ALMERÍA 0 - BARÇA 8
Mambo azulgrana antes del clásico
El Barcelona arrolló a un Almería vergonzoso y Guardiola le indicó el camino de la guillotina a Lillo, su mentor
Enrique Yunta
He aquí el encuentro más agradable que recuerda el Barcelona, de paseo por la deprimida Almería. Sin restarle ningún mérito a su fútbol, jamás se encontrará el Barça con un compromiso tan asequible, repleta la tarde de gentilezas por parte de los sonrojados e incapaces ... jugadores locales. Juanma Lillo tiene ya cita con la guillotina, devorado por su ahijado en un meneo que pudo tener un marcador aún más abultado de no haber levantado el pie en la reanudación, condescendiente el Barcelona con una comparsa que fue de todo menos un equipo. Le enchufó ocho, mambo antes del clásico del próximo lunes. El Camp Nou está ansioso por recibir al Real Madrid.
Es tan fácil el relato de este partido que, paradójicamente, cuesta explicar lo sucedido. Cuesta básicamente porque no es normal ver tanta superioridad entre dos equipos de la Liga, dividida sin remedio entre los dos grandes y el resto. Aceptada esa premisa para resignación de los otros, resulta complicado atribuir méritos o deméritos después de lo visto a la orilla del Mediterráneo. Seguramente habrá un poco de todo y lo cierto es que al Barça le salió un sábado redondo. Goleó en poco más de media hora, funcionó la jugada de reservar a Piqué (estaba apercibido) y a Sergio Busquets, protegió a Iniesta y a Xavi al sentarles en el intermedio y se puso a pensar en el clásico, que se presenta tan apasionante que da miedo. Además, la cita sirvió para que Messi mantenga la fiel tradición de engordar unas cifras espectaculares. Con su triplete, el extremo lleva 101 tantos en la Liga con el Barcelona y sí, promete mucho más. Él nunca se toma un respiro.
La sexta victoria del Barcelona como forastero —otro récord al saco— llegó casi sin quererlo, roto el duelo en dos jugadas consecutivas. Abrió el melón Messi con un latigazo desde la frontal y le dio continuidad al festejo Iniesta, beneficiado por un regalo defensivo propio en los correcalles de alevines. Pim, pam, pum, dos puyazos y a vivir del cuento. El Barça fue un tornado que arrasó la desprotegida trinchera almeriense.
En el cúmulo de despropósitos, llegó el tanto en propia meta de Acasiete, el cuarto de Pedro después de un buen desplazamiento de Fontás (el canterano hizo de Piqué) y el quinto de Messi antes del ratito para el bocadillo, más indigesto que nunca para una afición que despobló la grada antes de hora por el bochorno.
El segundo acto, para desgracia de Lillo y sus corderitos, se tuvo que jugar porque así está estipulado y fue como el anterior, pero con el Barça menos fiero, apenado incluso por la poca oposición. Sin querer abusar, fue imposible contener a Bojan en su afán por reconciliarse con el que antes era su amigo, el gol, y ocurrió que Messi no descansa ni aunque el oponente suplique clemencia. Fue una paliza en toda regla y el Barcelona, que igualó su mejor goleada a domicilio (en 1959, contra el Las Palmas) avisa a navegantes.
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