Bombazo del Girona en Montjuic: golea al Barça y se pone líder

Blind no podía con Pedri. El Barça fluía y el Girona sufría. A Míchel se le escapaba el partido de las manos y Xavi desplegaba su mejor juego sobre todo en ataque. En defensa, Araujo de central para neutralizar a Dovbyk, el tercer delantero de la Liga que más remata. Salía en largo el Girona, a través de su portero Gazzaniga. Pero contra el dominio más vistoso e interpretando muy bien los espacios, una gran asistencia de Yan Couto encontró a Tsygankov, que no se equivocó y cedió a su compatriota Dovbyk para que inaugurara el marcador. Sin desmerecer la calidad del gol en todas sus secuencias, contó con la impagable colaboración de Christensen, que lo hizo todo mal. Los de Míchel no sólo ganaban sino que se ponían líderes.

Al Barça no parecía quedarle muy lejos el empate y hasta la victoria, por su juego alegre, por la rapidez a la que movía el balón, pero no conseguía beneficiarse del desorden de la defensa visitante hasta que a la salida de un córner Lewandowski saltó por encima de todos y empató el partido. Fueron los mejores momentos de Xavi. Pero entre los muchos méritos del Girona está el de que nunca se desmorona. Sufre si el rival le pellizca pero sabe aprovechar los momentos más tranquilos para concretar sus oportunidades. A partir del empate Míchel se dio cuenta de que no podría resistir todo lo que quedaba de noche sólo defendiéndose, leyó a la perfección las miserias defensivas del rival, que son infinitas, y su equipo empezó a jugar a fútbol. Mordía cada vez que podía correr y encontrar espacios. Dovbyk asistió a Miguel que pudo marcar de no ser por la punta de los dedos de Iñaki Peña, que hace olvidar a Ter Stegen.

El dominio del Barça se iba convirtiendo en retórico y el Girona tocaba mejor el balón y todo lo que hacía, a diferencia del rival, era incisivo, profundo, intencionado. Miguel chutó fuera por muy poco dejando sin premio una gran jugada de Dovbyk. Era su segundo aviso. El tercero lo convirtió en un golazo, durísimo disparo al primer palo. El Gironarecuperaba el liderato y la sensación, y no es una exageración oportunista, de ser el primer equipo de Cataluña.

Poco menos de 43.000 espectadores en Montjuic, ésta es la realidad de un club que cae a pedazos por la suma de muchas incompetencias, mucha mala fe y una afición acrítica, pasiva y desleal. El Barça volvió nervioso del descanso, sabiendo que perder contra el Girona no sólo eran los tres puntos sino que tenía algo de constatación del sorpasso. De Jong chutó duro, rechazó Gazzaniga con dificultades. El Girona administraba, sin padecer demasiado y tras unos minutos de desapetencia en ataque volvió a morder y en cada transición el depauperado Montjuic se helaba. Recuperaron el toque elegante los de Míchel, bailando a un Barcelona sin clase.

Xavi dio entrada a Ferrán, Balde y Lamine Yamal; y sacrificó a Joao Félix, Christensen, y Raphinha. El Barça crecía en oportunidades pero sin ser dramáticas. Míchel descansaba de la resistencia agónica con ataques largos, con muchos toques que recordaban a los equipos de Pep. Stuani entró por Dovbyk, Portu y Valery por Tsyganov y Yan Couto.

Valery en el 80 marcó el 1 a 3, Gundogan recortó distancias en el descuento y Stuani sentenció con el cuarto. El Girona escenificó con su brillante victoria que destronaba al Barça como primer equipo de Cataluña. Como club hace tiempo que lo ha superado, por méritos propios y por la banda que asaltadores está desballestando al Barça.