georgia 0-4 españa
El vendaval perfecto de la selección
clasificación mundial 2026
España avasalla a Georgia con un fútbol primoroso y logra el pase virtual para el Mundial salvo una debacle de goles ante Turquía en Sevilla
El uno por uno: Oyarzabal, el estilete de una selección coral que hace historia
Enviado especial a Tiflis (Georgia)
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Iniciar sesiónEspaña está tocando el esplendor. En Georgia gana por avasallamiento estético, fútbol de lujo y marcador rotundo. Una maravilla que clasifica virtualmente a la selección para el Mundial 2026, salvo que Turquía haga el milagro de ganarla por siete goles en Sevilla. ... Cuestión que se visualiza improbable viendo el nivel de este equipo que provoca magnetismo con su juego lúcido y aguerrido.
Si la perfección existe en el fútbol, España la roza en el primer acto frente a un público enérgico y apasionado que dejó medio estadio Boris Paichadze vacío, cubierto con pancartas de 'I am Georgia'. Es un ejercicio primoroso, pulcro, quirúrgico y con gotas de esencia y estética. Pura delicia ver jugar así al equipo de todos en este país de fútbol de clubes.
España no tiene a Lamine Yamal, estrella mundial, ni a Nico Williams, la otra flecha que deslumbró en la Eurocopa. Falta un Balón de Oro, Rodrigo, la magia encarnada en Pedri y no juega uno de los mejores defensas del mundo, Carvajal. Pero el molde está hecho, las entrañas de la selección funcionan por ensalmo, una idea clara de juego, esa presión tras perder el balón, futbolistas que hasta hace poco eran considerados por la crítica unánime rellenos del formulario son ahora galácticos con la selección.
🤯 Lo de este grupo no tiene nombre. Bueno sí...
— Selección Española Masculina de Fútbol (@SEFutbol) November 15, 2025
¡¡SOMOS UN EQUIPO DE RÉCORD!!
La @SEFutbol suma 𝟯𝟬 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗜𝗗𝗢𝗦 sin conocer la derrota y establece una nueva marca en su historia.
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Hay varios casos, Oyarzabal, que se crece como una bola de nieve rodando cuesta abajo y es el máximo goleador de 2025 (ocho tantos). Mikel Merino, que en la Real Sociedad solo destacaba y en la selección se sale. Zubimendi, fichaje estrella del Arsenal después de maravillar con España. Incluso Ferran, víctima de tantas chanzas en el pasado, es ahora un cohete.
De la Fuente ha fabricado un vendaval desde esa sensatez sin fingir, esa modestia que habla de las buenas personas y da voz a los secundarios. La selección fue una marea perfecta en el primer periodo, fútbol en campo del rival, repliegues veloces, presión en terreno contrario, toques precisos, pases de tiralínea, velocidad de balón, atrevimiento, empuje colectivo... Y faltan calificativos para describir una sinfonía tan bella.
Todo se pone de cara porque España juega con la cara metida en Mamardashvili, el portero del Liverpool, al que prueba una y otra vez. Oyarzabal marca de penalti por una mano de nuestros días. Álex Baena finta como si fuera Falcao y chuta al palo. Zubimendi anota el segundo en una estupenda combinación con toque de primera al hueco que no se ve de Fabián Ruiz. Y Ferran hace el tercero en otra jugada engrasada entre Baena y Oyarzabal. Magnífico. Un equipo que aprieta la tuerca en el paso atrás, jugadores que bajan como si buscasen el remedio eterno. Achique de espacios, el campo estrecho, otra portería a cero.
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El ardor guerrero de la selección no decrece en el segundo tiempo, pero Georgia tiene vergüenza. No quiere una afrenta como hace dos años (1-7). Los asiáticos presionan más tras el descanso, obligan a fijarse en Unai Simon, autor de dos paradas de cierta entidad, Kvaratskhelia entra en calor y le hace un túnel a Marcos Llorente, que ha salido por Pedro Porro, el público jalea las embestidas al contragolpe, ahora llamado transición.
Pero el resultado no varía. Oyarzabal, tocado por una varita, hace el cuarto en una cabezazo rodeado de enemigos. Han salido Llorente, Barrios, Fermín y Yeremi Pino, y nadie nota defecto alguno en la rueda de sustituciones, salvo en el remate al muñeco de Borja Iglesias con todo a favor después de una certera maniobra de Pablo Barrios, quien ha mejorado la limpieza en el juego. Borja vuelve a exponer que España no necesita un aniquilador para imponer su clarividencia. Falla otro gol cantado, a puerta vacía y medio precipitado por el ansia, después de una inmersión de Llorente por la banda.
Georgia quiere su gol, lo merece tal vez por la insistencia y la velocidad de sus jugadores, unos cuantos fotocopias de la estrella del PSG. Pero España le niega ese capricho. Esto es la élite y la selección encuentra otro motivo para retarse y convencerse de que todo es posible.
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