La constante caída de Jesé

Tras esa maldita noche de dolor en la Champions que le mantuvo parado nueve meses, el canario no ha llegado a acercarse ni por asomo a aquella versión con la que encandiló al Santiago Bernabéu y que acabó desatando hipérboles en las alabanzas de esa parte del madridismo que llegó a colgarle el cartel del 'nuevo Cristiano'.

En el fondo de la maleta de Jesé reposan regalos y la preciosa camiseta de la Sampdoria con la que en febrero hizo su debut italiano con una derrota ante el Bolonia (1-2), estreno que llegaba apenas unos días después de finiquitar su contrato con el Ankaragucu. En el enésimo intento por reconocerse y volver a ser el que fue antes de que su rodilla quebrara ante el Schalke, el atacante comenzaba la presente temporada en la liga turca, pero jamás terminó de adaptarse ni a las costumbres ni al fútbol de ese país y a principios de 2023 dio su enésimo bandazo. Frenazo y nuevo cambio de colores.

Traspasado en 2016 por el Real Madrid al PSG a cambio de 25 millones de euros, el delantero se buscó sin éxito en París antes del inicio de un rosario de aventuras y viajes con doble denominador común: falta de continuidad y lento apagón futbolístico de un jugador que arrastra una vida deportiva y sentimental repleta de idas y venidas.

Las Palmas (en dos etapas), el Stoke City inglés, el Betis y el Sporting de Lisboa fueron otras estaciones antes de que Jesé decidiera buscarse en Turquía e Italia. Intentos todos infructuosos para un delantero que es padre de cinco hijos fruto de varias relaciones y que ha ido compaginando los entrenamientos con su vocación como cantante de reguetón. Una mezcla anómala en el fútbol profesional.

El 2014 fue el año de la décima para el madridismo, pero también el del inicio del divagante caminar de un futbolista que poco antes de aquella lesión sufrida con 21 años, cuando se le comparaba con Cristiano Ronaldo, sorprendía al asegurar que se veía ganando el Balón de Oro en cuatro años. Tras el paso por el quirófano, el jugador no ha conseguido resurgir de las cenizas y sus apariciones públicas fuera de los estadios tampoco le han ayudado. «La gente me ha catalogado en un momento en el que cometí algún error por ser joven y no tan maduro como me considero ahora. En el camino vas aprendiendo y la vida te va golpeando. Lo importante es reconocer cuando te equivocas y aprender de ello, utilizar lo que has fallado en la vida y en el fútbol profesional. Creo que la gente me ve de una manera que no es», reconocía en la Ser en una de sus últimas entrevistas.

De fuerte personalidad y carácter en ocasiones volcánico, Jesé no pierde la fe en él como tampoco hizo el Real Madrid cuando cometió un pecado de juventud en un encuentro de juveniles. Con 15 años, propinó un cabezazo a un árbitro y fue sancionado con quince partidos, pero el club blanco no le expulsó de la entidad porque intuía en él un enorme potencial como delantero. Un hombre de futuro, vaticinaron. Con los años, sin embargo, las persianas se le han ido cerrando.

Jesé firmó con la Sampdoria hasta el próximo 30 de junio, con la opción de continuar una temporada más si el equipo celebraba la permanencia que ya se le ha escapado de las manos. Las posibilidades de seguir en el club en la Segunda división italiana son escasas y ya está preparado para volver a emprender otra aventura la próxima temporada. Un nuevo intento de Jesé por reencontrarse con el jugador que apuntaba a ser. Eligió lucir el número 99, el mismo dorsal que portaron Samuel Eto'o o Antonio Cassano, futbolistas que, a diferencia de él, sí dejaron huella en el equipo genovés. Una camiseta para su colección que ya está guardada en la maletas.