El Barça celebra el doblete ante una Barcelona enfervorizada

Un bus teñido de blaugrana serigrafiado con un gran «campions» mostró a los hombres de Flick a la parroquia culé a lo largo de aproximadamente 7 kilómetros. Todos los jugadores y miembros del cuerpo técnico vestían la camiseta que conmemora esta hazañosa liga. En ella, se leía «nuestro estilo, nuestro legado». Un buen resumen de cómo Hansi ha entendido la idiosincrasia futbolística del Barça y ha sabido dejar su impronta sobre la plantilla y la historia reciente del club, en la que se ha paliado con triunfos ligueros las constantes eliminaciones en Europa.

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RICARD LÓPEZ

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Detrás del autocar, Íñigo –'ikurriña' al cuello–, Éric y Koundé –con gorro de pescador– custodiaban los trofeos de la Liga, la Copa del Rey y la Supercopa de España. Si estos tres jugadores miraban hacia adelante, veían a sus compañeros, la mayoría con una bufanda mitad azulgrana mitad 'senyera', con gafas de sol de todas las gamas y colores y con una cerveza en la mano.

En estos días de júbilo, los detalles destacan. Y la juventud de esta plantilla dejó varias curiosidades estilísticas. Lamine Yamal, que portó una gorra del revés y una cadena plateada, pasa de la cerveza (es menor) y va relamiendo un Chupachups, al igual que Cubarsí (aunque es mayor de edad desde enero).

El astro de Rocafonda fue el dueño del micrófono prácticamente desde el inicio de la rúa, llevando la batuta de la animación, algo parecido a lo que ocurre en el terreno de juego. Raphinha, en cambio, optó por una especie de sombrero tipo bufón y, cómo no, sus gafas con las que él y Lamine dieron la mano a Su Majestad el Rey en Sevilla.

Llegados a Travessera de Les Corts, se oye un cántico de lo más peculiar: «¡Szczesny fumador, Szczesny fumador!». El aludido, bajo un sombrero estilo Leiva, envuelto con la bandera polaca y soltando humo cada dos por tres, ha terminado siendo una de las figuras de este Barça tras salir del retiro que aguardó por medio año y ganarle el puesto a Iñaki Peña.

El perfil bajo –ni sombrero ni gafas ni cadenas– de Hansi Flick contrastaba con el de sus pupilos, cuya media de edad no llega a los 25 años. El míster del Barça no podía esconder su emoción e iba grabándose vídeos para inmortalizar el momento.

Avanzaba la rúa y la marabunta de gente que cantaba y portaba bengalas no terminaba. La definición de una masa enfervorizada con la temporada que ha hecho su equipo y sorprendida con algunos jugadores de los que no se esperaba una adaptación tan rápida: Cubarsí, Fermín, Casadó, Gerard Martín...

Tal vez esta fue la rúa de los hinchables y los peluches. Se vio algún que otro tiburón, por Ferran, varios plátanos de Canarias, por Pedri, y balones de playa, en alusión al Balón de Oro de Vinicius que jamás llegó. Pero también fue la celebración de las chuches. Más de uno bromeó en redes sociales con la destacable cantidad de golosinas, que tal vez superó a la de bebidas alcohólicas. Éric e Íñigo guardaron sus dulces dentro de la propia Supercopa de España.

Ya en la calle Balmes, a Balde se le hizo el corazón un puño al caérsele el móvil desde lo alto del bus. Pudo recuperarlo, para su alivio. A todo esto, Araújo se acordó del gran debe de este Barça: «Al principio nadie daba nada por nosotros. La gente está ilusionada con este equipo. Hay mucha materia prima. Nos falta esa Champions que se merecen. Va a venir seguro».

Llegados ya al centro de Barcelona, Raphinha llevaba un rato largo capitaneando la proa del bus y Szczesny varios cigarros. La Plaza Cataluña estaba completamente llena, como sólo pasa en los grandes días. La última vez que se vio a la céntrica zona barcelonesa en un estado de abarrotamiento similar fue por la final de la Eurocopa el verano pasado.

En la parte final de la rúa, Íñigo Martínez decidió agarrar una gran bandera independentista catalana y ondearla. Cabe recordar que Luis de la Fuente contó con él en la convocatoria de marzo, aunque terminó cayéndose por lesión. El vasco ha disputado 21 partidos con La Roja.

El último tramo hasta el Arco del Triunfo fue espectacular. No cabía un alfiler y el aire estaba teñido de azulgrana por el humo de las bengalas. Aprovecha la plantilla culé, entonces, para acordarse de su vecino al otro lado de la Diagonal, el Espanyol, cantando eso de «bajaste de división para poder ser campeón».

Koundé se apunta al liderato del bus y se sienta al lado de Raphinha. Cayó al fin la noche, que será larga hoy en Barcelona, y el Barça llegó al Arco del Triunfo para dar el colofón al baño masas. Hace unas semanas, más de uno, viendo el cuadro y el estado del equipo, se veía en la misma calle que hoy y en un contexto similar, pero celebrando también una Champions. Sin embargo, el barcelonismo ha agradecido el «triplete español» a sus jugadores, quienes han sabido hoy más que nunca que cuentan con el apoyo de miles y miles de personas que laten por su juego.