El Barça pierde y suspende en casa

Mal el Barça, impreciso, adormilado, merecida derrota momentánea. No por falta de calidad sino por falta de tensión, de nervio competitivo, como si los jugadores no recordaran que no son más que unos niños que todavía no han ganado nada, que jugar en este equipo es un honor y que sin darlo absolutamente todo no llegarán a nada.

El primer gol que esta temporada encajaba el Barça a balón parado. El más mañanero, minuto 3. Síntomas de dejadez. Lewandowski en en el 10, sin ser tan joven, falló incomprensiblemente un remate clarísimo, sin quitar mérito a la buena parada de Dmitrovic.

Poco a poco el Leganés se fue encerrando y el Barça se esforzaba en la presión. Sorprende en los últimos partidos la falta de sincronía de Olmo con sus compañeros. Cuando llegó parecía que toda la vida hubieran jugado juntos; hoy cada conexión es borrosa, como forzada.

Muy cerrado y estrecho el Leganés, estrategia algo prematura aunque fuera ganando. Susto de Lamine Yamal en el tobillo que se lesionó, pero volvió al terreno de juego tras ser atendido. Partido sin ritmo, bajo de revoluciones, gritos de «Barça sí, Laporta, no», tapados por los pitos del resto de aficionados.

Sin la Grada d'Animació -muy justamente expulsada- el ambiente en Montjuic hace semanas que es gélido y el club trató de compensarlo anoche con una especie de charanga poco afortunada y muy mal recibida por el público.

Dani Olmo, cinco pérdidas en 20 minutos. Koundé, cada vez más ofensivo. El Leganés se defendía como si sólo quedara el añadido para el final del partido. Continuas interrupciones por un juego tosco, bruto. Ataque y gol local, poco brillante -ni Pedri estaba fino- pero tenaz en su martilleo.

El público se quejaba de las interrupciones constantes y a su equipo le costaba horrores hallar el ritmo. Raphinha remató con gran clase pero Dmitrovic y el larguero evitaron el gol. Muy bien el portero del Leganés, que desbarató a continuación otra ocasión de Lewandowski, que hizo un movimiento tan hermoso como estéril.

Cuando el Barça se encalla, o juega a contrarreloj, pierde la efectividad de cuando se siente menos presionado, pero la noche parecía propicia para el empate y victoria local. Al equipo le faltaba pausa, luz, pero la actitud había mejorado. Sobre Dani Olmo hay que decir que empezamos a entender por qué el Leipzig nos lo vendió encantado y hasta permitiendo el pago a plazos.

Lamine Yamal, ligeramente cojo. Balde, muy limitado con el balón. En el Barça, todos por fuera, nadie por dentro. El plan del Leganés de aguantar encerrado empezaba a parecer no tan descabellado. Aparatosa bronca de Pedri a Casadó por caer en las añagazas visitantes para perder el tienpo. El Leganés renunciaba al balón para no salir de la cueva pero nunca se desorganizaba defensivamente.

Olmo acabó con la paciencia del poco público que subió a la montaña y fue sustituido por Fermín. Ferran entró por Lewandowski. Los pases con más intención del Barça, los de Éric, aunque flirteando siempre con el fuera de juego. Muy cansado, fue cambiado por Cubarsí. Gavi sustituyó a Lamine Yamal, tocado y Pau Víctor a Casadó.

El Barça no sólo perdió sino que suspendió el examen de remontar partidos que se le ponen feos contra rivales menores. Le pasó también con la Unión Deportiva. Es algo que este equipo tiene que aprender a hacer, lo mismo que a no regalar ventajas iniciales por no estar concentrado.