La Real Sociedad infla su orgullo

No respiró un equipo tan solvente como el Benfica hasta el fin de los primeros doce minutos de partido, justo cuando un fuera de juego evidente de Rafa Silva evitó el gol de Petar Musa –nunca hay que subestimar la voracidad de un delantero balcánico–. Se adentró el croata de nuevo en los dominios de Remiro con varios remates sin demasiado peligro, pero el Benfica, sin un Di María lesionado, sufría en los aspectos relativos a la creatividad.

Entretanto, la simbiosis entre Kubo y Traoré hería al cuadro luso por la derecha; mientras que el poblado centro del campo realista formado por Zubimendi, Merino y Brais permitía a los de Imanol jugar cada balón con sentido. Sin embargo, pese a las oportunidades de Barrenetxea y Ahien Muñoz, el primer disparo a puerta del partido llegó en el minuto 51, en una ocasión clara de Zubimendi que repelió seguro Trubin.

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Introdujo Schmidt al talentoso Kokcu; quería el técnico alemán contrarrestar el baño recibido en el centro del campo. Pero, ciertamente, la Real continuó su baile. Es más, en el cénit de su juego halló la recompensa: a la hora de partido, Barrentxea regateó con suficiencia a Bah, llegó a línea de fondo y centró raso para que Brais hiciera su tercer gol en esta Champions. Apretó el Benfica con más ganas que fútbol hasta el fin, pero la victoria donostiarra fue inevitable. Suma siete puntos la Real tras tres jornadas: de manera ilusionante, la clasificación a octavos se vislumbra en el horizonte.