El Barça gana al Athletic con la proeza de un menor de edad

Lo que en apariencia pareció una rectificación de Xavi, lo fue y no lo fue porque los delanteros cambiaban en cada jugada sus posiciones, en un bonito y efectivo despliegue, cada vez más peligroso para Unai Simón. Las llegadas de Balde eran interesantes, los de Valverde empezaban a sufrir. Al Barça le costaba sortear en sus salidas la intensa presión visitante, pero luego conducía el balón con rapidez y precisión. Iñaki Williams tuvo un par de acciones de valor. Partido abierto, agradable de ver, sin dueño.

Yuri, un sospechoso habitual en lesiones musculares, tuvo que ser sustituido en el 22 por Lekue. Con cara de circunstancias y muy apenado salió por su propio pie del terreno de juego. A Íñigo Martínez se le veía especialmente motivado contra su antiguo equipo, al que demostraba conocer en sus acciones.

Los hermanos Williams continuaban mordiendo, sin acabar de resolver pero avisando de que en cualquier momento podían hacerlo. A la media hora el Barça parecía encallar y el partido se puso incómodo, difícil, perdió el ritmo por constantes interrupciones. No pellizcaba lo suficiente, le faltaba concretar la presión. Atento Cancelo en defensa, desbaratando los propósitos del Athletic entre líneas. Los cambios de juego que constantemente intentaba el Barça no acababan de culminar, pese al buen partido de Íñigo. El Barça se apagaba, pero la cara de lechuga olvidada al fondo de la nevera, detrás de los yogures, de Ernesto Valverde, vaticinaban la victoria local aunque fuera inmerecida. Mejor dicho, sobre todo siendo inmerecida. Los hermanos Williams en tres ocasiones, dos más una, casi desmienten este destino trágico al filo del descanso. Casi, pero no. El Barcelona estaba fuera del partido, con Gavi y Fermín casi inéditos -sólo 13 y 14 intervenciones respectivamente- y muy poco balón en campo contrario: más de un 60% de la primera mitad se jugó en terreno azulgrana, la localización más baja de toda la temporada. Sólo poco más de 38.000 personas juzgaron oportuno acudir a Montjuic.

La segunda parte empezó como la primera y era evidente que Xavi tenía que reaccionar dando entrada a Lamine Yamal. Daba la sensación de que el Barcelona, que perdía el balón muy rápido, podía jugar minutos y más minutos sin conseguir marcar como no fuera accidentalmente. El partido caía en picado pero justo antes de los cambios Joao Félix y Fermín pudieron abrir la noche de no haberse topado con dos grandes paradas de Unai Simón. En el 60 entraron Lamine Yamal y Araujo por Oriol Romeu y Christensen.

Lamine Yamal falló la primera que tuvo, tras una buena recuperación de Fermín y una brillante diagonal de Joao Félix. Los canteranos Prados y Adu Ares entraron por Ruiz de Galarreta y Guruzeta. Ninguna continuidad en el juego, el Barça no conseguía controlar el partido. Todo costaba, todo era arduo, seco. Joao Félix ofrecía destellos de su gran calidad, tan hermosos como estériles. No acababa de encontrar la precisión y cuando la encontraba, sus compañeros no estaban acertados en la culminación. Unai Simón rechazaba cada intento del Barça, que pese a todo no estaba tan lejos de marcar. Berenguer y Unai entraron por Dani García y el pequeño de los Williams. Xavi hizo debutar a Marc Guiu, que entró por Fermín y marcó en la primera que tuvo. El debut soñado de cualquier 9 clásico, a sus breves 17 años. Marcos Alonso entró por Balde.

Tan grisáceo era el partido que pareció acabado con el gol del joven muchacho. El Athletic pudo empatar, pero una mezcla de apatía y mediocridad le alejaron de puntuar en el Lluís Companys. Los malos augurios del triste semblante de Valverde se volvían a hacer realidad.