la vez, confirman que Uruguay, Argentina y Paraguay albergarán tres partidos inaugurales.