Un Barça muy mediocre gana al Rayo y se asegura el segundo puesto

Cubarsí es un gran jugador pero tiene problemas cuando delanteros muy veloces tratan de ganarle la espalda. Es joven y puede mejorar este aspecto de su fuego pero si no lo hace será siempre una lacra. El Rayo no desapareció en ningún momento del partido y aunque pocas, iba teniendo sus ocasiones para el empate. No estaba en absoluto claro que el Barça pudiera mantener la ventaja en el marcador hasta el final. Araujo estaba en el banquillo a disposición del entrenador pero luciendo el anillo de casado, de modo que muy interiorizado tenía que tener que no iba a ser requerido para el juego porque de otro modo no llevaría la alianza. Son sólo detalles, es cierto, pero que marcan el grado de compromiso de un jugador con su equipo.

El Barça se acomodó en el partido tras el gol, el Rayo tenía el balón y el fútbol empezó a ser lento y atascado para los locales. El que perdía quería remontar y se tomaba en serio sus posibilidades. El partido se jugaba más en el campo del Barça que del Rayo y esto mandaba un mensaje terrible de cómo se tomaba la tarde el equipo de Xavi. Dejadez en el juego, desidia y una pasividad que podía costarle el cargo al entrenador, aunque no hay que despreciar lo cómodo que se siente Laporta teniendo esta tensa relación con su técnico que le permite tapar otros escándalos, mucho más graves, creando tensión y rebajándola cuándo y cómo te conviene, según lo que poco a poco se va conociendo de sus turbias andanzas. Leves gritos de «Barça sí, Laporta no» justo antes del descanso.

El Barça continuó en su decepcionante realidad, decaída, con la curiosa excepción de Lewandowski, que está haciendo méritos para la Eurocopa y para quedarse en un club arruinado cobrando lo que no sería razonable que se pagara ni por un chaval de 20 años. La segunda parte empezó tan triste como había acabado la primera, con el Barça arrastrándose de un modo hasta cierto punto comprensible por este final de temporada tan poco interesante y teñido de polémicas extrañas pero a la vez también bastante reprochable dado que el segundo puesto todavía estaba en juego. Fútbol feo, gris, era difícil pasarlo bien si no eras un turista de visita por motivos folklóricos, como quien acude a un espectáculo de delfines y el día que no tocan la boya que cuelga del techo tampoco los silva precisamente por delfines. Tal vez por ello Laporta estaba callado en el palco sin comentar las jugadas con nadie. El Rayo avisaba. Xavi cambió a Rafinha, Cubarsí y Fermín por Pedri y Joao Félix y Araujo, que tuvo tiempo para quitarse la alianza. Vítor Roque empezó a calentar a partir de aquel instante, en una demostración de que el entrenador continúa desafiando a los comisionistas habituales. Íñigo Martínez casi se marca un gol en propia puerta.

El partido era tan malo que en el minuto 67 hasta los turistas empezaron a silbar al Barça. Era abrumadora la sensación de pobreza quedaba. A su vez el Rayo se acercaba al empate, formidable Ter Stegen. Pero de repente y sin venir a qué, el Barça tuvo las acciones de mucho mérito, con especial mención a la primera, con dos recortes de Joao Félix dentro del área, y con pocos minutos de diferencia Pedri marcó dos goles para asegurar el partido y el segundo puesto en la clasificación liguera. Minutos de la basura para Vítor Roque. Salvaba la cabeza Xavi, salvaba el comodín Laporta.